El problema no es pedir opinión, sino aceptarla de primeras como una realidad futura, sin que asome un mínimo de razonamiento crítico. El otro día hice un experimento tan sencillo como cutre, con el fin de saber qué validez tienen las opiniones de (se supone) grandes expertos sobre el tema. El "diseño": busco noticias o papers donde se relacione el bitcoin con alguno de los premiados con el Nobel de Economía desde 2005 (en total, 24 nombres); si hay éxito, intento localizar referencias previas para compararlas entre sí. Y esto es lo que hay:
Empiezo por el bueno de Paul Krugman (2008), que es el más mediático. A lo largo de 2013, dedicó varias de sus columnas en "The New York Times" a relacionar el bitcoin con el "mal" y el "barbarismo", y a calificarla de "divisa estúpida". Dijo que "nunca podría funcionar". No localizo nada relacionado a partir de 2014.
Robert Shiller (2013) dice en 2017 que el bitcoin es una moda pasajera, aunque en 2014 ya decía que esta crypto era un ejemplo perfecto de burbuja.
Eugene Fama (2013, también) dijo en 2015 que era probable que el bitcoin se fuera "a cero". No he encontrado menciones relacionadas desde entonces.
Joseph Stiglitz (2001, me apareció cruzado en una búsqueda) defendía hace poco la prohibición del BTC. El año pasado afirmaba que la crypto ya estaba prohibida en Estados Unidos.
El valor de las opiniones ajenas, sobre todo en lo que respecta al dinero propio, debería cuantificarse después de analizar un poco qué coño nos están contando.