Un grupo de investigadores canadienses y británicos trató de comunicarse con 16 pacientes en estado vegetativo transmitiéndoles unas sencillas órdenes y recogiendo su actividad cerebral mediante un EEG. Esta prueba permite leer diferentes ondas cerebrales y localizar las regiones cerebrales que se activan.
Una vez monitorizados, les pidieron que pensaran en apretar el puño izquierdo cada vez que escuchaban un pitido. Debían concentrarse en esa tarea e imaginar que lo hacían, aunque, evidentemente, la respuesta motora fue nula. Pero tres de los pacientes mostraron señales cerebrales consistentes con esta acción; uno de ellos incluso en 100 ocasiones.
"Los pacientes en estado vegetativo, por definición, son incapaces de responder externamente a este tipo de órdenes", explica a ELMUNDO.es una de las autoras, Davinia Fernández-Espejo, del Brain and Mind Institute de la Universidad de Ontario (Canadá). "Sin embargo, en nuestro estudio demostramos que algunos de ellos son capaces de hacerlo modulando su actividad cerebral, con una tarea que sería equivalente al estándar clínico pero que no requiere una respuesta motora externa", añade.
Pero "las rigurosas evaluaciones de grupos experimentados mostraron que todos [los pacientes] estaban correctamente diagnosticados de acuerdo con los criterios conductuales existentes", explican los autores en las páginas de 'The Lancet'. "Claramente, sin embargo, esos criterios no identificaron de forma adecuada la condición real de estos pacientes en, al menos, el 19% de los casos".
Revisar los estados de alteración de la conciencia
Hasta ahora, detectar esta actividad cerebral consciente en pacientes considerados en estado vegetativo se había hecho mediante resonancia magnética funcional, pero el uso de esta prueba "es complicado [...] porque el estrés físico que supone el traslado de los enfermos a las instalaciones adecuadas es sustancial", resaltan los investigadores, que señalan también las barreras del coste y la disponibilidad de los aparatos.
Pero el EEG es mucho más sencillo, "considerablemente más barato y fácilmente transportable hasta la cama" del paciente, de modo que se podría usar para establecer un nuevo diagnóstico. "El EEG tiene el potencial de poder acercar esta evaluación al paciente, allá donde se encuentre. De este modo, nos permitirá acceder a un mayor número de ellos", asegura Fernández-Espejo.
Además, indican los autores, "el éxito de esta técnica allana el camino hacia el desarrollo de interfaces cerebro-ordenador o dispositivos de comunicación simples para este grupo de personas". Como explica la investigadora española, "abre la puerta a la posibilidad de comunicarse con ellas en tiempo real, por ejemplo, haciendo preguntas de sí/no y pidiéndoles que imaginen cerrar la mano derecha para responder afirmativamente o mover los dedos de los pies para responder negativamente".
A pesar del optimismo de los investigadores, el editorial que acompaña al trabajo hace una lectura algo más prudente de estos hallazgos. Morten Overgaard y Rikke Overgaard, de la Unidad de Investigación de Neurociencia Cognitiva en la Universidad de Aalborg (Dinamarca), sugieren que la consecuencia más importante de estos estudios es que "los niveles de consciencia tienen poco que ver con la consciencia; es decir, con la experiencia subjetiva".
Según su análisis, la habilidad para seguir unas instrucciones "mide probablemente algo diferente de la presencia o ausencia de consciencia" aunque -destacan- las diferencias detectadas subrayan la necesidad de crear "un nuevo sistema de clasificación si el objetivo es comprender la función cognitiva de estos pacientes".