One Piece [Manga]

Te responderé con más detalle, pero antes quiero que me digas algo:

Qué constituye para ti la originalidad en Kawamatsu. Por qué te gusta, con exactitud.

Perfecto, ahora puedo exponer mi perspectiva mejor.

Voy a retractarme dándote una alegría: Kawamatsu no está mal gracias a su sombrero. Se trata de un kasa (así de primeras diría que un ajirogasa), típico sombrero japonés a menudo utilizado para protegerse de las inclemencias del tiempo. Precisamente, la palabra comparte etimología y pronunciación con el término japonés para paraguas. Oda podría estar bromeando con el absurdo de que un kappa, cuya fuerza vital depende de tener agua en el cuenco de su cabeza, use un sombrero empleado para cubrir la cabeza de la lluvia. Encaja además en lo aparente porque el kasa, con su forma de seta y su punta negra, recuerda visualmente al cuenco del kappa rodeado por pelo lacio.

Si aceptamos esta hipótesis, que a mí sí me parece probable (y a Oda le gustan estos contrastes, como ya hizo con Crocodile y su abrigo de piel en pleno desierto, las orejitas adorables de oso en la máquina de guerra Kuma, etc.), entonces el diseño de Kawamatsu sí tiene valor real. Existe una elaboración conceptual expresada en retórica comprobable, y además una originalidad objetiva. Existe más innovación que en todos esos kappa que son literales según mitología y una retórica tan o más elaborada que en ciertas reinterpretaciones, aunque menor que en otras.

No obstante, si ignoramos este detalle (como creo que hacías, no sé si te habías parado a analizar sus posibilidades) no podemos hablar de un diseño realmente magistral (no lo es ni desde mi explicación, magistrales hay poquísimos en general), si eso normal porque tampoco tiene nada más allá del efectismo de romper una expectativa. Y ni eso, porque cualquier expectativa con Kawamatsu debería ser exactamente ésta: conocemos a Oda, conocemos cómo se las está gastando con Wano, y conocíamos muchos detalles de Kawamatsu (desde su anatomía a lo Raizou hasta su expresividad exagerada en el flashback de Yasu, pasando por su cameo inadvertido por muchos hará veinte capítulos). En este caso, tener expectativas de un Mihawk equivalía a, simple y llanamente, no haber atendido al manga adecuadamente. Por lo demás, "un pez con esos ojos y esa melena, kimono, y sombrero de paja" es jodidamente guay para ti pero dista de ser un criterio relevante. Sólo son ojos, melena (una melena bastante típica, por cierto) y dos prendas japonesas en un personaje japonés.

Quita mi propuesta del sombrero y no habrá absolutamente nada con lo que Kawamatsu se acerque a Tamago, por el que me preguntabas antes, quien tiene retórica visual en más de una forma (más meritorio de idear que simplemente engordar al personaje o ponerle pelo largo, que no supone mucho trabajo sino el antojo que te dé en su momento), integración impecable de referentes distantes (en Kawamatsu, a bote pronto, ni existe) y representación de sus atributos psicológicos y contextuales (está el cuento, está la elegancia, están los buenos modales, está la inteligencia).

Mi criterio se basa en algo palpable y objetivable, como el tipo de figura retórica, su complicación, su uso específico o su contextualización en el todo. Por lo que yo sé, a ti Kawamatsu puede gustarte porque los kappa te han molado desde crío, porque es un monstruo y eso te va o porque estás acostumbrado a ver los de siempre, lo cual no podemos emplear como base de nada. La misma idea de "inesperado", "original" e "innovador" es del todo menos fiable a menos que tengas un bagaje considerable. Alguien puede pensar que una criatura con una boca en el vientre es original, pero es uno de los juegos metonímicos más comunes que hay con muchísima diferencia. Otro puede encontrar creativo que las astas del pokémon Sawsbuck sean árboles, pero tal asociación ocurre en tropecientos personajes.

Lo que no me parece de recibo es defender la subjetividad de todo criterio de evaluación de un diseño cuando existen diferencias. Ya sólo con que hables de "influirte a ti personalmente, pero quizás no a los demás" es otro punto de desacuerdo porque buena parte de mi criterio no se construye sobre la influencia. La influencia es la consecuencia, y no es una influencia visceral e indefinida sino construida sobre la apreciación de una retórica comprobable. Que siempre estará esa parte subjetiva, no te lo niego, y ni de broma soy aquí un ordenador infalible sin gustos personales, pero no creo que sea legítimo poner al mismo nivel todo criterio.

Y que conste que de aquí a unos meses podría haberlo estudiado más, conocer nuevos atributos, etc. que mejoren mi valoración en ciertos puntos.

PD: que el vestido de Toki fluya casi líquido por el suelo al igual que fluye el tiempo (un paralelismo que encontramos, por ejemplo, en los relojes blandos de Dalí) es otro detalle interesante en Wano, a falta de ver su diseño completo.

En efecto, ignoraba por completo el detalle del sombrero. De hecho, desconozco cualquier significación de los kappa en la cultura japonesa, más alla de que son deidades asociadas a los ríos. Tampoco soy un especialista en la materia.

Volviendo al tema en cuestión, que es basicamente el de los criterios a usar en la evaluación del diseño de un personaje. Según tu punto de vista, el valor del diseño de un personaje reside en su atributos semióticos, retóricos y en sus referencias contextuales. También en la representación visual de sus atributos psicológicos y contextuales.

Pero... Son esos criterios puramente artísticos, visuales, o estéticos? He ahí la cuestión. Ojo, no digo que tu criterios no sean válidos. De hecho, leerte da gusto, fudamentas cada uno de tus puntos, y tus razonamiento y referencias son puramente objetivos. Sin embargo, en tus criterios, estás incluyendo indicadores que difieren de lo puramente artístico/visual/estético. Tu evaluación del diseño se fudamenta pues en criterios retóricos, semióticos y contextuales. Ninguno de estos criterios son puramente visuales.

Y es que de hecho, hablar de criterios objetivos en lo puramente artístico es demasiado aventurado, en mi opinión. Tendríamos que establecer referencias como "Equilibrio visual, proporciones aureas, puntos de fuga..." lo cual en un manga como One Piece, donde hay tendencia a la deformación artística, es practicamente un absurdo.

Por otro lado, comentas... La misma idea de "inesperado", "original" e "innovador" es del todo menos fiable a menos que tengas un bagaje considerable. Supongo que lo que quieres decir es que es altamente subjetivo. Y sí, lo es. Pero una vez más, parece que no podemos hablar de criterios objectivos cuando se habla de diseño artístico, centrandonos en lo puramente visual, excluyendo referencias contextuales y semióticas.

Finalmente, este párrafo: La influencia es la consecuencia, y no es una influencia visceral e indefinida sino construida sobre la apreciación de una retórica comprobable. En efecto, es una consecuencia, pero... Construida sobre una retórica comprobable?? Ten en cuenta que una gran parte de los lectores de One Piece no tienen tus conocimientos retóricos de la cultura y lengua japonesa. Significa entonces que los diseños de Oda les influyan (o atraigan) menos? No. Al final, los personajes, en un manga, también terminan gustando o no gustando por su propio arco narrativo, personalidad y atributos. Pero nuevamente, todo esto si que difiere de lo estrictamente visual.

Y nada, pues eso. Buenos días.

Aquí hay un desacuerdo de base y es que disiento en tu definición misma de lo que es diseñar. Cuando me hablas de proporciones áureas, puntos de fuga o equilibrio visual estás quedándote muy corto en lo que abarca la idea de diseño, y diría que hasta fallando el tiro por irte a cuestiones técnicas de un dibujo de acuerdo a equis estándares. Un diseño es una solución, un concepto planteado para una necesidad dada, de ahí que haga tanto hincapié en la semiótica, los atributos, o el contexto. No estamos haciendo un dibujo genérico, cual ornitólogo copiando un gorrión; estamos diseñando personajes enmarcados en una obra. Existe una idea, un concepto, de mayor o menor elaboración y un uso de herramientas artísticas, visuales y estéticas (aludiendo a tus propios términos) que la trasladan a la realidad pictórica. Aquí conviene aclarar, además, que la idea no es necesariamente abstracta: en barón Tamago, mismamente, tenemos retórica visual aparente en la rima entre sus piernas y su bastón y en el remplazo del bombín por una taza de té en base a correspondencias físicas. Otro ejemplo es Coribou, con ese lagarto que recuerda a una cresta punk. Aquí hay juegos plenamente visuales. No creo que sea una cuestión de que yo me aleje de criterios puramente visuales sino de tu excesivamente estrecho entendimiento de qué define un diseño, lo artístico y lo visual. Estás planteando la objetividad casi como un ejercicio de análisis técnico sobre un dibujo vacío de todo significado más allá de la réplica de una realidad, cuando un diseño va más allá (y más de un personaje con un trasfondo, una psicología, un contexto). Si quieres una comparativa, estás hablándome de faltas de ortografía como indicador objetivo para medir la calidad de una obra literaria con metáfora, oxímoron, calambur... Todo lo cual admite un grado de racionalización mucho más profundo del que planteas, te lo aseguro. Es que no hace falta ni que exista una historia: el mismo acto de jugar con ideas, conceptos, asociaciones... que se manifiestan visualmente en un diseño es ya un punto de análisis racional. ¿Que no es tan exacto como una suma de resultado cerrado? Pues igual no (dependerá de la idea, concepto o asociación, empero), pero no por ello deja de ser un criterio contra la subjetividad del relativismo absoluto. Y ciertamente me parece un criterio muchísimo más honesto con la obra analizada.

La idea de innovación es altamente subjetiva cuanto más ignorante eres (en el sentido más humilde del adjetivo, y siendo yo el primer ignorante). Reitero el ejemplo de la boca en una tripa: la primera vez que lo ves te mola un montón. Cuando lo ves treinta veces (y no exagero, flipante cómo gusta lo de la boca en la tripa) ya empiezas a tomar perspectiva de cuándo algo es realmente original.

La retórica es comprobable, otra cosa es que el receptor no la capte. Te pongo como símil algo que ocurre con Los Simpson. Es de sobras sabida la bajada en calidad a partir de la novena-décima temporada, con un síntoma especialmente destacado: la flanderización (en honor a Flanders, claro), o la excesiva caricatura de unos personajes cada vez más planos e irreales. En España coincidió con el fallecimiento de Carlos Revilla, quien no sólo doblaba a Homer sino que también dirigía el doblaje de la serie. Así, nos encontramos con que la mala época de la serie coincidió casi a la perfección (porque la última de Revilla ya mostraba desgaste) con el relevo de Carlos Ysbert como Homer y de Ana María Simón como directora. Esta mujer arruinó el buen trabajo de Revilla, e Ysbert, si bien decente, no le llegaba a la suela de los zapatos. En Latinoamérica les pasó algo parecido, pero a lo grande: por problemas sindicales se cambió todo el reparto en la decimoquinta temporada. Eso significa que durante cinco temporadas ya en decadencia se mantuvo el equipo original, y no cuesta encontrar espectadores que alaban la calidad de un clásico, a sus ojos, aun estando en plena decadencia y con claros ejemplos de flanderización. ¿Los criterios de evaluación de la calidad no son comprobables, o es que determinado público no sabe comprobarlos y valora según el heurístico del doblaje?

Lo mismo pasa aquí. Cada figura retórica tiene nombres y apellidos, aplicaciones y efectos, jerarquías de profundidad y complicación... Y hablo de las figuras retóricas como podría hablar de cualquier otra cosa. ¿Que a un lector cualquiera le atrae muchísimo Katakuri por vestir de cuero y pinchos, como buen malote que pirra a los chavales, pero ignora el juego que Oda hace con los contrastes entre las formas agresivas y colores oscuros y la inofensiva blandura del blanco mochi? Pues es su problema, no de Oda. Lo que ya no se puede hacer es preocuparse de que alguien no tenga equis conocimientos o que vayan a verse influidos por cualquier arbitrariedad ajena a la pretensión del diseño, porque entonces tendríamos que autolimitarnos a crear lo de siempre, y cuanto más accesible mejor.

En síntesis, si Oda estuviera diseñando a Kawamatsu aprovechando las ideas inherentes al kappa para jugar con la ironía de que lleve un kasa, como he teorizado, entonces es totalmente legítimo priorizar este criterio sobre tu gusto arbitrario porque estaríamos respetando la intención del autor, valorando el grado de cumplimiento de su pretensión, y analizando un diseño más allá de su dibujo (porque reitero, es un diseño, no la réplica de un gorrión) tomando en consideración el ingenio y la originalidad de dicho juego retórico. Por lo demás, creo que ya he dejado clara mi opinión y no me queda nada por añadir.