El fútbol, aparte de ser de los futbolistas, tiene que ser obligatoriamente del aficionado. Y aquí no lo es.
No solo es que no haya unos calendarios preestablecidos que permitan viajar, unos horarios que piensen en los aficionados, unas políticas preestablecidas para las entradas visitantes o una serie de medidas al unísono que promuevan estadios llenos con buen ambiente de fútbol, y buen ambiente de fútbol significa animar a los tuyos y apretar a los contrarios, sino que se aprovecha que una manada de anormales se dan de hostias en el Manzanares, para subir la represión hasta unos límites insospechados.
Es más vital que haya unos vomitorios bien diseñados para casos de evacuación o un control radical contra bengalas o elementos que tienen su historial manchado de sangre, que un fulano vaya al estadio y llame hijo de puta al rival, pite el himno, lleve una estelada o lleve una pancarta contra Tebas o protestando por algo.
¿Y en que van enfocadas todas estas medidas? En que te quedes en tu casa y pagues Gol TV, a ver si sueltan una morterada de millones aún más gorda cuando vendan los derechos y así pegar el atraco que supone que la LFP trinque un % de esos derechos.