Russell Shirley, de 32 años de edad, falleció a causa de un infarto de miocardio en una sesión ininterrumpida de Diablo III, que duró aproximadamente tres días. Desgraciadamente, esta no es la primera vez que sucede una muerte causada por la adicción a los videojuegos.
“Por favor no permitan que los videojuegos consuman su vida,” dice el título de una entrada del blog en el que Ben Dornis informa de la muerte de la víctima, de quien era amigo. Shirley había pedido un permiso laboral de tres días cuando se estrenó Diablo III y el viernes pidió un día más. Dornis se pregunta si las cosas hubieran cambiado si la empresa hubiera negado el permiso.
“El lunes no llegó al trabajo y me preocupó que no hubiera avisado. Ya había escuchado de personas que mueren por cansancio y jugar demasiados videojuegos. No pude pensar otra cosa y decidí ir a su apartamento, donde la casera y yo lo encontramos muerto frente a su computadora,” se lee en la publicación.
Dornis relata que en numerosas ocasiones él con otros compañeros habían tratado sin éxito de convencer a Sherley de ejercitarse y comer bien, ya que su forma de vida era sedentaria y tenía leves problemas de salud. Extendemos la invitación que Dornis hace a todos los jugadores que comparten el estilo de vida de la víctima para que dosifiquen sus tiempos de juego e incorporen una dieta saludable complementada con ejercicio a su cotidianidad.
Seguramente pronto escucharemos a alguna persona afirmar que los culpables son los videojuegos, pero en realidad la responsabilidad es de los usuarios, pues ellos son quienes deciden qué jugar y por cuánto tiempo. Seamos prudentes.
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