Pedri ha pasado de coleccionar elogios a coleccionar lesiones. Sus tres últimas temporadas están salpicadas de contratiempos musculares, algunos de ellos severos. Una secuencia de problemas físicos que dan la voz de alerta sobre las consecuencias de una temprana exposición en el fútbol de élite. Pedri, como otros muchos casos en los últimos tiempos, fue un niño prodigio, pero no por ello dejaba de ser un niño. Su extraordinario talento les abre la puerta de par en par del máximo nivel, pero otra cosa es si sus cuerpos de adolescentes están preparados para las 'batallas' que se libran sin descanso en un fútbol de élite que nada tiene que ver con la categoría que les correspondería por su edad: altísima intensidad y exigencia física, calendarios agotadores, estrés, presión... Sus cuerpos soportan auténticos 'terremotos físicos' en cada entrenamiento y en cada partido.
Pedri tiró la puerta abajo en el Barça y en la selección con 17 años en la temporada 20-21. Jugó 52 partidos de 56 con el Barça (93%) y 21 de 24 con las distintas selecciones (87%), para un total de ¡73! partidos. Su temporada empezó en julio de 2020 y en agosto de 2021 todavía estaba compitiendo (con la selección olímpica en los Juegos). Dos semanas después ya estaba compitiendo otra vez con el Barça en el inicio de una nueva temporada. El 14 de septiembre comenzaría su calvario con las lesiones... que ya son nueve en las tres últimas campañas tras la sufrida el domingo en San Mamés.
La actualidad pasa por Pedri, pero el joven genio azulgrana es uno más en la amplia lista de 'niños prodigios' que han sido castigados por las lesiones tras una aparición prematura en el fútbol de élite. Ansu Fati (debut con 16 años: lleva 11 lesiones y 613 días de baja), Gavi (debut con 17 años: 4 lesiones y 240 días de baja), Barrenetxea (debut con 16 años: 11 lesiones y 444 días de baja), Güler (18 años: 3 lesiones y 160 días de baja), Yeremy Pino (debut con 17 años: 8 lesiones y 374 días de baja), Balde (debut con 18 años: 5 lesiones y 261 días de baja)... Son los casos más actuales, pero en el recuerdo también están otros como los de Jesé y Bojan, este último acusando problemas de salud mental por culpa de la presión y la exigencia.
Todo ello da pie a una catarata de preguntas: ¿Qué riesgos se corren al exponer a chicos de 16-17 años al fútbol de élite? ¿El fútbol de hoy en día (estresante, cargado de partidos y de altísima intensidad física) es peligroso para los 'niños'? ¿Sus cuerpos está preparados para responder a semejante exigencia física? ¿Se puede decir que las lesiones reiteradas y en ocasiones graves de estos 'niños' están relacionadas con el hecho de que no están formados físicamente? ¿Esta exigencia prematura les puede afectar en el futuro? ¿Empezar tan pronto a este nivel de exigencia puede acortar sus carreras? ¿Estas lesiones a su edad qué consecuencias pueden tener? ¿Deberían tener un plan especial o un tratamiento especial para cuidar su físico?
"La alta intensidad en el fútbol de élite actual (se corre mucho, entre 10 y 13 kilómetros por partido, y muy rápido, a velocidades de 36-37 km/hora) afecta directamente a estos jugadores tan jóvenes, que en muchos casos no tienen físicos que puedan soportar los esfuerzos tan brutales de un deporte como el fútbol, el más exigente de todos a nivel articular y muscular. Al ser tan jóvenes, su aparato cardiovascular aún no está adaptado a jugar muchos partidos seguidos y soportar la frecuencia cardíaca media de los partidos que demanda la alta competición (170-172 pulsaciones por minuto y con apenas 15-20 segundos de recuperación entre esfuerzos). Tampoco su musculatura es capaz de absorber con garantías y sin riesgo de lesión las frenadas, los saltos, las aceleraciones, los cambios de dirección con y sin balón... Y no lo hace porque, sencillamente, no han tenido tiempo suficiente para desarrollarla", señala José Luis San Martín, ex preparador físico del Real Madrid y también de la cantera blanca.
"Si queremos proteger el talento técnico de los jugadores muy jóvenes no hay que precipitar su aparición en la élite y ponerlos a jugar prematuramente sin antes completar su formación física. También hay que controlar su participación. Si queremos que los chavales disfruten jugando al fútbol, debemos proteger su salud física y mental. Pocas bromas con esto", apunta San Martín.
La visión médica sobre este asunto es similar. El prestigioso traumatólogo Pedro Luis Ripoll, de Ripoll y De Prado, Centro de Excelencia FIFA, eleva el estado de alerta al respecto: "Lo riesgos fundamentales de los jugadores 'top' de estas edades son las lesiones articulares que afectan al cartílago del crecimiento. Las lesiones articulares mientras mantienen abierto el cartílago del crecimiento. Estas líneas de crecimiento condicionan y limitan las técnicas quirúrgicas que podemos realizar en lesione graves de rodilla, por ejemplo. Más especialmente en los hombres que en las mujeres. También son especialmente significativos los arrancamientos óseos por tracción de un tendón procedente de un músculo. En los jóvenes, a veces, no se rompe el tendón, sino que arrancan el hueso en el que está anclado. Esto da lugar a lesiones más difíciles de resolver".
"Es evidente que los cuerpos de estos atletas en estas edades no están preparados, no están maduros para disputar partidos cada tres días al máximo nivel, que es lo que exigen los equipos grandes. Y resulta llamativo que en las mayoría de los clubes no hacen un entrenamiento específico para ellos. Es seguro que el alto nivel de exigencia y el alto número de partidos afecta a sus articulaciones y acorta sus carreras. En otro orden de cosas, hay otros chicos alejados del máximo nivel que se ven obligados a jugar en superficies no siempre aptas para la práctica saludable del fútbol", explica Ripoll.
El director de Ripoll y De Prado tampoco se olvida del apartado mental. "Es especialmente peligroso desde el punto de vista de la salud mental. Creamos ídolos a muy temprana edad y, en un gran porcentaje, a los 20 años son unos fracasados en el fútbol y en la vida. De esto son responsables los entornos de estos chicos, que les presionan para conseguir un triunfo que en muchos casos no está a su alcance. Este tema de la salud mental es muy importante y se debe cuidar y vigilar".
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Creo que el debate es muy interesante. ¿El cuerpo de un adolescente puede soportar la elevada exigencia y carga física que exige el fútbol de élite? ¿Puede resistir jugar tres competiciones en una temporada? ¿Habría que dosificar mejor esos cuerpos en formación?