La particularidad y/o curiosidad de esta Vuelta ha sido que por una eventual escapada en las primeras etapas un teórico gregario, Sepp Kuss, se puso líder y con ventaja suficiente como para tener opciones de llegar ganador en Madrid.
Su equipo, el Jumbo, no le cortó esas legítimas aspiraciones, le permitió que las apurase. Es decir, le liberó de sus funciones de gregario y que marchara como buenamente pudiera. Pero claro, tampoco iba a pedir a Roglic y Vingegaard que se pusieran a trabajar para Kuss. Dejó que cada uno jugase sus cartas sin necesidad de atacarse de forma específica. De hecho solamente Vingegaard en el Tourmalet atacó a todos por asegurarse su puesto en la general pues tenía muy cerca a los españoles. En el resto de etapas de montaña cada uno subió según sus fuerzas, y ahí es donde a Kuss en Bejes y Anglirú le faltó algo de fuerza terminal perdiendo buena parte de su ventala.
Sabemos que en ciclismo profesional la pureza deportiva queda muchas veces interferida por otros intereses no tan deportivos. Y en bastantes ocasiones órdenes de equipo han abortado escapadas prometedoras a otros corredores menos importantes. Creo que en este caso el Jumbo sí ha respetado las opciones que pudiera tener Kuss.