El balón está en el círculo central de la pista. Desde las gradas, unas 40 internas animan sin parar. Los aplausos y los cánticos rebotan por las paredes del pabellón, donde la única conexión con el exterior es una puerta metálica, que está sujeta a un estricto protocolo de apertura. El escudo del Barça, presente en las equipaciones de las internas, llama la atención en un espacio más bien gris. Es la hora de desinhibirse, de olvidarse de lo que hay más allá de los muros de la prisión de Brians 1 (y también de lo que hay dentro). Fuera del centro penitenciario hay un mundo que a muchas les es lejano. Ahora, sin embargo, gracias a la alianza entre la Fundación del Barça y el Departamento de Justicia, tienen un espacio de crecimiento personal y preparación para su futuro en cuanto recuperen la libertad.
Lejos de la imagen mental que todos tenemos de las prisiones, promovida por series como «Vis a vis» u «Orange is the new black», los monos de color naranja o amarillo no forman parte de esta trama. Saliendo de los prototipos explotados por las narrativas televisivas, las mujeres y chicas que protagonizan esta historia son personas normales. Podrían ser perfectamente amigas de la escuela, vecinas del barrio o compañeras de trabajo. La única diferencia es que ellas han tomado alguna decisión en la vida por la que han sido privadas de libertad. Las que se han presentado de forma voluntaria para la actividad organizada por la Fundación del Barça disfrutan de un segundo grado de régimen ordinario, es decir, duermen y están las 24 horas en la prisión. Se trata de internas que no son peligrosas, pero que todavía no tienen un régimen de semilibertad o tercer grado y que tienen la posibilidad de pedir 36 permisos al año, una vez que se ha cumplido una cuarta parte de la condena.
Suena el silbato: la actividad empieza y, alrededor de la pelota, es la hora de soltarse. Antes, sin embargo, hay que saber a qué jugamos, cuáles son los límites del terreno de juego. Y estos los ponen ellas. Las internas son las que tienen que elegir qué vale y qué no, cuál es el objetivo y cuál es el camino válido para conseguirlo. Esta elección, válida dentro y fuera de la pista, es la base de todo: del juego, de su reinserción y de su vida. Aquí no solo es clave hacer llegar antes el balón a la línea de gol, sino que, de hecho, es mucho más importante incorporar valores como el sacrificio, la empatía, el compromiso o la disciplina. «A través de la experiencia es mucho más fácil que incorporen habilidades que les servirán en la vida diaria», explica Maria Linares, entrenadora y responsable de la actividad. «Mejoramos el compañerismo, el trabajo en equipo y las relaciones sociales», confiesa Ricky, una de las internas. Las actividades deportivas, que ya llevan en marcha tres semanas, buscan acercar cualquier deporte a las participantes. Fútbol, baloncesto, balonmano, voleibol… Cualquier actividad es provechosa, puesto que es la antesala de una sesión de reflexión entre las internas y los técnicos deportivos.
Valores y deporte, siempre de la mano
El empoderamiento es una de las metas principales que tiene el proyecto que ha comenzado la fundación del club azulgrana. «Es un orgullo como club trabajar con personas vulnerables. Queremos que el Barça haga la vida mejor para estas personas. Necesitamos empoderar a estas mujeres, hacer que vuelvan a entrar en la sociedad, que se formen, que adquieran estos conocimientos», defiende Elena Fort, vicepresidenta institucional del Barça. «La sociedad os debía una nueva oportunidad y el Barça os la dará», añadía la portavoz, que, acompañada por la presidenta de la Fundación, Marta Segú, y la consejera de Justicia de la Generalitat, Lourdes Ciuró, asistió a la prisión para presentar la iniciativa y hablar con las internas. «Tenemos el compromiso de mejorar la vida de las internas dentro de las prisiones. La práctica deportiva tiene un impacto en la reducción de la conflictividad, facilita el abandono del consumo de tabaco y drogas, y mejora la convivencia y la integración de las personas en su preparación para la vida en libertad», reforzaba la consejera.
Mientras los actos protocolarios empiezan, las internas hacen piña. Dara coge la pelota y la mantiene enganchada a las botas. Desde pequeña siempre ha jugado a fútbol, sobre todo con chicos, cuando vivía en Brasil. «Me encanta el fútbol, es algo que me apasiona. Ver que el Barça está aquí dentro y que ha desarrollado este proyecto es muy bonito. Nunca me lo habría imaginado -confiesa-. El deporte siempre me ha ayudado a superar mis problemas. Es un refugio y me ayuda mucho a olvidarme de las cosas que tengo fuera«, reconoce emocionada. «Nos relajamos y disfrutamos como no lo hemos hecho durando mucho tiempo», secunda Alba, que no para de agradecer a las tres representantes institucionales «su generosidad».
La prisión no es un lugar fácil, defienden las internas. La privación de libertad comporta muchos miedos, inseguridades y horas de silencio. Muchos días para pensar, reflexionar, que hay que enfocar de una manera constructiva que a veces no es nada fácil. El deporte es una vía de escape a la vez que una oportunidad para reforzar vínculos entre compañeras y con una misma.