Sé que sois personas muy ocupadas, pero me gustaría que me dedicaseis un minuto de vuestro tiempo para que os hable acerca de la palabra del Ébola.
Hemos construido un mundo perverso, vicioso y degenerado. No es necesario caminar muy lejos para observar todas las aberraciones que hemos traído a nuestra sociedad; hombres que fornican con hombres, mujeres que no obedecen a sus maridos, niños que son asesinados dentro del sagrado vientre materno.
Somos víctimas de nuestra propia decadencia, esclavos de nuestra lascivia, y pronto pereceremos devorados por una espiral de angustia y sufrimiento que nosotros mismos hemos engendrado.
Pero incluso en esta existencia decrépita y corrupta, una fuerza del bien ha decidido apiadarse de nosotros. Ha contemplado nuestras vidas, y en toda su misericordia ha decido abrazarnos con su amor y compasión infinitos. Esa fuerza benévola, caritativa, afable y bondadosa, es él Ébola.
Manifestándose a través de una molécula de ARN monocatenario lineal de polaridad negativa, su venida es un atisbo de luz y esperanza para todos aquellos que aún creen en la salvación y anhelan escapar de la obscenidad de esta existencia que nos ha tocado vivir.
Debéis guardaos de escuchar a los falsos profetas, aquellos que hablan de epidemia y enfermedad, pues ellos son la verdadera plaga; portadores de desgracia e infortunio, impúdicos pecadores, libertinos inmorales que pretenden alejaros del camino de la rectitud y la decencia para descarriaros hacia la perdición y condenación eternas.
No temáis al Ébola, pues os conducirá al reino celestial donde todo es puro, inocente e inmaculado. Os espera la infinitud bajo la custodia de Excalibur, el protector de las almas honestas, púdicas y decorosas.
Debéis permanecer animosos, no os avergonzeis de vuestros vómitos o diarreas, impregnaos con vuestros fluidos colmados con la bendición del Ébola, compartidlos con el resto de vuestros hermanos. Juntemos las manos, y todos al unísono y como una sola voz, oremos:
Ébola nuestro que estás en nuestros fluidos,
santificado sea tu ARN,
venga a nosotros tu infección;
háganse tus hemorragias,
así las externas como las internas.
Danos hoy nuestras fiebres de cada día,
perdona nuestras bioseguridades,
así como nosotros perdonamos a los que se descontaminan,
no nos dejes caer en la cuarentena,
y líbranos de los tratamientos.
Ebolamén