Se cumple un año de la tragedia. ¿Cómo lo están viviendo?
Manuel Cabacas: Es muy duro. Son muchos recuerdos y hay unas fechas señaladas, como navidades, en las que es horroroso. Vuelve a resurgir todo lo que pasó y recordamos cómo fue el primer día cuando nos enteramos, cuando nos llamaron del hospital.
¿Y cómo fue?
M. C.: Habíamos ido a pasar el día a Gijón. Yo quería quedarme a dormir allí porque llovía la tira y no nos había dado tiempo a ver la ciudad. Pero es lo que dicen del sexto sentido de las madres; ella estaba empeñada en que había que venir a casa, a Laredo, que es donde teníamos el apartamento. Insistió tanto que nos fuimos, llegamos sobre las 11.00 de la noche. A los veinte minutos sonó el móvil y nos dijeron que fuéramos volando al Hospital de Basurto. Vine loco en el coche y cuando llegamos vi a toda la cuadrilla de mi hijo llorando, se abrazaron a nosotros y se me cayó el alma. Salió un médico, nos dijo lo que pasaba y qué es lo que tenía a priori y estuvimos allí toda la noche durmiendo y al día siguiente también. Así cuatro días, hasta el 9. No quiero ni recordar los cuatro días que pasamos en la sala de espera.
¿Cómo recuerdan a Iñigo?
Josefina Liceranzu: Como lo más bello, lo más hermoso. Simpático, dicharachero, te guiñaba el ojo, me decía ama, venga, tienes que ir al gimnasio, levanta el culo del sofá. Era un salado, un cielo.
M. C.: Tenía una sonrisa continua.
J. L.: Y era muy justo. Creo que si no se le hiciera justicia me moriría, porque pensar que él era justo y que yo le fallo, no podría ser. Como dice Manu, hay que hacerlo por él. Por él lo vamos a hacer bien para que todo se aclare. Y que los ertzainas que estaban allí se entreguen porque no van a poder dormir tranquilos. Tienen una muerte a sus espaldas y eso no se puede olvidar. Además, allí la gente solo estaba celebrando. No había ninguna riña como dicen, ellos mismos se han dado cuenta. Pero les cuesta reconocer que lo asesinaron. Y me pregunto muchas veces para qué querían un muerto, o incluso más, porque podía haber muerto más gente. Hubo muchos heridos.
M. C.: Fue evitable desde cualquier punto de vista, porque la intervención no era necesaria para nada. Si cada vez que hay una bronca entre dos cuadrillas hace falta una intervención desproporcionada como la que hubo, no quedaría ni un ciudadano vivo. Porque todos los días de partido hay discusiones a cuenta del fútbol, pero no soloen la Herriko, también en la Basílica de Begoña. Esa bestialidad no fue casual, fueron a hacer una carga desproporcionada por el sitio que era y se pasaron. Y es injusto, porque en ese sitio hay gente de todos los ámbitos.
La vida les ha cambiado. Acaba de traspasar el bar de su propiedad...
M. C.: Ya no tenía valor para estar allí solo. Además, la madre tiene ahora mismo un problema físico, tienen que cambiarle una prótesis de cadera y mi hijo siempre me dijo que cuidara a su madre. Y me voy a comprometer a cuidarla. Pero con el trabajo no podría ni cuidarla a ella, ni estar yo trabajando allí solo, porque no puedo quitarle ni un segundo de mi mente.
A día de hoy, ¿cuál es su principal reivindicación, su mayor deseo?
M. C.: Mi mayor deseo es que se haga justicia. Yo tengo mucha fe en la jueza y creo que se hará justicia. No tanto en la fiscal, porque estábamos orgullosos de cómo llevaba el tema la primera fiscal, la veíamos trabajar, pero la quitaron al de una semana, no sé por qué, y la que está ahora, aparte de no acudir la mitad de las veces, está como puesta por el ayuntamiento. No pregunta nada y dudo que lo esté haciendo bien.
Da la impresión de que el proceso judicial se alarga. ¿Cómo llevan esta aparente lentitud?
M. C.: No quiero carreras, no son buenas. Se suele decir vísteme despacio que tengo prisa, y yo voy así. Mi preocupación no es que la cosa vaya lenta, sino que se haga bien. Creo que se está haciendo bien y tengo confianza plena en mi abogada. No me preocupa la lentitud, sino que se haga justicia, y creo que se hará.
¿Entenderían que, al final de la fase de instrucción, la juez decidiera que no hay causa que investigar?
M. C.: Creo que eso no va a ocurrir, ni lo pienso, porque hay argumentos y pruebas suficientes para que no ocurra. Por mucho que quieran enmascarar, maquillar y enfriar el tema, es imposible. Es tan palpable que no se puede esconder ni parar.
Existen versiones contradictorias de lo que sucedió esa noche en María Díaz de Haro. ¿Cuáles fueron los hechos, según su parecer?
M. C.: Yo sabía que había un ánimo de revancha, por el sitio que era más que nada. Se acababa el tiempo para Ares porque venían las elecciones, que ya sabían que las tenían perdidas, y era una forma de decir ahora damos un escarmiento. Y sin ningún problema, porque ahí se puede pegar y disparar sin motivos, simplemente por el sitio que es.
J. L.: Es la política de tolerancia cero. Ares preparó a los suyos para eso cuando entró. Y claro, no se podía marchar sin hacer lo que había preparado. Le quedaba poco tiempo, y luego deja lo que deja para preparar la campaña de Patxi López. Pues sí, que le vaya todo así. Como nos ha ido a nosotros que le vaya a él también, y a su familia.
La actual consejera de Seguridad desveló que ha mantenido un encuentro personal con ustedes...
M. C.: Eso es mentira. Nos hizo una llamada de teléfono en Nochevieja. Me dijo que era la consejera y que me daba el pésame, que sabía más o menos lo que había ocurrido, que todavía no tenía formado su gabinete, pero que iba a colaborar en la investigación y a ayudarnos. Que contáramos con ella y que además nos llamaría. Todavía estoy esperando. Por parte del Ayuntamiento de Bilbao, ídem de ídem.
¿Por qué?
M. C.: Azkuna se ofreció para poner una placa en la acera, ya que dentro de la plazoleta es particular y no podía hacerlo. Le dijimos que a mi hijo le gustaba escribir y que nos hacía ilusión poner un poema. Dijo que lo iba a pensar y que nos llamarían. Hacia Nochevieja, me encontré con Andoni Aldekoa y alegó que el poema era de la izquierda abertzale [el autor es el bertsolari Jon Maia]. Me pareció denigrante, a nosotros nos importa el contenido, no quién lo ha escrito.
Desde que se produjo el relevo en el Gobierno vasco, se habla mucho de lograr una policía más cercana.
M. C.: Yo también fui un poco incauto y me lo creí, cuando la consejera salió diciendo que quería una Policía vasca del pueblo y para el pueblo, porque además para eso se creó la Ertzaintza. Pero al decir ella en los medios que el tema [el caso Cabacas] está en el juzgado y que no puede hacer nada... ¿A qué vino antes diciendo que lo iba a aclarar y que la Ertzaintza tiene que ser para proteger al ciudadano? Si no puedes desarrollar el trabajo que tenías en mente, lo mejor es dimitir. Hizo demagogia y me ha defraudado.
Han solicitado comparecer en la Comisión de Seguridad del Parlamento Vasco. ¿Con qué fin?
M. C.: Para decir que el pueblo tiene que saber lo que pasó y que se haga justicia porque si no, no creeremos nunca en la justicia. La imagen que dio la Ertzaintza tiene que ser lavada y eso se logra haciendo justicia. Y que cuando veamos a la Ertzaintza, yo pueda pasar tranquilo ante ellos. De lo contrario, me voy a la otra esquina como hago ahora. Antes, cuando no sabía cómo actuaban, pasaba tranquilo, y ahora mismo no, no me siento bien. Y eso le pasa a cantidad de ciudadanos, que no los quieren ni ver.
¿Cómo valoran la respuesta que la ciudadanía ha demostrado hasta la fecha, el apoyo social recibido?
M. C.: Este pueblo es así, no lo voy a descubrir. No tengo palabras para agradecer cómo se ha comportado y lo que ha hecho por nosotros.