Temporada Ciclista 2012

Año 1998, affaire Festina. Momento triste para el mundo del ciclismo, aunque supuso el punto de inflexión por el que una base ciclista recuperaría los valores y su esencia, la de los grandes mitos, la representación patria con sus héroes, esforzados y valientes. Así ha sido el amanecer de un ciclismo que cada vez tiene bases más sólidas para soñar con regresar a los tiempos de Hinault, Fignon o Anquetil.

Grandes campeones asoman. Thibaut Pinot parece el más sólido, pero habrá que observar si el efecto que la presión ejerce sobre el de FDJ es suficientemente débil como para dejarle crecer y madurar. En España sucedió lo mismo mientras el sol proyectaba la alargada sombra de Indurain. En cuanto se hizo de noche y la sombra desapareció, los buenos cimientos y la calidad salieron a flote. En cuanto los franceses han dejado de mirar hacia atrás y compraron retrovisor para poder mirar al mismo tiempo hacia delante, las cosas han comenzado a salir bien. Las prisas nunca fueron buenas y durante muchos años han sido el mayor enemigo de su crecimiento, su techo, su guillotina.

Un ejemplo bastillesco que emula a su nuevo espíritu. La batalla remplaza a las gestas ficticias, esas que han alejado al público de sus héroes. Menos resultado, bien es cierto, pero más reconocimiento. Lo cierto es que en el país vecino han sustituido una época sin demasiadas flores que cortar con una siembra ejemplar de nuevos jardines. Observando la diferencia de modelo con respecto al español, la próxima etapa de nuestro ciclismo se presenta cuanto menos dubitativa. Nunca se sabe.

Sin embargo, da envidia sana ver lucir a ejemplos claros de lucha como Thomas Voeckler. Peculiar y sosteniendo la bandera del ciclismo francés durante años, ha estado incluso a punto de besar el podio de París. Pero poco importó: la lucha y la batalla también dan historia, honor y reconocimiento. El día que cedió su maillot amarillo ganó su compañero y compatriota Pierre Rolland, nombre que ya se anuncia como asaltante al trono en futuras ediciones. Pinot también ha derribado la puerta y Jerome Coppel anuncia asedio, aunque por el momento remolonea.

Sylvain Chavanel también aprieta en las pruebas de un día, en las pequeñas grandes batallas de las clásicas y en las grandes vueltas, Pierrick Fedrigo colecciona etapas por doquier en pruebas impotantes. Las victorias de Samuel Dumoulin, la constancia de Sandy Casar, la tenacidad y clase de David Moncoutié…

La siembra ha sido tan rica que no sólo salen aspirantes al maillot amarillo del Tour, sino a las propias volatas. Arnaud Démare, excampeón del mundo sub-23 y victorioso en su primera temporada al 100% en la élite, irrumpe con fuerza. Parece que para quedarse, aunque habrá que vigilar, como siempre, su evolución.Tan rica que ha aparecido fruto incluso entre las piedras de Roubaix. Tras su segundo puesto este año en la prueba francesa, Sébastien Turgot se muestra como el relevo a la actual generación de especialistas en las clásicas de piedras. Nacer Bouhanni, Tony Gallopin, Adriet Petit, Romain Bardet, Nicolas Edet, el buen finalizador Julien Simon… Una hornada de ciclistas que más bien parece una Armada.

Un resurgir que tarde o temprano llevará a exigir mayores cotas, pero no hay que olvidar que los buenos bizcochos se hornean a fuego lento y paso a paso. Equivocar el azúcar con la sal no sólo va a significar estropear el postre, sino que nadie vuelva a probarlos sin recordar la anécdota. Y el ciclismo no está para anécdotas precisamente.

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