entras, tecleas control v y te vas

Los llevaron a un campamento militar en las inmediaciones. Un soldado empujó al muchacho y al Alquimista al interior de una tienda, donde se hallaban reunidos un comandante y su estado mayor. La tienda era diferente a las que había conocido en el oasis.
-Son los espías –anunció uno de los hombres.
-Sólo somos viajeros –replicó el Alquimista.
-Se os ha visto en el campamento enemigo hace tres días. Y estuvisteis hablando con uno de los guerreros.
-Soy un hombre que camina por el desierto y conoce las estrellas –dijo el Alquimista-. No tengo informaciones de tropas o de movimientos de clanes. Sólo estoy guiando a mi amigo hasta aquí.
-¿Quién es tu amigo? –preguntó el comandante.
-Un Alquimista –repuso el Alquimista-. Conoce los poderes de la naturaleza. Y desea mostrar al comandante su capacidad extraordinaria.
El muchacho, aterrado, escuchaba en silencio.
-¿Qué hace un extranjero en nuestra tierra? –quiso saber el hombre.
-Ha traído dinero para ofrecer a vuestro clan –respondió el Alquimista antes de que el chico pudiese abrir la boca. Le cogió la bolsa y entregó las monedas de oro al general.
El árabe las aceptó en silencio. Permitirían comprar muchas armas.
-¿Qué es un Alquimista? –preguntó finalmente.
-Un hombre que conoce la naturaleza y el mundo. Si él quisiera, destruiría este campamento sólo con la fuerza del viento.
Los hombres rieron. Estaban acostumbrados a la fuerza de la guerra, y el viento no detiene un golpe mortal. Dentro del pecho de cada uno, sin embargo, sus corazones se encogieron. Eran hombres del desierto y como tales temían a los hechiceros.
-Quiero verlo –dijo el general.
-Necesitamos tres días –respondió el Alquimista-. Y él se transformará en viento para mostrar la fuerza de su poder. Si no lo consigue, nosotros os ofreceremos humildemente nuestras vidas, en honor de vuestro clan.
-No puedes ofrecerme lo que ya es mío –dijo, arrogante, el general.
Pero concedió tres días a los viajeros.

El muchacho estaba paralizado de terror. Salió de la tienda porque el Alquimista lo sostenía por el brazo.
-No dejes que perciban tu miedo –dijo el Alquimista-. Son hombres valientes, y desprecian a los cobardes.
El muchacho, no obstante, se había quedado sin voz. Sólo consiguió hablar después de algún tiempo, mientras caminaban por el campamento. No era necesario encerrarlos: los árabes se habían limitado a quitarles los caballos. Y una vez más el mundo mostró sus múltiples lenguajes; el desierto, que antes era un terreno libre e infinito, se había convertido ahora en una muralla infranqueable.
-¡Les ha dado todo mi tesoro! –exclamó el muchacho-. ¡Todo lo que gané en toda mi vida!
-¿Y de qué serviría si murieras? –replicó el Alquimista-. Tu dinero te ha salvado por tres días. Pocas veces el dinero sirve para retrasar la muerte.
Pero el muchacho estaba demasiado asustado para escuchar palabras sabias. No sabía cómo transformarse en viento. No era un Alquimista. […]
-No te desesperes –dijo el Alquimista-, porque esto impide que puedas conversar con tu corazón.
-Pero yo no sé transformarme en viento.
[…]-Acuérdate de lo que te dije: el mundo no es más que la parte visible de Dios. Y que la Alquimia es traer al plano material la perfección espiritual.
-¿Y ahora qué hace?
-Alimento a mi halcón.
-Si no consigo transformarme en viento, moriremos –dijo el muchacho-. ¿Para qué alimentar al halcón?
-Quien morirá eres tú –replicó el Alquimista-. Yo sé transformarme en viento.

91.151.98.108:27105

pamela anderson

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C-93

Montjuic

vv{\i}

No, no la he secundado por causas de fuerza mayor. Bueno, qué coño, no lo he hecho porque no he querido. Estaba muy a gusto en mi cuarto escuchando música mientras estudiaba como para secundar tamaña gilipollez. Me explico.

La hora del planeta busca concienciar a la gente sobre el cambio climático. Apagamos monumentos, luces, aires acondicionados/calefactores, y nos sentimos mejor. Estamos haciendo algo bueno por el planeta, algo que es posible que cambie cosas. Cada uno aporta su granito de arena: Google oscurece su fondo, otros apagan las luces exteriores de sus casas (contando con que no lo hagan ya diariamente para ahorrar un poco, evitando inflar con pequeñas cosas la factura eléctrica y poder así llegar a fin de mes), otros aprovechan para sacar al perro... Durante 60 minutos, todos estamos concienciados.

Antes de las 20:30, hora en la que empieza dicho evento, una persona ha ido al supermercado del barrio en coche, ha comprado fruta, pizza, refrescos... todo ello envuelto y envasado a base de plástico. ¿Para qué perder el tiempo cogiéndo la fruta a granel si ya viene pesada y en su malla de plástico?. Ahora llega a casa y se siente bien reciclando. Que conste que apoyo el reciclaje, de hecho en mi casa tengo 4 cubos, uno para cada cosa, pero ante todo lo que hay que evitar generar tanta mierda. Da igual que luego la puedas reutilizar hasta cierto punto. En fin, sigamos.

Son las 20:30, hora de comenzar a apagar luces. Con todo apagado, esta persona comienza a pensar qué puede cambiar de su día a día para generar menos residuos. También piensa que tenemos que eliminar la costumbre de utilizar el coche en trayectos cortos, utilizar el transporte público más a menudo, eliminando la costumbre de una persona un coche, etc. Banalidades todas y cada una de ellas. Durante años se ha acostumbrado a la comodidad del transporte privado, a que lo que no viene envasado y perfecto no está del todo fresco (cuando, por poner un ejemplo, los tomates deformes son los más ricos ya que son de huerta), a que la electricidad es ilimitada, aunque luego, eso sí, haya que pagarla. ¿De verdad pierde el tiempo pensando que en 1 hora va a cambiar sus hábitos de forma radical?

A las 21:30 todo termina. Enciende 5 luces para arreglarse mientras en el cuarto tiene la ropa que se va a poner para salir, a la vez que tiene encendido el ordenador y el lavavajillas. ¡Hay que hacer lo que no ha podido hacer en una hora! Hoy no hace frío, por lo que no es necesario poner el radiador. En caso contrario, como es más rápido, hubiera puesto la calefacción centralizada. Da igual que esté en una sola habitación y el resto de la casa no la habite nadie: hubiera puesto la centralizada. Siguiendo con su rutina, al salir de casa enciende la luz para no estar a oscuras en el rellano de 2 metros cuadrados durante los cuatro segundos que tarda en echar la doble llave a la puerta ( ¡A ver si alguien me va a dar un empujón y se me va a meter en casa! ), utiliza el ascensor para llegar hasta el garaje, enciende el coche y acciona el mando para abrir la puerta que da a la calle. Antes ha encendido las luces del garaje, no vaya a ser que le ataque un pervertido en el camino entre la puerta y el coche (10m). Sale y en 5 minutos llega a su destino, al cual hubiera podido ir andando. Entonces es el momento de rechazar una cerveza porque "con la nueva ley de tráfico ya no se puede ni tomar una. Qué asco".

Sobra decir que desde que encendió la primera luz de casa para vestirse, esa persona no ha pensado ni un solo minuto en el cambio climático. Todas las razones que ha estado rumiando durante una hora y por las que ha decidido seguir el apagón se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

Y es por esto que la presión sanguínea aumenta exponencialmente al ver la siguiente imagen:

3 minutos, 3 minutos, 3 minutos... Gracias Pedro J.

LOL, es el post que puse anoche en mi blog jajajajajajajajajajajaja

http://www.youtube.com/watch?v=CK-xCfrJWgQ

http://www.megaupload.com/?d=FQY3CFMQ

195.90.99.195

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