Le llamaban Potro de Vallecas y ahí mismo, en el barrio que le vio despuntar a derechazo limpio, fue detenido el pasado lunes Policarpo Díaz Arévalo (Madrid, 1967), más conocido como Poli Díaz, en su presunto y enésimo KO fuera del ring de boxeo. En concreto en el otro, el de la vida.
Después de dar y recibir ganchos de todo tipo, y hasta llevarse alguna puñalada traicionera, el púgil más popular de la historia del boxeo español fue interceptado por la Policía Nacional en un control orientado a impedir robos en coches en el distrito de Puente de Vallecas.
Por motivos que se desconocen, al darle el alto los agentes Díaz se salió por la tangente, siempre según la versión del instituto armado: primero increpando a los policías, después amenanzándoles, haciendo amago más tarde de sacarse de la manga un arma blanca que en realidad no llevaba y, finalmente, intentando apoderarse de la pistola de uno de ellos aprovechando el forcejeo.
El incidente, que finalizó con el ex deportista engrilletado en la comisaría de Puente de Vallecas, sugiere sombras en la vida actual del ex boxeador, que estuvo limpio durante años después de pelear denodadamente con algunas sustancias: la detención se produjo no lejos del supermercado de la droga de la Cañada Real.
Una muesca más en el turbulento currículo de Poli Díaz, quien acabó con una costilla y una muñeca rotos tras perder el combate culminante de su carrera, contra Pernell Whitaker en 1991, por el título mundial. Después de eso, la cuesta se empinó hacia abajo. El 30 de abril de 1992 Poli es detenido por la Policía Municipal madrileña por conducción temeraria, amenazas y agresión a un agente.
Comienzan, como en el caso de tantos púgiles, los renglones torcidos, apenas dos años después de que fuera recibido por el Rey Juan Carlos en la Zarzuela. Poli era entonces una celebridad nacional que, pintoresquismos aparte, llevó a la disciplina a picos de audiencia televisiva jamás vistos en España, quizás por lo suicida de su forma de boxear, ni antes ni después.
Primera condena en 2003
En 2003, apenas dos años después de retirarse, llega otra denuncia por agresión. Según su versión, estando a tratamiento con metadona Poli presencia un atraco a un anciano... En el que acaba tomando parte, golpeando a uno de los atracadores y llevándose una inesperada denuncia que termina en condena de varios arrestos de fin de semana.
Son, quizás, los años más tristes, que vive rondando por el poblado de Las Barranquillas, en un coche frecuentado por otros toxicómanos -y más de un periodista se ve obligado a hacerse la prueba del sida tras caer sobre jeringuillas perseguido por la ex estrella, vociferante-. Sin embargo, igual que en sus combates, Poli contraataca. Consigue limpiarse y, agarrado a su novia, vuelve a ver la luz. Logra trabajos esporádicos, interviene en cursos para jóvenes púgiles, recupera en dos patadas el físico -impresiona incluso entre los profesionales su capacidad para coger rápidamente la forma-, hasta vuelve a pasear su austera pero impactante locuacidad por los medios de comunicación.
En noviembre de 2012, sin embargo, emerge que algo se ha torcido: Poli se lleva una mojada en el pecho, de autoría desconocida, en la carretera que lleva al vertedero de Valdemingómez, durante una pendencia presuntamente relacionada con drogas. Se tira unos días en el Hospital Infanta Leonor, pero nada más trasciende.
Poco más tarde, en abril de 2013, vuelve a ser detenido, esta vez junto a su hermano: ambos han ido a cobrarle a un drogodependiente una deuda y una navaja ha salido a relucir. Poli conduce una kunda (uno de los célebres taxis de la droga, que transportan a toxicómanos a comprar género) y, aunque su novia asegura que no se está metiendo, el Ford Fiesta blanco se dirige directo a nuevos problemas. El Poli que a finales de los 2000 volvía a galvanizar veladas de boxeo desde el graderío, con su sola presencia, ha vuelto a las andadas.
Y el lunes pasado, el penúltimo asalto. Dos agentes vigilan una zona de Vallecas en la que se suceden los robos en coches, y dan el alto a dos merodeadores. Uno de ellos resulta ser Poli, que les insulta y, a falta de su versión -este periódico intentó ponerse en contacto con él sin éxito-, ofrece pelea. Les amenaza, amaga con blandir un cuchillo que en el posterior cacheo no aparece, intenta hacerse con la pistola de uno de ellos, es reducido. Ahora se acusa a Poli Díaz, camina o revienta, de intento de lesiones y atentado contra la autoridad.Fuente El mundo.
http://www.elmundo.es/madrid/2014/08/12/53ea6e4a22601df4238b4591.html?a=75933a1da1096300cdd9e9b916703a3f&t=1407919919