Buscando a la Muerte Negra
En el año 1347 llegó a Europa occidental la peste. No era la primera vez que esta enfermedad llegaba a Europa. La que está considerada como la primera pandemia de peste, la peste de Justiniano, afectó al Imperio Romano Oriental entre los años 541 y 542, aunque perduró hasta el 750. Pero esta segunda pandemia fue muchísimo más devastadora. Cuatro años después la población europea había pasado de 75 a 50 millones. Es decir, la Muerte Negra había acabado con un tercio de la población. Europa no fue el único territorio afectado. Se estima que China perdió la mitad de su población, mientras que en África del Norte, con una menor densidad de población, afectó tan solo a un octavo. El último brote de esta pandemia en Europa ocurrió en el año 1720 en la ciudad de Marsella. La tercera pandemia de peste comenzó en China a comienzos del XIX y aún permanece con nosotros. Es la responsable de los últimos brotes que aparecen de vez en cuando en las noticias.
La peste es causada por la bacteria Yersinia pestis, y se han asociado tres biovariedades a las tres pandemias. Así, la peste de Justiniano fue causada por la biovar Antiqua, la Muerte Negra por la biovar Medievalis y la tercera pandemia por la biovar Orientalis. Estas biovariedades todavía están presentes en reservorios animales como ratas y marmotas. La biovar Antiqua se encuentra en África y Asia Central, la biovar Medievalis en Asia Central y la biovar Orientalis está muy diseminado por todo el globo.
La Muerte Negra fue tan terrible y virulenta que muchos han pensado que quizás el patógeno causante fue otro distinto a Yersinia pestis. Trabajos anteriores habían encontrado DNA de la bacteria Yersinia pestis en restos humanos de víctimas de la peste, pero también se encontraron que las secuencias de las bacterias medievales mostraban un filogenia única distinta de las biovariedades actuales.
Con esa idea en la cabeza un grupo de investigadores de diversos países han realizado un estudio paleopatológico para caracterizar al responsable de la terrible enfermedad. Para ello han muestreado 109 muestras (huesos y dientes) provenientes de esqueletos de víctimas de la peste enterradas en una fosa común en Londres utilizada entre 1348-1350. Como control negativo han usado restos humanos de una época anterior a la llegada de la peste. Gracias a las nuevas tecnologías de amplificación y secuenciación del DNA han conseguido reconstruir 10 genomas mitocondriales humanos (16 kb cada uno) y un plásmido de virulencia pPCP1 de 9.6 kb que sólo se encuentra en Yersinia pestis. El plásmido pPCP1 codifica para un factor de virulencia, la proteasa Pla un activador de plaminógeno, esencial para la patología pneumónica. También han detectado otras secuencias pertenecientes a otros plásmidos de virulencia específicos de dicha bacteria. La reconstrucción de los genomas mitocondriales humanos era una forma de control interno para excluir contaminación exógena pues estos presentaban un determinado patrón de degradación característico del DNA antiguo. De esa forma se han asegurado de que el plásmido y los genes amplificados eran de origen medieval, y no de origen moderno.
Secuencias encontradas en la Y. pestis medieval. PCR cuantitativo del locus cafM1 (codifica para una chaperona) del plásmido de virulencia pMT1. ( Secuencia cromosómica del gen s19 que muestra dos sustituciones sinónimas en el gen de la Helicasa II (C) Alineamiento consenso de los genes del plásmido pPCP1 medieval comparado con las 14 variantes modernas. Los genes son rop, proteína reguladora de la replicación del plásmido, pim, proteína de inmunidad de la pesticina; pst, pesticina, una bacteriocina; pla, gen del activador del plasminógeno. (D) Alineamiento de la secuencia consenso del pPCP1 de la Y. pestis medieval en uno de los puntos en que es distinta a las 14 variantes modernas. Fuente: Schuenemann et al.
La investigación genética de los microbios patógenos de tiempos pasados puede rendir una gran cantidad de datos que permitan dilucidar como coevolucionan la patogenicidad y la resistencia o susceptibilidad de los hospedadores. Esos datos pueden servir como modelo para estudiar y predecir el comportamiento de nuevos patógenos emergentes.
Schuenemann, V., Bos, K., DeWitte, S., Schmedes, S., Jamieson, J., Mittnik, A., Forrest, S., Coombes, B., Wood, J., Earn, D., White, W., Krause, J., & Poinar, H. (2011). PNAS Plus: From the Cover: Targeted enrichment of ancient pathogens yielding the pPCP1 plasmid of Yersinia pestis from victims of the Black Death Proceedings of the National Academy of Sciences, 108 (38) DOI: 10.1073/pnas.1105107108
http://curiosidadesdelamicrobiologia.blogspot.com/2011/09/buscando-la-muerte-negra.html