'El último', un clásico del cine mudo de Murnau, narra la historia de un portero de un lujoso hotel, un anciano orgulloso de su trabajo. Su oficio le ofrece respeto y reconocimiento entre la clase baja, donde es tratado como una figura de alto prestigio.
A causa de su vejez, la gerencia del hotel decide degradarle a mozo de los lavabos. Al perder su bien más preciado (por no decir el único), el portero cree que su vida se ha terminado. El sentido en el que basaba su mentalidad, el materialismo, se ha perdido por completo. La gente sustituye las alabanzas y el respeto por las burlas y las mofas. A destacar la escena onírica donde observamos el anhelo (que se convierte en desesperación) por ser el más poderoso, por ser superior a los demás.
La película elude textos y diálogos como elementos narrativos, la comunicación se rige a través de imágenes y gestos de los actores.
Murnau critica a una sociedad que se rige únicamente por las posesiones y los uniformes. El panorama es desolador: hasta la clase baja idolatra a quien tiene poder y repele a los que pierden sus bienes materiales.
Pero la verdadera genialidad de Murnau llega al final: