Todo comenzó cuando miles de pájaros de la especie Carpodacus mexicanus, conocida popularmente como carpodaco doméstico o gorrión mexicano, comenzaron a caer muertos por culpa de una misteriosa infección ocular, en el área de Washington DC, durante el invierno de 1994. Los científicos, desconcertados, averiguaron la causa de la epidemia: una bacteria llamada Mycoplasma gallisepticum, responsable común de infecciones respiratorias en pollos y pavos, de la que se creía que infectaba sólo a aves de corral.
Para cuando el biólogo Geoff Hill encontró la primera ave enferma en Auburn, Alabama, en 1995, la enfermedad se había extendido por la parte oriental del continente, desde Quebec en el norte, hasta Florida en el sur.
Desde entonces, la epidemia se ha extendido tan al oeste como California, y se calcula que ha exterminado a cientos de millones de aves.
Los científicos aún están lejos de averiguar cómo exactamente la Mycoplasma gallisepticum adquirió la capacidad de propagarse entre los carpodacos, pájaros que se bifurcaron evolutivamente de pollos y pavos hace entre 80 y 90 millones de años.
En un nuevo estudio, el equipo de Scott Edwards y Nigel Delaney, de la Universidad de Harvard, y Allen Rodrigo del Centro Nacional de Síntesis Evolutiva en Carolina del Norte, compararon los genomas de una docena de cepas de Mycoplasma gallisepticum, obtenidas de muestras tomadas de carpodacos domésticos infectados entre 1994 y 2007. En las aves de corral y los carpodacos, el microbio ha ido evolucionando con una celeridad alarmante. Está evolucionando a una velocidad de hasta 100 veces más rápida que las estimaciones previas para cualquier otra bacteria.
En la investigación también han trabajado Susan Balenger de la Universidad de Turku en Finlandia, Camille Bonneaud del Centro Nacional francés para la Investigación Científica (CNRS), Christopher Marx de la Universidad de Harvard, Naola Ferguson-Noel de la Universidad de Georgia en Estados Unidos y Peter Tsai del Instituto de Bioinformática de Nueva Zelanda.