Lo triste es que eso es lo que vende. Despues tienes otros sitios donde hacen analisis de FUTBOL, sin colores, sin bufandas ni nada...pero eso no vende nada.
20 minutos de exhibición muniquesa, 45 minutos de entereza madridista
El Bayern de Pep Guardiola se presentó al Santiago Bernabéu, en semifinales de la Champions y tras un último mes de competición que había sembrado dudas en todos los rincones, con una personalidad, un arrojo y una sangre fría verdaderamente admirables. Pese a lo intimidante del escenario, presentaron en los primeros 20 minutos una exhibición del juego de posesión que practica recientemente el equipo bávaro. Fue una exhibición en el sentido puro de la jugada: exhibieron, demostraron, enseñaron al mundo en ese periodo todo el trabajo que ha hecho Guardiola a lo largo del año, la infinita riqueza de su juego posicional y el conjunto de matices que la rodean. Fue como un trailer de lo que será este equipo en el futuro, cuando Pep esté plenamente adaptado al entorno, conozca profundamente a su plantilla y tenga las piezas que necesita. Fue pura y bella armonía.
El Bayern monopolizaba la posesión, se adueñaba del balón y lo hacía circular a muchísima velocidad. Kroos, Lahm y Schweinsteiger iban alternando la base de la jugada con posiciones más adelantadas (Lahm siempre daba una opción de pase atrás en el lado derecho, mientras que Kroos hacía lo propio en lo izquierdo y Schweini se escalonaba hasta la mediapunta), Alaba se situaba de falso interior o se abría dependiendo de la situación (Rafinha se prodigaba menos para vigilar a Cristiano) Ribéry compensaba los movimientos de su lateral y Robben se mantenía abierto en la derecha para recibir cambios de orientación y tratar de pillar al Madrid basculando. Lo cierto es que definir las posiciones de los jugadores bávaros es complicado: nadie era fijo, todo fluía, el movimiento era permanente. No sólo es que el equipo de Pep Guardiola moviera el balón con brillantez, sino que, tras perderlo, no daban al equipo blanco la posibilidad de salir. Es decir, no sólo se aseguraba acercarse al gol, sino que evitaba que los cracks del Madrid pudieran amenazar a Neuer. Los jugadores rojos involucrados en la pérdida de balón iban a presionar con intensidad al poseedor, los centrocampistas, que siempre estaban de cara a la jugada y por detrás de la línea de balón, corrían a por el balón con agresividad y al final el Real, desorganizado, no tenía posibilidad de salir.
Fue una exhibición sí, pero no fue un baño. La realidad es que durante ese periodo, teñido absolutamente del rojo de la camiseta visitante, Casillas no tuvo que hacer ninguna intervención de mérito, aunque en algunos momentos esto pareciera milagroso. Si lo normal en la idiosincrasia del equipo merengue es que, tras un comienzo así, el público se impaciente, los jugadores se pongan nerviosos y pierdan la paciencia y el orden, el Madrid resistió con frialdad, con inteligencia, con pragmatismo italiano, como ya ha hecho en otros periodos de esta temporada (la 2ª parte en Dortmund, el mejor ejemplo de ello). Ahí se nota de forma inequívoca la mano de su entrenador. En un 4-4-2 de bloque bajo, pero intenso en la presión, Pepe y Ramos defendían con contundencia en su área todo lo que llegase, ya fueran centros, disparos, conducciones o pases interiores, Coentrao y Carvajal, imperiales, se zagaban con intensidad frente a la superioridad númerica alemana en las bandas y, en el centro, Modric y Xabi Alonso tapaban todo lo tapable. Esa columna vertebral, unida a la colaboración de Isco y Di María, consiguió que el equipo blanco saliera con vida de ese vendaval germano, que no es poco.
Lo que pasó después fue propio de Match Point (ojo, spoiler), sólo que, en vez de un anillo que no cae al Támesis, fue una volea de Kroos que da en la espalda de Pepe lo que iba a cambiar de forma decisiva el signo del partido: en cuestión de segundos se pasa de una ocasión clara de gol que iba a reforzar a los alemanes en su idea, a permitirles ejecutarla con más convicción aún y a obligar al Real Madrid a cambiar su plan e impacientarse, al 1-0 que alimenta el espíritu blanco y llena de inseguridades a los de Pep Guardiola. Así es el fútbol. Benzema recoge el rechace de la jugada y, con un movimiento absolutamente genial, consigue superar la agresiva presión de Lahm, Isco la recoge, penetra y se la pasa a Cristiano y este se la da en profundidad a un Coentrao, que ve el movimiento de Benzema (¡el mismo que había empezado la jugada!) en el segundo palo. De pronto, era como si quedase quedó claro que los 11 hombres que tan heroicamente estaban defendiéndose del asedio bávaro no eran soldados torpes, sino genios comprometidos.
Tras el 1-0 pasó lo de casi siempre en estos casos. La importancia emocional del gol en Copa de Europa es determinante, da para escribir una tesis sobre ello. El Madrid se creció, se inyectó de alegría donde reina el miedo y se convenció de la efectividad de su plan, mientras que al Bayern el gol le creo cierta inseguridad y, pese a que seguía mandando y amenazando el área de Casillas con su circulación de balón, perdió ese puntito de calma, de paciencia que evitaba pérdidas en situaciones comprometidas. Cuando los blancos recuperaban, la calidad en espacios reducidos de Isco y Modric facilitaban la salida y el resultado fueron dos-tres ocasiones clarísimas en las que los delanteros madridistas castigaron de forma cruel la débil transición bávara. Pese a que lo visual era sólo de un color y los porcentajes de posesión marcaban una sola dirección, la realidad es que el Madrid se iba a su vestuario con al menos 3 ocasiones muy claras de gol y Casillas no había tenido la oportunidad de demostrar su estado de forma en toda la primera parte. Esto, en Copa de Europa y ante el vigente campeón, tiene muchísimo mérito.
Carlo mueve ficha primero, Guardiola reacciona y Müller lo dinamita todo
Carlo Ancelotti volvió a tomar una decisión ganadora tras el descanso. Pese a que su plan inicial estaba funcionando con éxito, dejar a Guardiola pensar durante 45 minutos es toda una temeridad. La importancia del catalán desde el banquillo es similar a la de cualquier otro futbolista: él sólo es capaz de ganar partidos y cambiar transcursos desde sus decisiones. Así que Carletto decidió mover ficha primero, algo que iba a a desconcertar absolutamente al gigante bávaro. El equipo blanco dio un paso adelante, alejó su defensa de su propia área (pese a que los zagueros madridistas la estaban defendiendo con contundencia) y adelantó su presión varios metros, esa medida que tanto daño ha hecho al equipo de Guardiola esta temporada.
También hoy cometieron muchos fallos tras verse exigidos, especialmente un Neuer que pudo costarle en salida algún gol a su equipo. El Madrid ya no le regalaba la salida y los metros iniciales, el Bayern no podía instalarse en el campo rival con tanta facilidad y lo cierto es que los muniqueses aún no tienen la calidad como para que, si el rival no lo permite, ser ellos los que monopolicen el balón, los que decidan que se juegue a lo que ellos quieran. En ese sentido, el Bayern de Pep aún está lejos de su Barça, en gran medida porque el rival sabe que si da un paso adelante, no está Messi para castigar los espacios que dejan. La posesión estuvo mucho más repartida y el Madrid firmó minutos de dominio, de circulación de balón fluida y calmada, de ataque posicional ancelottiano. Un brutal Alonso, Modric e Isco tomaron más protagonismo para hacer circular el balón, los laterales dieron un paso adelante para asentar el ataque merengue en campo contrario y la sensación era de que el Madrid iba creciendo a lo largo del partido.
También Guardiola demostró su capacidad para encontrar soluciones inteligentes a través de los cambios. En 4 minutos hizo sus tres cambios, modificando por completo el sistema del equipo. Si el Bayern estaba consiguiendo acumular infinidad de centros al área que los imperiales centrales madridistas sacaban uno tras otro, Pep añadió leña al juego aéreo (sic) con Javi Martínez, que además es un jugador muy propicio para el tipo de encuentro que se estaba dando, con transiciones y espacios por explotar. Entró Götze por Ribéry y Müller, para poblar el área y castigar los espacios que estaba dejando el Madrid, por Schweinsteiger. El Bayern sacrificaba control en busca del gol. Pep ponía toda la carne en el asador.
El frenetismo, la actividad constante y la agresividad en el remate de Thomas Müller acercaron al equipo muniqúes más que nunca al gol. Tuvo un disparo que se fue rozando el palo, Xabi Alonso le limpió un balón milagroso dentro del área pequeña y le cedió un balón a Götze que fue la ocasión más clara del partido para los bávaros, bien desviada por Íker Casillas. La sensación es que tipos como Thomas deben jugar siempre este tipo de partidos. También entró Bale y por banda izquierda creó cierto peligro en un Madrid cuya guerrera actuación fue completa, constante, sin paliativos ni errores hasta el final. Como ante el Barcelona en Mestalla, fueron 90 minutos de saber competir, de madurez colectiva.
Fue un partido digno de la altura de la competición: vibrante, disputado, cambiante y ambos entrenadores demostraron estar a la altura, con decisiones que daban aire a su equipo. Aunque todo hay que decirlo: uno tiene bastante mejores piezas que otro. También hoy quedó claro eso.