Pregunta. ¿Sabía que su ejercicio defensivo contra la Quinta del Buitre dejó una impronta imborrable en la afición española?
Respuesta. El trabajo estaba repartido. Con Arrigo Sacchi había entrenamientos en los que los cuatro defensores jugábamos contra 17 atacantes. Tassotti, Costacurta, Maldini y yo contra el resto. Eran sesiones tan duras que sentíamos los partidos como un entrenamiento más. Estábamos habituados a la dificultad. Además de la calidad técnica, lo fundamental era la sintonía mental. La concentración. La capacidad de moverte con el compañero. Cosas que tal vez ahora se vean menos. El Madrid, por ejemplo, no ha cambiado. Sigue siendo un equipo más atento a la fase ofensiva que a defenderse. Y se pueden hacer ambas cosas.
P. Cuando usted robaba el balón casi siempre salía jugando con limpieza. ¿Cómo conseguía que ese primer toque fuese más sutil que un rebote?
R. Eso es una cualidad natural. Sin el instinto para anticipar la jugada ese primer toque es imposible. Si comprendes la jugada antes que el adversario, ganas unas centésimas que te ayudan a anticiparte, y si te anticipas es más sencillo llevarte bien la pelota e iniciar el contragolpe. Tú puedes enseñar los movimientos, los conceptos sobre cómo perfilarte ante un rival, pero la anticipación... Hay dos categorías: el calciatore y el jugador. El calciatore es más trabajador que inteligente. El jugador es el que sabe establecer los tiempos del juego.
P. Sacchi utilizó su anticipación como un recurso ofensivo.
R. Yo robaba en el medio campo y me incorporaba al ataque. Así desbordábamos a medio equipo contrario: me quedaba ante los centrales con Van Basten.
P. Normalmente la sorpresa se busca desde el ataque. ¿Hasta qué punto la revolución de Sacchi suponía sorprender desde atrás?
R. Para nosotros fue muy importante el fuera de juego porque muy pocos jugadores sabían hacerlo y muchos menos afrontarlo. Lo curioso es que hoy se hace menos que hace 15 años. Es más difícil porque todos los equipos ahora están más o menos organizados. En mi época no había organización. El Milan fue el primer equipo que practicó un fútbol con todos los componentes nuevos: fuera de juego, presión, achique... El efecto en los rivales era de sorpresa, de parálisis. Y nos daba una gran ventaja porque nosotros lo racionalizábamos: marcábamos los tiempos para movernos al unísono, con las líneas siempre juntas. Los otros iban a contrapié. Al rival que recibía el balón le hacíamos tres para uno. Lo practicábamos tanto en los entrenamientos y nos daba tanto resultado que llegamos a divertirnos entrenando sin balón. No sólo queríamos ganar. Queríamos asombrar a quien nos veía.
P. ¿Qué tenía en cuenta cuando mandaba el fuera de juego?
R. No dices: "Ahora tiramos el fuera de juego". Es una consecuencia de cómo se mueve el equipo. Si el balón está en posesión del rival, y el jugador que lo tiene cuenta con espacio y tiempo, no puedes tirar el fuera de juego porque tienes grandes posibilidades de fracasar. Hay que distinguir entre balón descubierto y balón cubierto. Para tirar el fuera de juego el balón siempre tiene que estar cubierto. Todo tu equipo debe acortarse y presionar sobre el balón para que los contrarios no tengan la posibilidad de disponer fácilmente de la posesión. Y tus laterales siempre deben estar en línea.
P. ¿Con qué equipos era más difícil?
R. Cuando te enfrentabas a rivales habilidosos que te atacaban con muchos hombres todo se complicaba. Y tengo que decir que para mí el Madrid supuso una novedad. En Italia nadie te atacaba así y en Europa tampoco. El Madrid siempre eliminó al Inter a principios de los ochenta. El Inter era muy defensivo, se amontonaba sobre su área. Ni siquiera marcaba en zona. Si al Madrid le dabas la iniciativa estabas muerto. Ahora sigue siendo así. El Inter no estaba preparado. Y cuando el Madrid jugó contra nosotros se sorprendió de encontrarse con un equipo italiano tan agresivo.
P. Usted actuaba con una gran determinación. ¿Nunca dudaba?
R. Yo sólo me paraba a pensar cuando estaba mal físicamente. Nunca empleé el cuerpo para chocar. Mi juego se basaba en la astucia y en el ritmo, y para practicarlo necesitaba estar rápido de piernas. Tal vez por eso parecía que no pensaba.
P. ¿Por qué pegaba tan poco? ¿Un central no debe pegar más?
R. Siempre procuré ser determinado. Con eso me bastaba. Intimidar con faltas no era mi estilo.
P. ¿Qué equipo es este Milan?
R. Sufrió la retirada de Maldini, el cambio de entrenador y la partida de Kaká. El equipo ha estado disperso y la condición física de los jugadores no ha sido buena. Ha mejorado porque encontró un orden que se ajusta a las características de los jugadores.
P. ¿Estos jugadores podrían jugar como exigía Sacchi?
R. Nunca. No pueden hacer un juego agresivo ni veloz. Pero tienen el cambio de ritmo que permite Pato. Y tienen a Ronaldinho, que virtualmente posee esa cualidad para cambiar de ritmo, aunque ahora no está físicamente en plenitud. En suma, podemos crear problemas a los rivales porque movemos bien el balón y cambiamos de orientación con gran precisión. Pero vamos a nuestro ritmo. Pirlo, Ambrosini, Seedorf, Gattuso... llevan tantos años a un alto nivel que no se puede pretender que jueguen al máximo 70 partidos por temporada.