Corriendo como almas perseguidas por el demonio, entráis en la casa y la puerta es cerrada a cal y canto. Si bien los monstruos de los portales dorados han surgido, parecen confundidos vagando por el lugar mientras los portales verdes vuelve a apagarse. Por el momento, estáis a salvo dentro de la casa.
Al mirar para dentro, algo te escama: No hay casa. Todo es una misma habitación enorme de color blanco en la que hay una cama con dosel blanco junto a un enorme oso de peluche. El suelo parece estar lleno de hojas en blanco o con escasas palabras y el lugar tiene un aire como de abandono o de que le falta algo para estar completo.