No puedo evitar sorprenderme cómo se trata, en distintos ámbitos, de restarle importancia al insulto con argumentos tales como, si fuera gordo… si fuera blanco… si fuera… Los insultos que le propinan son racistas, sí, lo son. Están atacando una característica del individuo, una identidad del mismo, menospreciándolo y llegándola a considerar inferior a ellos, «negro de mierda».
Peor aún son los infelices que tratan de justificar con el a X, Z e Y no se lo dicen, por algo será, apuntando con el dedo a la víctima y tachándola de provocadora. Por mucho que se trate de tapar, ese menosprecio, aunque va acompañado de su nombre, se aplica a todo aquel que comparta ese rasgo que ha sido usado como insulto. Igualmente, esos forofos, porque no son aficionados, son unos forofos que buscan la crispación y emplean el fútbol como escape, a Vini no lo insultan por lo que hace, como cuando fallaba cara a puerta y le gritaban «malo» o «cojo», sino por lo que es, un ser humano cuya piel es negra. Esa gente también son parte del problema al justificarlo o quedando en mitad del camino con el sí, pero…
Ha habido oportunidades de sobra para atajarlo, para decir que esto es inaceptable y establecer un punto y final. Si se hubiera perseguido con contundencia desde la primera vez que sucede, si se hubiera sancionado severamente, si hubieran establecido una línea roja, ni se habría extendido como lo ha hecho, ni hubiera alcanzado tal magnitud. Desde la inoperancia y pasividad de la Liga, se ha dado alas a esas personas, han incentivado a que lo repitan en cada campo, sabiendo que, probablemente, no sufran castigo alguno. Pero no solo ellos, buena parte de la prensa ha ayudado a impulsar ese forofismo, comportamiento y desprecio. Una muestra reciente y el editorial no tiene desperdicio