PRÓLOGO [1/2]
Diario del camarada enano Udil Idekir.
Noroeste de Smaksmo Olzul. Segunda Edad de los Mitos.
5 de Granito, año 252.
El viaje desde Zikeltirist ha sido tranquilo, a pesar de la precipitada huida. Mientras bajaba al valle por el camino del noroeste pude observar a lo lejos las ruinas de Emxubu, la antigua fortaleza goblin que tanto sufrimiento y muerte nos había traído en el pasado. Hoy día la habitan “apenas” un centenar de criaturas, un patético remanente de la inmensa fuerza que moraba en el lugar durante los días oscuros, pero aún así nadie en su sano juicio subestimaría sus capacidades. El terreno elegido para la ciudad está apenas a un día de viaje de allí, tendré que vigilarles.
El camino enano cruza el valle de sur a norte, y Emxubu está sólo a unos pocos kilómetros del mismo, al oeste. Cuando pasé con la carreta pude ver a lo lejos el humo de algunas hogueras y escuchar los alaridos inmundos de esas bestias. Sólo pensar en ello hace que me tiemblen las piernas. Pero he de continuar con el plan, aunque la primera fase haya sido un desastre.
6 de Granito, año 252.
En Nebelonul me recibieron con fría cortesía. En parte no esperaba menos de una población fronteriza, pero algo me decía que el mensajero de Zikeltirist había llegado antes que yo, portando las nuevas sobre mi exilio. Es una condena injusta, dictaminada por mentes cerradas y asustadizas. Por mí pueden quedarse dentro de sus montañas, bañándose en sus gemas y esperando la muerte.
Tenía que ser rápido. Abandoné la posada y recorrí la ciudad encapuchado para no ser reconocido, evitando a los guardias. Tras hablar con varios simpatizantes del Partido, en oscuros callejones y tabernas llenas de indeseables, acordé reunirme con mis camaradas a medianoche en las puertas exteriores de la fortaleza para comenzar la siguiente fase del plan.
Eral, mi mano derecha y el representante del Partido en Nebelonul, me había prometido cincuenta valientes voluntarios y cuatro carros llenos de madera y piedra, suficientes para iniciar la construcción de la torre, algunas casas y la muralla circundante.
Nota a mí mismo: Recompensar generosamente a Eral Dishmabedtul por sus servicios al Partido. Tal vez vino, y algunos patos.
Ahora debo descansar, tengo los huesos destrozados por el viaje y he de meditar muchas cosas. Van a suceder grandes cosas a partir de mañana.