Mohammed El-Nawawy y Adel Iskandar [2]
¿Es imparcial Al-Jazeera?
1 Muchos occidentales han acusado a Al-Jazeera de ser parcial con respecto a la causa palestina. Al-Jazeera tiene la costumbre de describir como “mártires” a los terroristas suicidas palestinos que atacan Israel, lo cual muchos consideran una violación de la objetividad en la información. Walid Al-Omary, corresponsal en la ciudad cisjordana de Ramallah, describía así la complejidad de su posición: “Ser objetivo en esta zona no es fácil, pues nosotros vivimos aquí y formamos parte de este pueblo. Esta situación también nos atañe, y tenemos nuestras propias opiniones”.
Tal vez sea ésta una de las razones por las que los telespectadores árabes se identifican más con Al-Jazeera que con las cadenas de televisión occidentales. Muchos telespectadores árabes que ven la CNN opinan que la televisión estadounidense no se muestra imparcial con respecto a los árabes. Argumentan que la palabra “terrorismo” rara vez se emplea en los medios de comunicación de EE.UU cuando describen la práctica israelí de asesinar a activistas políticos pertenecientes a diversas facciones palestinas. En vez de eso, estos hechos se describen como “asesinatos selectivos”. Esto a menudo provoca que en gran parte del mundo árabe se piense que los medios de comunicación occidentales ofrecen una información sesgada, según los deseos de Israel, impidiendo que palestinos y árabes den a conocer su postura tan a menudo como los hacen los israelíes.
Hoy en día, Al-Jazeera presenta los puntos de vista árabes usando un estilo y un lenguaje con los que la audiencia árabe puede identificarse. Dentro de muchas culturas del mundo árabe resulta natural considerar “mártires” (shuhada ) a los palestinos asesinados a manos de los soldados israelíes en los Territorios Ocupados, pues, para los árabes, estos palestinos sacrifican sus vidas para defender su derecho a vivir en los territorios palestinos. Esto va en contra de gran parte de las opiniones transmitidas por las televisiones occidentales, pero refleja con mayor precisión la postura árabe sobre los acontecimientos en Oriente Medio. Sin embargo, tras los atentados en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001, se ha planteado un cierto debate dentro de la prensa árabe, los medios de comunicación de masas y el público en general sobre si puede calificarse como “mártires” a quienes atentan contra civiles israelíes. En Al-Jazeera se ha librado una guerra dialéctica entre los clérigos de la región, quienes mantienen distintas interpretaciones de la resistencia frente a lo que ven como ocupación israelí.
Al-Ali, director general de Al-Jazeera, explicó que “llegamos con nuestras propias ideas y opiniones [...] Al-Jazeera, desde su planteamiento hasta su emisión, ha sido desarrollada por unos profesionales procedentes de países árabes. Quizás tuvieran experiencia trabajando en medios de comunicación occidentales –la BBC o medios de comunicación estadounidenses–, pero todos son árabes. Así pues, aprovechan su experiencia profesional en la BBC, pero su educación árabe les permite adaptar esta experiencia y aplicarla en el mundo árabe. Conocemos la mentalidad de los árabes, pero también deseamos llegar a la audiencia formada por los árabes emigrantes, quienes están acostumbrados a los medios de comunicación occidentales”.
Hasta cierto punto, lo que dijo Al-Ali es cierto. Una delgada línea separa una cobertura sesgada de la información y unas noticias presentadas desde un punto de vista árabe a los telespectadores árabes de todo el mundo. Para los árabes educados en Occidente y los inmigrantes árabes de Norteamérica, la CNN es la fuente preferida de información sobre sus respectivos países de origen.
Sharon Waxman, del Washington Post , lo explicó bien en su artículo sobre Al-Jazeera del 2 de diciembre de 2001. Dijo acertadamente que todas las agencias de noticias son un producto de la cultura autóctona que las concibió. Explica que “por ejemplo, las cadenas de noticias con sede en EE.UU dan por supuesto que el Estado de Israel tienen el derecho a existir y que Osama bin Laden es malvado. En el mundo árabe, eso suena parcial”.
Un conocido periodista saudí, Jamal Khashoggi, afirmó que Al-Jazeera tiene un gran problema con la objetividad. Dijo que “ellos son liderados por las masas, no lideran a las masas”. ¿Deben los medios de comunicación liderar al pueblo? ¿Es el deber de los medios de comunicación liderar a las masas? Parece que se hace necesario aplicar la teoría de la objetividad en función del contexto, es decir, que la televisión y los distintos medios de comunicación presenten las noticias de un modo lo bastante imparcial y a la vez se muestren receptivos ante la sensibilidad local.
Otra crítica mordaz contra Al-Jazeera es que persigue a toda costa ganar mayor audiencia y se apoya en el sensacionalismo para alcanzarla. Nabil Osman, director de los Servicios Estatales de Información de Egipto, dijo a Waxman que Al-Jazeera “sólo es prensa amarilla”. Existe un viejo proverbio árabe, khalif to' raf, que significa “oponerse y ser conocido”. Podría argumentarse que, haciendo honor a este proverbio, Al-Jazeera se ha hecho un nombre creando y luego manejando la polémica. Quizás el público árabe esté ya preparado para esta polémica.
Al-Jazeera y la movilización política
Muchos se preguntan si Al-Jazeera juega realmente un papel importante a la hora de desarrollar la conciencia política entre los árabes y movilizar a la opinión pública para que pase a la acción política. ¿Conducirá Al-Jazeera a una nueva era de cambio y responsabilidad políticos?
Algunos observadores han afirmado que sería demasiado optimista deducir que Al-Jazeera puede afectar a la naturaleza de los sistemas políticos en el mundo árabe. Estos observadores añaden que los telespectadores árabes pueden cambiar de opinión gracias a lo que ven en televisión, pero que esto no tiene por qué traducirse de hecho en una acción política. Según estos observadores, los órganos de decisión política en casi todos los países árabes están configurados de antemano para conservar una mayoría progubernamental y centralizada que, si bien permite cada vez más el debate y la discusión, mantiene la verdadera toma de decisiones en manos de los pequeños grupos elitistas que han manejado durante décadas los asuntos públicos y las cuestiones de Estado.
Sin embargo, el argumento de que Al-Jazeera no puede estimular una mayor democratización y movilización política entre los árabes parece superficial. Es cierto que el discurso de Al-Jazeera no ha dado inicio a golpes de Estado ni ha provocado que el pueblo árabe se revele violentamente en las calles. No obstante, Al-Jazeera ha demostrado jugar un papel importante a la hora de movilizar el apoyo a los palestinos y mantener la actual sublevación de éstos, la cual se remonta al inicio de la segunda intifada , en septiembre de 2000. Millones de árabes, desde el Golfo Pérsico al norte de África o los Estados Unidos, han estado viendo imágenes de los palestinos enfrentándose a las fuerzas israelíes. Muchos de estos telespectadores árabes veían por vez primera la intifada en directo. Al-Jazeera transmitió imágenes explícitas de las víctimas palestinas y de quienes arrojaban piedras en su lucha contra los tanques y la artillería pesada de Israel en los territorios palestinos. Estas escenas, muchas de las cuales no fueron difundidas por los medios de comunicación estadounidenses, han aumentado la solidaridad de los árabes con los palestinos y el odio hacia los líderes israelíes y su política.
En este sentido, se puede decir que Al-Jazeera ha unido a los árabes por primera vez desde principios de la década de 1970, cuando Umm Kalthoum, la legendaria diva egipcia en cuyo honor se construyó recientemente un magnífico santuario en El Cairo, reunía una vez la mes al mundo árabe para escuchar por la radio sus conmovedoras actuaciones musicales. Admiradores de todos los rincones del mundo árabe se apiñaban en torno a sus transistores el primer jueves de cada mes para escuchar las canciones de Umm Kalthoum. Desde su muerte a mitad de los setenta, los árabes no se habían unido tanto para ver o escuchar un único medio de comunicación de masas. Hoy en día, los programas y los debates de Al-Jazeera provocan el mismo efecto. No importa lo que estén haciendo o donde se encuentren, cuando se emite un determinado programa de Al-Jazeera, los telespectadores árabes se olvidan de todo y se apresuran a verlo. El día en que abrió sus puertas el museo de Umm Kalthoum, de 1.200 millones de dólares, un viejo admirador de cincuenta y nueve años afirmó en una entrevista para la BBC (28 de diciembre de 2001): “Ella nos unió como árabes; unió nuestros corazones”. En más de un sentido, se puede decir que Al-Jazeera ha hecho lo mismo con su nuevo estilo de cubrir las noticias.
Los reportajes de Al-Jazeera sobre el levantamiento palestino provocaron manifestaciones a favor de los palestinos en todo Oriente Medio. Pero cuando la cadena difundió las opiniones de los árabes exigiendo a sus líderes que hicieran algo más por los palestinos, los gobiernos árabes reaccionaron con rapidez, acusando al canal televisivo de incitar a la violencia. [3] Varios gobiernos árabes, entre ellos el de Egipto y el de Jordania, dijeron que las informaciones de Al-Jazeera sobre el alzamiento palestino amenazaban la estabilidad de sus regímenes y los exponían a la crítica de sus ciudadanos. De hecho, Egipto y Jordania se han mostrado más críticos con Al-Jazeera que el mismo Israel. El gobierno israelí podría tener motivos para preocuparse si los reportajes de Al-Jazeera sirvieran para incitar la revuelta palestina, y sin embargo sigue permitiendo a los corresponsales de Al-Jazeera operar libremente dentro de sus fronteras.
Al-Omary, el corresponsal de la cadena en Cisjordania, dice que su teléfono móvil recibe mensajes durante todo el día, muchos de ellos procedentes de palestinos que viven en aldeas remotas. Al-Omari dice que “la credibilidad de Al-Jazeera es muy alta entre los palestinos, pues a través de nosotros se enteran de los sucesos que no pueden conocer por otros medios de comunicación, incluidos los suyos. Confían en nosotros”.
¿Servirá esta confianza para fomentar la acción política? Podría ser. La evidencia sugiere que la información de Al-Jazeera sobre el levantamiento palestino al menos ha animado a que la población árabe presione a sus gobiernos para ayudar a los palestinos castigados por la guerra. Podría haber sucedido lo mismo con la cobertura informativa de los bombardeos estadounidenses sobre Afganistán. En un primer momento, Al-Jazeera fue la única cadena informativa del mundo cuyos corresponsales trabajaron desde el corazón mismo del conflicto, en las ciudades afganas de Kabul y Kandahar. Al-Jazeera fue la primera en informar sobre los campos de refugiados afganos, y las imágenes que retransmitió –mostrando el sufrimiento de los refugiados afganos en los campos de refugiados cercanos a la frontera con Pakistán– suscitaron la ira de los árabes contra los militares estadounidenses. [4]
Y aunque los medios de comunicación occidentales han dedicado mucho tiempo a informar sobre la situación de los afganos, su sufrimiento después de décadas de guerra y las severas restricciones impuestas por el régimen talibán, es difícil decir si sus reportajes sobre la campaña de ayuda humanitaria de los EE.UU han tenido algún impacto en el mundo árabe. Los expertos afirman que los EE.UU han sido incapaces de explicar y poner de relieve los objetivos de su campaña humanitaria a una audiencia ampliamente hostil y recelosa, más centrada en las víctimas que en el aspecto humanitario. Según Michael Hudson, un experto en temas árabes de la Universidad de Georgetown, los EE.UU necesitan organizar una campaña humanitaria “más creíble”. Durante una entrevista para el Christian Science Monitor, Hudson afirmó que “[Los EE.UU] deben hacer algo más que dejar caer unos cuantos paquetes desde un avión”.
La primera vez que Al-Jazeera se dio cuenta de su capacidad para atraer a las audiencias árabes fue en 1998, durante su cobertura de la operación militar estadounidense contra Irak conocida como “Tormenta del desierto”. Como en el caso del conflicto afgano, Al-Jazeera fue la única cadena en Irak al inicio de los bombardeos. Desde ese momento, las imágenes de los ataques aéreos y los amplios debates sobre las sanciones contra Irak alimentaron la furia de los árabes. En pocas palabras, el embargo económico aprobado por la ONU parecía injustificado. Al-Jazeera reforzó su posición dos años después, cuando ofreció información con motivo de la intifada.
Al-Jazeera y las libertades civiles
En los EE.UU y Europa, donde los programas políticos y sociales se debaten abiertamente, los poderosos grupos mediáticos y su programación pueden promover los derechos civiles. En los EE.UU, programas televisivos como Politically Incorrect, The Tonight Show with Jay Leno o Late Night Show with David Letterman gozan de una enorme popularidad y a menudo abordan los problemas y los males de la sociedad estadounidense bajo el disfraz de la comedia, el ingenio y el humor.
La situación es muy diferente en todo el mundo árabe. Allí, una población de 300 millones de personas, en su mayoría jóvenes, vive en sociedades muy estrictas y sueña con la liberación y los derechos fundamentales. La mitad de la población es analfabeta, sometida a unos gobernantes cuya prioridad es mantenerse en el poder y conservar el control a toda costa. De algún modo, a la vista de las distintas sociedades árabes –algunas más abiertas, otras muy cerradas–, surgió Al-Jazeera y parece que también salió a la luz una audiencia que había permanecido sin explotar hasta ese momento.
Al-Jazeera ha fomentado entre la nueva audiencia árabe los derechos y las libertades civiles, a un nivel interestatal. Una de las libertades civiles promovidas por Al-Jazeera ha sido la de ofrecer poder a las mujeres para que ejerzan su derecho a buscar y recibir información e ideas. Por ejemplo, uno de los programas de Al-Jazeera, Akhbar Riyadiyya (“Noticias deportivas”), ha dedicado varios episodios al papel de la mujer árabe en los deportes, destacando que diversas figuras del deporte femenino han ganado varios campeonatos. Por otra parte, los programas de Al-Jazeera han hecho posible que mujeres árabes de Marruecos, Túnez, Egipto o Yemen presencien el desarrollo e impacto de los movimientos femeninos en otras partes del mundo, incluido el mundo árabe.
Al-Jazeera posee un inmenso potencial para la audiencia árabe, como foro para el intercambio de pensamientos e ideas y como un medio para conseguir una plataforma pública que favorezca el desarrollo y la adquisición de poder político y social, además de una vía para difundir la educación, superando las distancias y las diferencias horarias. Al-Jazeera también es un instrumento ideal para mejorar las libertades civiles de la comunidad árabe dispersa por todo el mundo.
Al-Jazeera y la teoría de la conspiración
Existe toda una generación de ciudadanos árabes cuya desconfianza hacia el Estado de Israel es tan grande que piensan que todo el sufrimiento que se cierne sobre el mundo árabe está relacionado con una conspiración urdida por los israelíes para acabar con la unidad árabe y provocar el caos en Oriente Medio. La sospecha de que los medios de comunicación estadounidenses son un instrumento de la propaganda sionista forma parte de esa desconfianza. Ya se trate de la introducción del virus VIH en los países árabes vecinos de Israel o de la gran cantidad de drogas ilícitas en las calles de las ciudades árabes, Israel siempre es acusado de ser el responsable en la sombra de tales problemas.
Los mismos problemas sociales existen en una proporción diez veces mayor en las calles de Nueva York; de hecho, existen en todas partes en mayor o menor grado. Pero esta teoría de la conspiración sionista se ha vuelto tan obsesiva que se culpa a Israel de casi todas las tribulaciones. Parte de la prensa egipcia, por ejemplo, ha informado de que turistas portadores del virus VIH viajan desde Israel a Egipto e infectan intencionadamente con el SIDA a los egipcios, en un intento de infiltrarse y desestabilizar el Estado. Otros han informado de que las drogas son distribuidas por grandes traficantes israelíes con la intención de destruir a la juventud árabe. Por absurdas que suenen estas ideas, muchos árabes las consideran creíbles y convincentes. Así pues, las teorías de la conspiración predominan en las sociedades árabes.
En el contexto de estas teorías, muchos árabes creen que todos los sufrimientos del mundo árabe son el resultado de un gran plan tramado por Gran Bretaña y Francia después de la Segunda Guerra Mundial, con los EE.UU como aliado perpetuo de Israel –el “niño mimado” de los americanos– durante más de cinco décadas. Así pues, entre el ciudadano árabe medio existe la opinión muy extendida de que Occidente está conspirando contra el mundo árabe e islámico y que hay un complot sionista orquestado por los EE.UU e Israel para detener cualquier tipo de desarrollo en los países árabes e islámicos. La conspiración ofrece una clave para entender la cultura política de Oriente Medio, pues impregna toda la vida de los árabes, desde las conversaciones familiares más privadas hasta los más altos niveles del discurso político. La teoría de la conspiración ayuda a explicar muchas cosas que, de otra manera, parecerían ilógicas o inverosímiles, incluyendo el extremismo y la inestabilidad políticos, la cultura de la violencia y el pobre historial en cuanto a modernización. La mentalidad conspirativa también se extiende fuera de la región, afectando al modo en que los forasteros ven Oriente Medio y promoviendo el pensamiento conspirativo en otras partes del mundo.
Durante algún tiempo, algunos árabes y musulmanes se han negado a aceptar que personas que comparten su fe, su etnia o su nacionalidad hayan podido cometer actos tan atroces como los del 11-S. Esta puede ser una de las razones por las que algunos se apresuraron a culpar a Israel, en lugar de reconocer que miembros de su propia comunidad pudieran haber participado en los hechos. Cuando bin Laden mismo admitió su culpabilidad, algunos llegaron a reconocer hasta qué punto los atentados del 11-S –por no mencionar la irracional negativa a aceptar la implicación de algunos árabes en estos acontecimientos– han dañado la imagen global de los árabes y musulmanes.
Sin embargo, por increíble que parezca, cuando Al-Jazeera emitió el video de bin Laden diciendo que el World Trade Center y el Pentágono habían sido “golpeados por Dios en su punto más vulnerable...gracias a Dios por ello”, muchas personas en el mundo árabe todavía siguieron aferrándose a la teoría de la conspiración. En relación al video de bin Laden, un abogado egipcio afirmó que “ningún árabe posee la tecnología necesaria para llevar a cabo esa emisión. Mubarak, el rey Abdullah y todos los demás saben que lo hizo el Mossad para provocar que América destruya a los palestinos y que los ojos del mundo permanezcan cerrados ante el destino de los palestinos”.
Al-Jazeera ha sido acusada de incitar a la violencia en Oriente Medio por mostrar imágenes de víctimas palestinas durante la intifada. El mismo público árabe que acusó a Al-Jazeera de incitar a la violencia también la acusó de ser pro-israelí y de traicionar a la causa árabe por invitar a sus debates televisivos a funcionarios israelíes de alto rango. Algunas personas llegaron a acusar a la cadena de colaborar con el Mossad y la CIA. “Desconfío bastante de las intenciones de Al-Jazeera. En realidad, no es una emisora libre. Está aliada con Israel y los EE.UU para retratar a los árabes de una manera negativa”, dijo un estadounidense de origen árabe en Baltimore.
Según Judith Kipper, directora del programa para Oriente Medio en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, “la respuesta de los árabes se limita a afirmar que [Al-Jazeera] está conspirando contra ellos. Es fácil de decir, pero muy distinto es evaluar realmente el efecto de Al-Jazeera, un canal libre que opera en una de las regiones con más limitaciones en lo que respecta a la libertad de expresión”.
Por otro lado, funcionarios de los EE.UU han acusado a Al-Jazeera de colaborar con los líderes talibanes, ya que, en un principio, fue la única cadena permitida en Kabul. Además, Al-Jazeera ha sido acusada de ser “el portavoz de Osama bin Laden” [5] , sobre todo después de que emitiera el video de bin Laden el 7 de octubre de 2001. Irónicamente, esto recuerda el papel que jugó la CNN durante la guerra del Golfo de 1991, cuando Peter Arnett, corresponsal de la cadena, fue en un principio el único periodista occidental en Bagdad, la capital irakí. Solo en la ciudad, Arnett tuvo la oportunidad de informar sobre los daños producidos por los bombardeos de la coalición. Teniendo en cuenta algunas de las polémicas más absurdas provocadas por su cobertura informativa (la infame “fábrica de lecha infantil”, entre otras), Arnett, quien de hecho ocupaba una posición privilegiada, fue criticado por igual por funcionarios estadounidenses, otros medios de comunicación y telespectadores. [6]
Al-Jazeera y sus admiradores en Norteamérica
La fama alcanzada por Al-Jazeera tras sus exclusivas en Afganistán y su emisión del video de bin Laden puede ayudar a la cadena a expandirse más allá del mundo áraboparlante. [7] Para muchos árabes que viven en los EE.UU y Canadá, Al-Jazeera representa la principal fuente de noticias sobre sus países de origen.
La razón más importante de la creciente popularidad de Al-Jazeera entre los telespectadores árabes en Norteamérica sin duda está relacionada con la conexión cultural que la comunidad ha recreado en territorio occidental. Sus seguidores consideran que la cadena informa sobre los acontecimientos árabes y mundiales de manera seria y sin censuras, con locutores y periodistas árabes que emplean un estilo familiar y cercano, todo lo cual ayuda a alimentar el sentido de pertenencia a la comunidad árabe. Debatir y discutir apasionadamente las noticias forma parte de la tradición árabe. En Oriente Medio, donde el debate político a menudo se limita a la esfera privada del hogar y a los lugares de oración, Al-Jazeera ha proyectado vía satélite a todo el mundo los debates que antes se producían a puerta cerrada, un acto considerado por muchos como una osadía y un desafío. Mostrar a un disidente irakí denunciando a Saddam Hussein o a un palestino y un kuwaití debatiendo sobre los efectos de la guerra del Golfo se interpretan como actos muy radicales. Al-Jazeera ha ampliado la tradición árabe del debate y el discurso. Ha desacreditado a muchas vacas sagradas de Oriente Medio y muestra gran resolución a la hora de cubrir de un modo imparcial las noticias del mundo árabe. Para muchos telespectadores árabes que residen en el extranjero, Al-Jazeera, con sus análisis en profundidad de los asuntos de Oriente Medio, es superior a cualquier canal de noticias estadounidense. El gran número de espectadores vía satélite de Al-Jazeera y de usuarios que visitan su página web sugiere que la mayor parte de los habitantes de Oriente Medio ha ido aceptando cada vez más las ideas progresistas y el verdadero debate.
El corresponsal de Al-Jazeera Jamal Demiloj dijo lo siguiente al reportero Ned Parker, en un artículo del Christian Science Monitor: “Al-Jazeera ofrece un espacio de libertad al telespectador árabe. Antes, los árabes no conocían la libertad de prensa”. Según Ahmed Sheikh, un editor de programas, la cuestión es simple: “Cuando se habla de asuntos considerados tabú en el pasado, la gente se anima a ser más abierta de miras y pierde el miedo a tratar dichos asuntos. Cuando hablamos sobre la violación de los derechos humanos, estamos enseñándoles que tienen una serie de derechos básicos por los que deben luchar”. Por su parte, según Farouk Al-Kassem, un periodista de Al-Jazeera, “la gente tiene hambre y sed de expresarse”. Por último, en una entrevista realizada por Stephen Wu, publicada en el número de otoño de 1999 de Harvard International Review, Mohammed Jasim Al-Ali añade: “Sólo disponemos de una de estas dos opciones: o ganamos el gobierno o ganamos audiencia”.
Discurso público
En algunos de los estados más totalitarios –Siria, Irak, Sudán o Libia– prácticamente no hay libertad de prensa. En otros, la censura estatal de las noticias se está relajando. En Jordania y Egipto ha surgido una especie de prensa de la oposición, con el consentimiento oficial; pero incluso ésta se ciñe a la línea oficial en las cuestiones importantes y a menudo su lectura resulta muy aburrida. El Líbano fue el único Estado donde los árabes disfrutaron de libertad de prensa, hasta que Siria impuso su control en el último año de la guerra civil que transcurrió entre 1975 y 1990.
Durante los años noventa, todas las máquinas de escribir en Irak debían quedar registradas por las autoridades. Hoy en día, esta limitación ha quedado fácilmente superada por Internet o la televisión por satélite, aunque muchos árabes siguen careciendo de tales lujos. La política ha sido siempre un coto exclusivo de la clase alta. Faisal Al-Kasim, periodista sirio de Al-Jazeera, añade: “Los medios de comunicación pueden servir de catalizador en el proceso de democratización. Durante demasiado tiempo hemos ocultado debajo de la alfombra la basura de nuestra sociedad.”
La prensa en el mundo árabe es cada vez más audaz y está comenzando a influir sobre la cultura política de la región, lo cual nos trae a la memoria el papel que los periodistas han jugado en la democratización de otras zonas del mundo. Al-Kasim y sus colegas están reclamando que se apliquen en sus propios países las normas internacionales de la libertad de prensa. Ellos están aprendiendo de la historia reciente, y los estados de Oriente Medio pueden aprender de los periodistas que están promoviendo la democracia y la libertad de expresión.
La fórmula adoptada por la redacción y el consejo directivo de Al-Jazeera se basa en reconocer lo que los árabes consideran importante. Saddam Hussein jugó la carta de Palestina en su intento por ganarse el apoyo del mundo árabe a comienzos de la década de 1990. Osama bin Laden intentó lo mismo en el otoño de 2001. La intifada palestina –la cuestión más repetida y conocida dentro del mundo árabe– ha sido el acontecimiento más tratado en Al-Jazeera. Que la cadena considere la intifada como una consecuencia de la agresión israelí o de la palestina no tiene importancia. Lo importante es que el público árabe sigue apasionándose con la intifada, y esa pasión impulsa a Al-Jazeera a cubrir la noticia. Se trata de satisfacer una demanda.
El papel de Al-Jazeera en este contexto se basa en su capacidad para sacar a la luz temas e ideas opuestos. Cuando la intifada palestina se discute abiertamente en la esfera pública, como cualquier otra cuestión democrática, es menos probable que se imponga una postura radical. Los perturbados combatientes en el Oriente Medio actual son el producto de décadas de libertad de expresión reprimida y de silencios forzados. Las voces moderadas que hacen uso del pensamiento y el discurso racionales pueden hacer algo más que reemplazar las creencias psicóticas y las conductas extremistas. Pueden ayudar a crear una sociedad civil dinámica.
NOTAS.-
[1] Traducción y adaptación de un extracto del libro titulado Al-Jazeera: How the Free Arab News Network Scooped the World and Changed the Middle East , Westview Press, 2002. Disponible online en: http://acc.teachmideast.org/texts.php?module_id=13&reading_id=1030 Versión en castellano elaborada por el equipo de traductores de Alif Nûn . (Nota de la Redacción).
[2] Mohammed El-Nawawy nació en Egipto y estudió en la Universidad Americana de El Cairo. También posee un doctorado en periodismo por la Universidad de Carbondale (Illinois, EE.UU). En la actualidad es profesor adjunto en el Departamento de Comunicación de la Universidad de Queens, en Charlotte (EE.UU). Adel Iskandar es de origen egipcio, aunque nació en Edimburgo (Reino Unido) y se crió en Kuwait. Estudió biología y antropología social en la Universidad de Dalhousie, en Halifax (Canadá) e hizo un master en comunicaciones por la Universidad de Purdue, en Calumet (Indiana, EE.UU). (Nota de la Redacción).
[3] De hecho, para contrarrestar el poder mediático de Al-Jazeera, el gobierno de Arabia Saudita, con la estrecha colaboración de los EE.UU, inauguró un canal de noticias en lengua árabe llamado Al-Hurra (en árabe, “La libre”). (Nota de la Redacción).
[4] El ejército estadounidense bombardeó en 2001 las oficinas de Al-Jazeera en Kabul, y en 2003 las de Bagdad. Este último ataque ocurrió días antes de la entrada de las fuerzas de los EE.UU en la capital irakí, durante la Segunda Guerra del Golfo. Las instalaciones de la emisora fueron alcanzadas por una bomba “inteligente” que provocó la muerte de uno de los empleados de la cadena. La versión oficial estadounidense, según la cual ambos bombardeos fueron producto de sendos errores, quedó en entredicho el 22 de noviembre de 2005, cuando el diario británico Daily Mirror afirmó disponer un memorándum con la transcripción de una conversación entre Tony Blair y George W. Bush, en la cual Blair trataba de persuadir a Bush de que no bombardeara las oficinas centrales de Al-Jazeera en Qatar, país aliado de los EE.UU. (Nota de la Redacción).
[5] A este respecto, cabe destacar la detención en 2003 de Taysir Allouni, corresponsal de Al-Jazeera en España, quien fue condenado por la Audiencia Nacional, acusado de pertenecer a Al-Qaeda. Osama bin Laden le concedió una entrevista exclusiva en 2001, la cual fue transmitida por Al-Jazeera. La filmación de la entrevista se usó en el juicio como prueba de la relación de Allouni con Al-Qaeda. El 7 de octubre de 2006 fue puesto bajo arresto domiciliario, debido a su estado de salud. (Nota de la Redacción).
[6] Una de las razones por la cuales Arnett recibió críticas (lo acusaron de “traidor”) fue precisamente por informar de que los aliados habían bombardeado una fábrica de leche infantil, desmintiendo así que se tratara de un almacén de armas químicas. (Nota de la Redacción).
[7] De hecho, Al-Jazeera ya emite en inglés y también dispone de una página web en este idioma, y planea lanzar una cadena de noticias en urdu. (Nota de la redacción).