pues eso , ahora estoy durmiendo en el salon , en el suelo, y mi coneja se levanta a las 6 de la mañana salta de su jaula y me despierta, no he podido descansar bien en semanas por eso estoy tan mad
mira q los panchis estamos acostumbraos a los pisos patera pero yo tenia una cama que la habia configurado a mi gusto y la echo de menos :qq:
#25836 me consta que tuvo que vender la cama para sacar dinero y poder sobornar a los de inmigración.
#25833 a ver si vas a ser eñ único inca que no se sabe hacer una hamaca...
Por qué no estás durmiendo en tu cama? joder
he tenido q cederla por caballerosidad, creo q un par de semanas se piran y podre volver.
tio soy ingeniero pero no de ese tipo
Qué representación tan bonita de lo que es darle margaritas a los cerdos. O armas a los países de oriente medio. O internet a los panchis.
La tarde yacía mientras nuestro avión se encontraba aún a media hora de llegar a Londres. En esta ocasión la madre de Fede me acompañaba en la aventura de mudarme de país a las faldas de su hijo. Ambos éramos amigos desde parvulario por lo que Encarna y yo nos conocíamos desde que al menos yo tenía uso de razón.
Poca conciencia o ninguna es la que me quedó tras nuestro viaje a Reino Unido. Yo iba para quedarme y ella para quedarse en mis pensamientos. Mentiría si dijera que jamás se me pasó por la cabeza echar un polvo con este pedazo de mujer pero es que Fede era mi mejor amigo y las madres de los colegas son sagradas.
Sin poner aún los pies sobre la tierra intentamos no forzar la situación, algo que parecía imposible dada las turbulencias del aparato. La mujer muerta del miedo me cogía la mano como si en el caso de estrellarse el avión evitara su muerte el apretón. En una de las sacudidas las manos se desunieron y del golpe su palma fue a parar a mi paquete. Dando una carcajada quité hierro al asunto pero ella parecía que había tenido su momento de oro. El avión se relajó mientras Encarna parecía cada vez más nerviosa. Noté en sus ojos cómo me comía con una mirada tan lasciva que parecía que su pupila quería clavarse en mi cerebro para poseerme de una vez por todas.
"¿Me acompañas al baño?", dijo. Aún hoy en día pienso que no fue una pregunta si no una orden. pues sus soldados llamados deseos me levantaron de un golpe del asiento para que le acompañase al excusado. Encarna era una gran mujer de 1´60 de altura. Yo tampoco era muy alto por lo que la medida de los baños del avión se ajustaba perfectamente a nuestros cómodos y económicos cuerpos. A pesar de sus hechuras siempre fue mi deseo sexual. Ansiaba poder penetrarla pese a que alguien nos interrumpiera, es más, quería que la situación llegara al límite.
Ella entró primero para supongo, hacer sus necesidades o lavarse las manos. Yo estallaba de pasión y mi pantalón de la erección de mi pene. Necesitaba pensar en algo realmente caliente para que me durase el miembro duro. No quería fallar ante ella. Una mujer madura, curtida queriendo tener sexo con un niñato de apenas veinte dos años. ¿Qué pensaría si ante tanta belleza se me bajara el pajarito?
La imaginé encima de mí gimiendo como una perra mientras yo tapaba su boca con las palmas de mis manos. Deseé que las turbulencias volvieran para que a cada sacudida, mi penetración llegase hasta lo más profundo de sus entrañas. Fuerte, salvaje, sexo en el aire, entre las nubes de mi deseo.
Tardaba. Demasiado como para mantener mi mente con su sólo pensamiento. Seguí imaginando sus pechos. Pequeños albaricoques que cabrían perfectamente en mi boca. Sus pezones erectos, color canela emergían y se clavaban en mi piel como dos púas. Yo ansiaba que con su vaivén me rayasen el abdomen.
Dada la vuelta admiraba su culo perfecto. Sus piernas abiertas me permitían observar un clítoris emergente de sus labios superiores, algo que ponía extremadamente cachondo. Me imagine de rodillas lamiendo su sexo mientras ella explotaba de placer. No podía más. Si seguía soñando me correría directamente en el pasillo del avión.
Por fin, escuché como se abría el pestillo de la puerta. Llegó el momento de entrar cuando Encarna, muy amable, me dio las gracias por haberle sujetado el bolso. Se alejó por el pasillo contorneando sus caderas mientras yo, ojiplático, entré en el baño sólo y solo para liberar los pensamientos encerrados en el interior de mis genitales.
Estoy haciendo un frito de verduras y patatas que voy a meter en la tortilla o como queráis llamarla