"El lago tiene la distinción de ser el lago menos productivo que se haya registrado, con muy poco seres capaces de crecer en él", destacó el profesor Rick Cavicchioli, de la Facultad de Ciencias de Biotecnología y Biomoleculares en de la UNSW, y el líder del estduio, publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.
El equipo tomó muestras de agua del lago a una profundidad de cinco, 13 , 24 y 36 metros, y estudió la secuencia genética o el genoma de los microbios que viven allí, para averiguar cómo habían evolucionado para hacer frente a esas condiciones tan extremadamente duras.
Los extremófilos pertenecen a un grupo de microbios, 'haloarchaea', que se sabe que son "promiscuos", intercambiando ADN entre sí. "Pero nuestra investigación muestra que intercambian mucho más material genético entre sí del observado anteriormente en el entorno natural. Largos tramos de ADN casi idéntico se intercambian entre los diferentes géneros, no sólo las especies ", explica Cavicchioli.
"A pesar de este desenfrenado intercambio genético, las diferentes especies se mantienen y pueden coexistir, ya que han evolucionado para explotar diferentes nichos y consumir distintas fuentes de alimento", añade. Algunas, por ejemplo, consumen proteínas en el agua, mientras que otras consumen azúcares como glicerina, de las algas que viven en la superficie del lago. Se estima que el 'haloarchaea' crece muy lentamente en el lago, con sólo seis generaciones al año.
Según Cavicchioli, la investigación sobre extremófilos podría tener aplicaciones industriales. "Las enzimas de microbios adaptados al frío podrían tener un valor significativo. Su gran actividad a bajas temperaturas podría ofrecer menores costos de energía para los procesos que de otro modo requerirían de calefacción, tales como la limpieza, o que deben ser llevado a cabo a temperaturas frías, como la producción de alimentos", subraya.
El grupo del profesor Cavicchioli ha hecho descubrimientos igualmente notables en otros lagos de la Antártida en la región de Vestfold Hills donde se encuentra Deep Lake. "Esto demuestra lo valiosos y únicos que los lagos antárticos pueden ser y por qué la Antártida debe ser protegida para que las sociedades de todo el mundo se beneficien de ella en los próximos años", concluye.