La resistencia a los antibióticos, tema del Día Mundial de la Salud 2011 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), está causada por múltiples factores como el abuso de antimicrobianos o la adquisición de genes de resistencia, entre otros. En la actualidad, se cree que el origen de algunas de estas resistencias podría explicarse por la transferencia de genes entre microorganismos en el entorno natural.
"La resistencia a los antibióticos es uno de los principales problemas en el tratamiento de enfermedades infecciosas en todo el mundo" explica la profesora Maite Muniesa, del Departamento de Microbiología de la UB. "Tradicionalmente, —continúa— la mayoría de estudios científicos sobre genes de multirresistencia se han centrado en los plásmidos, unas moléculas de ADN, circulares y cerradas covalentemente, que actúan como el principal vehículo de transmisión de genes entre bacterias".
Este artículo analiza muestras fecales de animales (vacas, cerdos, aves de corral, etc.), procedentes de explotaciones agrícolas de Cataluña. Algunos de estos animales no fueron tratados con antibióticos y otros sí. En concreto, se estudia la transferencia horizontal de genes de patogenicidad entre bacterias entéricas por medio de los bacteriófagos: los genes blaTEM y blaCTX-M, implicados en la resistencia a los antibióticos betalactámicos, y el mec-A, asociado a la resistencia a la meticilina en estafilococos, que es la responsable de un alto porcentaje de infecciones hospitalarias.
Los virus bacteriófagos como mensajeros
En la literatura científica, está bien descrito que los bacteriófagos son vectores muy eficaces en la transferencia de fragmentos de ADN entre células. No obstante, el papel de los fagos en la aparición de nuevas resistencias bacterianas no es demasiado conocido. Como primicia, esta investigación describe, por primera vez, que los bacteriófagos tienen incorporados genes de resistencia a antibióticos y que, por tanto, podrían ser unos vehículos excelentes de propagación de genes de resistencia bacteriana en el medioambiente.
Tal y como apunta el catedrático Joan Jofre, "los bacteriófagos permiten transferir genes de resistencia a antibióticos entre biomas diferentes. Este proceso podría tener un alcance no descrito hasta ahora en la naturaleza". "Como movilizadores de genes de resistencia antimicrobiana —añade Maite Muniesa—, los bacteriófagos tienen más durabilidad medioambiental que los plásmidos y, sorprendentemente, se encuentran en altas concentraciones en el medio natural. Ahora lo que se debe hacer es identificar qué tipo de virus son los que están transfiriendo los genes de resistencia entre bacterias".
Nuevas resistencias, nuevos retos
Las resistencias a los antibióticos que se detectan en el ámbito clínico también existen genéticamente en bacterias del entorno natural. A pesar del control que se lleva a cabo en el uso de antibióticos en las explotaciones agrícolas, las resistencias a antimicrobianos no dejan de aparecer. Según los expertos, todo apunta a que estas resistencias no son consecuencia únicamente de la presión selectiva por antibióticos, sino de la movilización de los genes de resistencia en el entorno ambiental, un proceso natural en el que no puede ignorarse el papel biológico de los fagos.
El nuevo estudio aporta una perspectiva ecológica para definir fronteras que limiten la aparición de nuevas resistencias antimicrobianas en el medioambiente. En un futuro, esta línea de trabajo podría contribuir a detectar resistencias aún no descritas clínicamente y, por tanto, a potenciar la búsqueda de nuevos antimicrobianos con un margen de previsión más amplio. "En el campo de la resistencia antimicrobiana, es preciso recordar que deben considerarse muchos factores que no se están teniendo en cuenta. Por ejemplo, determinados tratamientos antibióticos dirigidos a eliminar bacterias también son capaces de activar la movilización de genes de diferentes tipos por bacteriófagos. Esto, en este área de investigación, debe tenerse muy presente", alerta el catedrático Joan Jofre.