No he enganchado tanto como con otras de la misma directora, pero me ha tocado la patata. En el sentido de que a veces vivimos tanto el pasado que nos hurgamos tanto que no vemos nuestro presente. Y al revés, necesitamos tanto el presente que traicionamos nuestro pasado. Ambas opciones siempre mirándonos el ombligo y sin contar con la gente que más nos importa.
La parte realista nos enseña como es el mundo real. Y como no puedes encoñar toda tu vida por el sueño loco de una adolescente por muy incorformista o idealista que sea. Además, que ponen como familiar arisco al tipo que rompe los sueños, simplemente por decir las verdades que nadie quiere escuchar.
Anna Castillo hace un papelón enorme, capaz de emocionarte con una sola mirada y con esa forma que tiene el personaje de ser un volcán internamente, pero incapaz de sacarlo afuera. Goya actriz revelación de su año merecidísimo.
Hacia tiempo que no veía a Javier Gutierrez en un papel dramático y tenía ganas de volvérmelo a encontrar.
Esta película está cargada de metáforas. Desde las raíces familiares del árbol milenario hasta la estatua de la libertad hecha añicos. O las veces que hablan de corazón cuando están pasando por un túnel. Y seguro que está llena de símbolos y lecturas escondidas.
Cambio todas las escenas de las amigas alemanas en skype por más de esas escenas preciosas con el abuelo y la nieta pequeña.