■Los primeros fármacos contra el VIH se desarrollaron en 1985
■En este cuarto de siglo, las terapias han avanzado a grandes pasos
Era una pastilla enorme, blanca y azul, y no me inspiraba mucha confianza porque en aquella época la tasa de mortalidad de las personas seropositivas era altísima". Carlos Alberto Biendicho recuerda a la perfección cómo fue su 'primera vez' con la terapia antirretroviral. Corrían los años 80 y, recién diagnosticado su VIH, todo eran dudas y miedos.
"Las cosas han cambiado mucho desde entonces", dice, con conocimiento de causa, alguien que ha vivido en primera persona la evolución y desarrollo de unos fármacos que, en 2010, cumplen 25 años de existencia.
Un artículo publicado esta semana en la revista 'Science Translational Medicine' repasa precisamente este cuarto de siglo en que el VIH "ha pasado de ser un agente infeccioso intratable a convertirse en el objetivo de una terapia altamente efectiva".
"Los médicos hoy en día están seguros de que sus pacientes pueden beneficiarse de un gran número de opciones terapéuticas y quizás muchos no recuerden los tiempos en que la realidad era muy distinta", subraya Samuel Broder, autor del citado documento y uno de los primeros especialistas en tratar a un paciente con sida.
Unos años complicados
"Los comienzos fueron duros porque la gran mayoría de los pacientes se morían y no se sabía qué hacer", corrobora Mª Ángeles Muñoz, directora del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
La mayor parte de la comunidad científica, asegura Broder, no confiaba en las posibilidades de encontrar un arma capaz de hacer frente a un virus que se mostraba devastador. "Este escepticismo reforzaba la creencia de que lo mejor era proporcionar cuidados al paciente mientras se combatían las infecciones oportunistas", relata el especialista. "Sin embargo, algunos confiamos en que si se suprimía la replicación del virus, podríamos reducir drásticamente su capacidad para dañar", añade. Y así se llegó al conocido AZT.
"La llegada de un primer tratamiento para el VIH [que en España comenzó a utilizarse en 1987] supuso un antes y un después", reconoce Muñoz quien con todo, recuerda las carencias que enseguida demostró tener el fármaco. "La efectividad duraba poco. En muchísimos casos aparecían muy pronto resistencias al fármaco y no se podía parar la enfermedad", recuerda.
Biendicho también rememora aquellos tiempos. "Había muchas dudas y la gente era muy reticente a empezar a medicarse. Muchos murieron, pero para otros muchos el tratamiento también supuso vida", remarca.
Los años del AZT y sus sucesores, como la didanosina (ddI)–"bautizada popularmente como 'Flota' por su gran parecido con la pastilla de jabón"-, fueron complicados. "Llegué a tomar 40 pastillas al día, y a horas distintas, porque algunas tenían que ir con comida y otras no", comenta este conocido activista, que participó en uno de los ensayos clínicos que abrirían la puerta a una nueva esperanza: la terapia combinada.
Una revolución
En palabras de Rafael Rubio, especialista del Hospital Universitario 12 de octubre de Madrid y 'padre' de una de las primeras unidades de VIH que se pusieron en marcha en España, la llegada en 1996 de una nueva familia de fármacos -los inhibidores de la proteasa- que en combinación con los anteriores, permitían 'esquivar' de una forma mucho más sencilla las resistencias y mantener mejor controlado el virus "supuso toda una revolución".
"Además, en ese año se desarrolló por primera vez una herramienta útil para valorar la eficacia del tratamiento ya que permitía ver la carga viral, con lo que el salto fue doble", recuerda.
A partir de ese momento, la evolución de la investigación no se ha frenado y nuevas familias de antirretrovirales de alta eficacia (TARGA) se han ido sumando continuamente al arsenal contra el sida. "Actualmente la terapia está totalmente personalizada en países como España", comenta Biendicho, quien no olvida que el acceso a los antirretrovirales es bien distinto en los países pobres.
También la calidad de vida de los pacientes con VIH ha mejorado mucho en los últimos 25 años, si bien los problemas inflamatorios o los relacionados con el metabolismo lipídico, como la lipoatrofia (pérdida de tejido graso, sobre todo en la cara), siguen siendo efectos secundarios comunes de la terapia antirretroviral.
"Hoy en día se considera una enfermedad crónica. La supervivencia es altísima y los tratamientos cada día mejoran más. Pero esto no quiere decir que haya que bajar la guardia", subraya Rubio. "Mantener las medidas preventivas a nivel poblacional e insistir en que la gente conozca cuáles son las vías de transmisión es fundamental porque estamos viendo bastantes nuevos casos y quizás todo se deba a que la gente le está perdiendo el miedo al sida", concluye.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2010/07/07/hepatitissida/1278513976.html
Ya hace 25 años cuando empezo el camino de los retroviriales los cuales han ayudado mucho alos enfermos de VIH aunque estás pastillas tienen muchos efectos secundarios , esperemos que se vaya mejorando el tratamiento hasta que aparezca una vacuna en un futuro lejano.