Pocos temas pueden presumir de ser tan personales como el amor. Por eso, es una pena que decenas de películas prefabricadas inunden las salas -triunfando, además- ofreciendo una visión ramplona, cansina y monótona de dicho tema. Personajes arquetípicos, actores famosos haciendo de sí mismos presumiendo de lo guapos que son, tramas idénticas, sentimentalismo barato, ñoñerías del todo a 100, etc. Es normal que el género tenga mala fama y que genere muchos prejuicios. Calidad final al margen, es de agradecer ver como ciertas películas nos recuerdan -de forma más frecuente de lo que parece- que el amor es algo más que relatos idealizados made in Hollywood y que este tipo de historias son capaces de transmitirnos de una manera que ningún otro género puede conseguir.
"To The Wonder" nos muestra el amor como una montaña rusa, a través de los altibajos en la relación de Neil (Ben Affleck) y Marina (Olga Kurylenko). Terrence Malick utiliza de nuevo recursos característicos de su cine. Los sentimientos de los personajes se expresan mediante la voz en off, pero son las imágenes las que nos ayudan a comprenderlos. Películas como ésta demuestran que no siempre deberíamos sobrevalorar tanto los diálogos. La belleza visual vuelve a estar presente y los movimientos de cámara son muy similares (algunos prácticamente calcados) a los de "El Árbol de la Vida".
Como ocurre con otras películas de su filmografía, el espectador debe hacer un esfuerzo para entrar en el mundo propuesto por Malick. No vamos a encontrar en "To The Wonder" una historia de amor cerrada, con un nudo resaltado y una conclusión determinante. Si no se conoce la narrativa 'a lo Malick', seguir la trama sin perderse no es tarea fácil.
A pesar de lo comentado y de la introducción, el film también profundiza en otro tema. La cultura religiosa vuelve a estar en el punto de mira. En esta ocasión, se relaciona con el amor y el matrimonio. La religión aparece especialmente de la mano del sacerdote (interpretado por Javier Bardem), personaje al cual se le da demasiada importancia con sus dilemas interiores. Y digo demasiada porque personalmente no me ha convencido esta parte del film, me ha suscitado poco interés y la interpretación justita de Bardem no ayuda.
Por otro lado, Ben Affleck y Olga Kurylenko están sobresalientes en sus roles y resultan esenciales a la hora de transmitir el carrusel de emociones a los que se ven sometidos sus respectivos personajes. Sorprenden ambos, pues Affleck resulta bastante expresivo y convincente -y ojo, es un personaje con muy pocos diálogos- mientras que Kurylenko se aleja de su figura de "sex symbol" para dar una imagen más bella (o ñoña si se quiere).
El principal problema de la cinta viene cuando tenemos en cuenta a su 'predecesora'. Dadas las similitudes y viendo de lo que es capaz Malick, resulta inevitable hacer comparaciones. "El Árbol de la Vida" es una obra mucho más redonda. Me encanta el estilo del cineasta norteamericano, pero al final es difícil no sentirse saturado. Por momentos, peca de reiterativa. Algunos incluso pensarán que Malick se ha ahogado en su propio estilo.
La sensación es que podría haber dado más de sí y resulta inevitable lamentarse, pues estamos ante una obra menor. Pero a pesar de los defectos, se nota la mano de uno de los grandes cineastas actuales, que vuelve a transmitirnos y a mostrar ideas a través de imágenes. Visualmente, es una delicia. De nuevo, Malick nos ofrece una película única.