Una joven holandesa de temperamento rebelde y radical decide recorrer Irlanda como una vagabunda y disfrutar de la soledad. Así conoce a un hombre maduro que vive solo en una casa apartada de una isla maravillosa. Aunque sus caracteres son diametralmente opuestos, ambos tienen una idea común: sólo la soledad garantiza la libertad. El hombre le ofrece trabajo a cambio de comida, y la chica acepta a condición de que no haya nada personal. No tardan en sentir curiosidad el uno por el otro, pero no quieren romper el trato. Su sencilla vida sigue el ciclo de los días y las noches, trabajo y descanso, aunque cada vez se sienten más próximos.
Una película intimista y con cierto encanto. Un pequeño relato sobre las soledades compartidas y ese extraño vínculo familiar que se logra con ciertas personas. Obviamente habrá quien conecte y quién no como suele suceder con este tipo de propuestas, a mí me ha gustado y en la corta hora y pico que dura no he querido que se acabase en ningún momento.
Como apunte curioso, la tengo apuntada desde hace meses y siempre he creído que el personaje del póster era un hombre pelirrojo e incluso con barbas y mientras estaba viendo la película he ido confirmando mi ceguera y, por qué no, también mi retraso.