"The raid" es la puta película de acción del año. Y perdón por el mal lenguaje, pero es que es un film que te lleva a expresarte de esa manera. Es la polla. Perdón, de nuevo. Pero es que lo es. Puede que no sea el más sesudo de los thrillers ni un drama emocional entre disparos, pero si una cosa tiene esta película indonesa es su honestidad: hora y media que se pasa volando metida de lleno en una ensalada de tiros y ostias rodadas con un petardo en el trasero. Va más rápido de lo que tu cerebro puede asimilar, a la que te das cuenta “BUM!”, ya ha explotado delante de tus ojos.
Es la bomba, sí. Hacía tiempo que no se veía un ejercicio con la cámara tan hipervitaminado sin grandísimas explosiones con robots gigantes de por medio. Las coreografías son espectaculares, unos set-ups que no se cortan un pelo donde se mezclan tiroteos salvajes (el primer grande, cuando se esconden en el piso, la nevera y lo que conlleva), peleas a muerte con cuchillos y puertas rotas (¡yeah!) o simplemente tollinas a puño limpio a ritmo vertiginoso y con paredes que sirven de armas improvisadas.
Es una película de adrenalina y testosterona pura. Hay una trama y una historia que lo mueve todo, aunque no sea precisamente algo novedoso u original. Tampoco lo necesita: vamos a meternos en el edificio de los malos a coger al malo más malo pero sale mal y tenemos que utilizar nuestras habilidades de supermachos del copón para salir de aquí. Detrás hay algo, corrupción y apuntes familiares, pero al final es lo que menos importa: sudor, sangre y locura es lo que se espera a los 15 minutos de estar viendo lo que se asoma por la pantalla.
La música de Mike Shinoda (Linkin Park) le da un ambiente punkero con esos sintetizadores y acelera, aún más, el ritmo trepidante que tiene la cinta. Es además puro entertaining, incluso para los que no sean demasiado amantes de las películas de artes marciales. No hace falta ser un amante de Bruce Lee o Jet Li para quedarte encantado con ella. Esas son películas que exigen algo de bagaje, aquí no hará falta.
Eso es gracias primero, al magnífico trabajo de un director y unos actores que son fisicalidad pura en las secuencias de acción y segundo, que la trama que avanza la película es tan simple pero tan honesta que rellena lo que tiene que rellenar y no hace que veamos peleas “porque sí”. Bueno, matizo: las escenas de acción tienen un objetivo, no es que aparezca por ahí el campeón de karate de turno y se tiren 2 minutos peleándose. Aquí hay que salir por patas del piso porque van a venir unos tipos muy cabreados y con unos machetes del tamaño del brazo de Pau Gasol, con lo que o se corre a destrozar todo lo que se venga o no se cuenta. Lo transmite muy bien y hace que se disfruten aún más esas escenas.
Muchos la clasificarán como de videojuego cinematográfico, y no dejan de tener razón. Hasta tiene una violencia brutal que acompaña en casi todo momento, sin miedo a cortarse un pelo, como en los últimos títulos que están llegando a las tiendas. Es realmente increíble como se integra lo cafre de los movimientos de los personajes con sus consecuencias: si te clavo un cuchillo sea donde sea, va a dejar marca; si golpeo tu cabeza cinco veces contra la pared, también. Los malos (y los buenos) mueren, y de que manera. No recomendada para mentes delicadas.
Fácilmente y como se ha dicho al principio de la reseña "The raid" es la mejor película de acción del año, una bomba de balas, guantazos y armas blancas que hará las delicias de cualquiera que disfrute con la acción más loca. Perdón por un texto tan personal y, en cierta manera, de tan extremo entusiasmo, pero son las sensaciones que producen al ver una cosa así. No es una obra maestra y en términos cinéfilos ni siquiera es buena, pero narices, mola tres pueblos. Uff.
Lo mejor: Como está rodada la acción, lo violenta que es y lo poco que dura.
Lo peor: Hombre, es más sencilla que el mecanismo de un juguete...