En el este de Siberia ha sido descubierta una cabeza de lobo cercenada de 40.000 años de antigüedad, preservada por un suelo congelado y con dientes y pelaje completos. Se ha conservado casi intacta, aunque no se sabe cómo fue separada del cuerpo. Se calcula que el ejemplar tenía cuatro años cuando murió.
"Esta momia es un descubrimiento único", explica a EL MUNDO Albert Protopopov, de la Academia de Ciencias de la República rusa de Saja. Esta misteriosa cabeza decapitada de un lobo del Pleistoceno fue encontrada el año pasado enterrada en el permafrost de Siberia en el distrito de Abyisky, al norte de Yakutia. Sólo la cabeza mide 40 centímetros de largo, lo que puede significar la mitad del largo de un lobo actual.
Tanto la piel como los colmillos del formidable animal se han conservado, y seguramente el cerebro también. La razón por la que está decapitada es un misterio. Es poco probable que se trate de una especie de trofeo de un cazador, teniendo en cuenta que se calcula que el ser humano llegó al norte de Rusia hace unos 32.000 años. Pero Protopopov no descarta la intervención humana: "Puede ser que hubiese gente en esa zona, todavía estamos haciendo una investigación pero en todo caso no es extraño lo que ha pasado, muchas veces encontramos sólo partes, los restos han pasado mucho tiempo bajo tierra y esa tierra se mueve".
"Por primera vez encontramos los restos de un lobo adulto del Pleistoceno con sus tejidos conservados", celebra Albert Protopopov. "Lo compararemos con los lobos actuales para entender cómo han evolucionado las especies".
La pieza forma parte de una exhibición organizada en Tokio por científicos de Japón y Yakutia. Después, la cabeza será analizada en el Museo de Historia Natural de Suecia. El lobo fue localizado por habitantes de la zona, que salen a buscar colmillos de mamut. "Ocurrió en octubre, nos informaron del hallazgo, lo tomamos y empezamos el análisis" dice Protopopov, que espera tener más conclusiones en otoño.
Además de este espécimen, los científicos también están examinando un cachorro de león de las cavernas. Se cree que es una hembra que pudo morir al poco de nacer y quedó congelada en el hielo durante miles de años. El cuerpo también se encuentra en un estado increíblemente intacto, lo que da a los investigadores una oportunidad de saber más sobre estos ejemplares. Tiene una longitud de unos 40 centímetros de largo, un peso de 800 gramos y es la favorita de buena parte del grupo de científicos, que la han llamado Spartak.
A principios de este año, los científicos anunciaron el descubrimiento de sangre líquida y orina en los restos congelados de un potro de unos 42.000 años, también conservado en suelo congelado. Parece que el potro murió en la segunda semana de vida. El clima frío ayudó a la buena conservación del cuerpo: la lana, la piel, las patas y los órganos internos están en buen estado. Los científicos ahora están buscando células que puedan aprovecharse, un trabajo que se lleva a cabo en la Universidad del Noreste de Yakutsk. Según los expertos de la zona, la probabilidad de una clonación exitosa es muy alta.
El caso recuerda al hallazgo de Yuka, una cría de mamut lanudo que vivió hace aproximadamente 28.000 años justo en esa zona, donde fueron encontrados sus restos. En 2010 investigadores rusos y japoneses extrajeron los núcleos celulares de la médula ósea y de tejido muscular para trasplantarlos a los óvulos de ratón, donde han conseguido que recobren actividad, según la revista especializada Science Reports.
Sajá tiene el récord Guinness de la mayor variación de temperaturas, se han llegado a registrar en Verjoyansk -69'8 grados en invierno y 37 grados en verano, una oscilación de 106,8°. Pero el calentamiento global ha provocado el derretimiento de suelos que siempre estuvieron congelados. Miles de hogares están en peligro de derrumbarse en el barro en verano. Y las aldeas del norte están desbordadas por las inundaciones. Pero el retroceso del frío ofrece algunas ventajas: "El número de descubrimientos está creciendo debido al deshielo del suelo congelado", dice Protopopov, que recuerda que a medida que el planeta se calienta, es probable que la región produzca más restos.
Los efectos del cambio climático en la zona han sorprendido hasta a las autoridades sanitarias. En 2016, los científicos rusos informaron que un brote de ántrax en Siberia occidental se debía a la descongelación de un cadáver congelado de un reno infectado que murió 75 años antes. Hubo 30 hospitalizados justo después de la muerte de hasta 1.200 renos en un mes, algo que los funcionarios originalmente atribuyeron a una ola de calor en la región. Los científicos aventuraron que un animal, debilitado por el calor, comió restos descongelados de un cadáver de reno infectado que había estado congelado durante muchos años. A partir de ahí, la infección saltó a los pastores nómadas.
Opinión: Este tipo de descubrimientos son la parte positiva del calentamiento, deshielo y pérdida de permafrost. Por desgracia, también hay una gran amenaza por el deshielo de bacterias y virus de épocas similares o anteriores, para los que nuestros cuerpos no están habituados, y eso entraña un serio riesgo de que se extiendan epidemias. De manera similar al brota de antrax que el artículo menciona.
Fuente: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2019/06/17/5d0611bffdddff5e9d8b46ae.html