AAR de Dwarf Fortress (Barricada de gatos)

CAPITULO 7

La luna llena y oscura

Principio de invierno del 252

La caravana enana llegó sin contratiempos a la fortaleza. Hastiados del viaje, pues tenían que recorrer el continente de una punta a la otra para llegar, se acomodaron en la sala comercial. Stin se encargó de los pormenores del trueque. Al parecer, la demanda de sierras largas de cristal había subido en ese año, y las compraron con ansia. A cambio, Stin compró bebidas, barriles, comida, cajas con paños y telas, quesos, gemas, sacos vacíos, y por supuesto, varios yunques.

A la salida de la caravana, a eso de mediados de invierno, el cuerno de la fortaleza sonó. Nuevos miembros venían para hacer de Silversilk una fortaleza enana como nadie soñó. El ajetreo de asignar los nuevos puestos de trabajo duró todo el invierno restante, plantandonos a principio de primavera del 253. Solo cabe algo digno de mención durante esta temporada. Uno de los militares logró defender la fortaleza de uno de los enemigos más duros y siniestros que se pueda imaginar... ¡un buitre! Vale, no es algo magnifico... pero intentad vosotros dar caza a un buitre salvaje con una armadura pesada y un martillo de guerra listos.

Henchido de orgullo, se atrevió con toda su banda y para añadir peligrosidad, un panda rojo.

Tal fue la locura que lo embargó, que contagió a Rovod, entrando en un frenesí sangriento que acabo como cabe esperar. En nada.

La llegada de los primeros estornudos alérgicos, trajo ademas un habitante poco deseado. Al parecer, el panda rojo que huyó, llamó a su primo el de zumosol.

Vale, posiblemente no eran primos. Seguramente ni se habían visto antes, pero es que de casualidades no se sustenta una historia. La bestia parda esta, llegó con la luna llena, ansiosa de sangre y vidas que cobrar. Rovod y su valeroso soldado, estaban de caza tras un lobezno en las afueras de la fortaleza, pero cuando le dieron alcance, ya estaba siendo descuartizado por aquí el amigo panda. La visión de su presa en manos de otro, les dio el valor necesario para hacer frente a tamaña bestia, siendo este, el triste final de sus vidas.

El panda no cejo en su empeño por capturar criaturas vivas, y fue directo a la entrada de la fortaleza. Solo la Diosa Atir sabe por que una de las cabras domesticas empezó a balar en ese momento, llamando la atención de la bestia. Al parecer, la cabra, una vez descuartizada por varios sitios, le dio pesadez de estomago. O quizás fuese la llegada del amanecer. La cuestión es... que el Panda se transformó en otro enemigo aún más odiado.

Con el goblin huyendo, pudieron los habitantes de Silversilk, rendir homenaje a aquellos que dieron su vida por protegerlos. Se mandó excavar en el nivel inferior el lugar de reposo de nuestros tres héroes (si, la cabra tambien).

Aún dolido por la muerte de un amigo querido, Stin sacó fuerzas y ordenó un nuevo comandante, Ëzum, que debía llamar a las armas a cuantos enanos fuese necesario. Sus no pocas obligaciones, lo llevaron a nombrar un jefe medico, para tratar a aquellos enanos que tuviesen la necesidad de acudir al hospital. Fuese a ser encamado, como a llorar por sus amigos perdidos.

Descansen en Paz, héroes de Silversilk. Se levantaran estatuas en vuestro honor.

CAPITULO 8

Poniendo orden

Finales de Primavera del 253

La muerte del comandante y su escuadrón fue un duro golpe que encajar en las vidas de nuestros enanos. No todos se lo tomaron demasiado bien. Uno de los carniceros se negó a trabajar unos días, como demuestra su abandonado lugar de trabajo.

Otros sin embargo, decidieron dar fuerzas a sus camaradas. Erith por ejemplo, homenajeó a los caídos con una gran fiesta donde corrió el alcohol. Otros, como el carpintero, inspirado por la tragedia, logró hacer unas rejas de madera con grabados de enanos.

Sea como fuere, la vida siguió en SilverSilk. Quedaban pocas cosas por hacer de momento. El nuevo ejercito estaba entrenando, el jefe medico cuidaba la salud de los enanos, los mineros abrían nuevos accesos, y por lo general, todo marchaba bien.

El cuerno sonó a finales de temporada, advirtiendo a Silversilk de la llegada de comerciantes. En este caso, elfos. Stin, que ya contaba con cierta soltura diplomática, se armó de paciencia y avanzó con paso lento pero seguro, a la sala comercial. Ya allí, los elfos (los asquerosos abraza-arboles-afeminados-ultradepilados) saludaron a Stin, hablaron del futuro comercio entre sus civilizaciones, y se intercambiaron artículos. Figuritas, anillos, brazaletes, y demás baratijas hechas de hueso a cambio de bebida élfica (sigue siendo mejor que el agua), cajas de telas, y un ganso macho.

A principios de verano, después de tener que oír tooooooooooodos los días música y canciones élficas, se fueron a tomar viento (a tomar por culo vamos). Ya despejada la mente de tanta cursileria, Stin llamó a mineros, arquitectos, y albañiles a su despacho.
Ya había pasado un año y medio desde su llegada, y contaban con poco espacio para albergar las industrias necesarias, así como habitaciones, o salas seguras para el comercio (tener una sala comercial en mitad de la entrada NO es seguro). Extendieron los planos, y comenzaron a marcar el terreno tal que así:

Añadieron rutas nuevas, un acceso a la zona comercial independiente de su entrada principal, trampas, y designaron las zonas donde se establecerían las industrias primarias y secundarias. Por último, el ingeniero jefe sugirió proteger la entrada comercial con una pequeña trampa, una Ballesta pesada cargada con virotes y mala leche. Stin no tuvo objeciones, y mando construir adyacente a la ballesta pesada un almacén de munición de asedio, y unas salas donde vivirían los operadores de la Ballesta.

Los trabajos comenzaron nada más finalizar la reunión. Habiéndose quedado sola, Stin bajo las escaleras hasta el último nivel, donde, en silencio, rezó.

CAPITULO 9

La Maldición de SilverSilk

Finales de Verano del 253

Stin pasó planta por planta revisando los trabajos que se habían realizado, dando su visto bueno a todo conforme iba pasando por ellas. Ya terminada la revisión personal, ordenó a los herreros armar al ejercito con armaduras y armas de hierro.

Cuerno de nuevo. Esta vez se anunció la llegada de una caravana humana. La misma rutina de siempre pensó Stin. Intercambiaron armas de cristal, ropa, y bebidas por cajas de telas, cuero, barras de oro, quesos y algunas gemas cortadas de gran valor. Las negociaciones se le daban cada vez mejor, y podría haber sacado mas provecho de su mercancía, pero por ese mismo motivo, dejo que los humanos se llevasen una alta comisión. Cuando llegó la hora de partir, Stin vio con una sonrisa taimada en la cara, que los humanos ya hablaban de las riquezas de SilverSilk, y las promesas que se hacían sobre el año siguiente. Sin duda el año siguiente, volverían más humanos y con mejores y más mercancías.

La llegada del Otoño trajo consigo la promesa del diplomático enano.

La caravana de Enanos procedente de la capital asomaba entre las colinas. El comandante, en previsión de intrusos, colocó a todo su ejercito en la puerta de entrada, de modo que sirviesen de barrera ante el desprotegido centro de comercio. Varios intentos de saqueo por parte de Kobolds, y otros tanto de secuestro de los goblins, dejaron a los escuadrones agotados. Muchos aprovecharon la noche para ir a dormir, mientras Stin hablaba con el enlace sobre el año siguiente. Ese fue el error de Ezum. La noche trajo otro intruso más indeseable que cualquier goblin o Kobold.

El único militar de guardia esa noche, era el joven ballestero Ral, al que el Monstruo sorprendió mientras estaba fumando unas hojas de valle. Los gritos de Ral alertaron a los guardias de la caravana enana, que sin dudarlo, se lanzaron a prestarle ayuda. La batalla entre el ballestero y el monstruo mientras llegaban los refuerzos, fue encarnizada.

Fintando, bloqueando, rodando, o saltando a los lados. La agilidad del ballestero le dio cierto margen defensivo, que a pesar de todo, de poco le sirvió.

Una mordedura a través del brazo resulto fatal para el ballestero, que empezó a languidecer, terminando por caer colina abajo como un fardo sin vida. Ral despertó de su sopor, oyó, como si se tratase de un sueño, la lucha que colina arriba seguía con fiereza. Encomendándose a sus Dioses, se levantó del suelo y comenzó a escalar la colina. Llegó justo para asestar un virote fatal en el cráneo de la Bestia antes de caer de nuevo inconsciente.

Se despertó en la habitación del hospital, bajo la atenta mirada del médico jefe. Le habían vendado la herida del brazo, y entablillado la pierna que según parecía, se había roto en su caída por la colina. Se durmió de nuevo.
En sus sueños, Ral era veloz, ágil, y notaba el suelo como si se estuviese arrastrando desnudo por él. Intentó auparse a una roca, y con horror, descubrió que no notaba sus brazos ni piernas. Empezó a notar un sabor metálico en la boca, y comenzó a gritar.

Sin saber muy bien como, se despertó en la misma habitación, con el cadáver del Médico jefe entre sus manos aún caliente. Horrorizado, salió de la habitación y se encontró con el comandante y su escuadra esperándolo.

• Stin tenía razón - Dijo el comandante mientras levantaba su Hacha.

Ezum se lanzó contra Ral con una serenidad en los ojos que solo tendría un guerrero enano disciplinado. Ni un solo grito, ni un quejido por parte de ambos. Ral se dejó morir sin apartar la mirada de los ojos de Ezum, mientras este bajaba el hacha en un corte limpio contra su cuello.

Fue entonces, cuando Kadol, capitán de los ballesteros, vio la escena. Embargado por el dolor de ver a su pupilo muerto, se lanzó contra Ezum y sus lanceros. Stin aún no sabe que ocurrió en la sala del hospital, ni que motivos llevaron a su ejercito a matarse entre ellos. Pero las escenas que le detallaron los testigos, no se borraran de su mente durante mucho tiempo.

• ¿Y decían que aquí había un grupo de enanos que se volvieron locos? - se dijo a si mismo Stin -Empiezo a pensar que la Maldición de SilverSilk es real, y esta saliendo a escena.

#57 Supongo que ha sido un pequeño "bug". Cuando mande al ejercito atacar al wereballestero, era eso, were. Cuando realmente llegaron a darle, ya se habia vuelto a transformar. Los perros de guerra se comenzaron a atacar entre ellos... los soldados persiguieron al wereballestero en su forma enana, y eso parece... fue delito a los ojos de los demas, que se comenzaron a atacar entre ellos.

Es más, un civil fue a recoger a un lancero herido, y cuando lo cogio, el lancero le ataco... un caos vamos. Tengo al civil en el hospital con heridas muy graves, el comandante muerto, otro lancero muerto, el wereballestero muerto, los perros de guerra muertos todos, y al jefe medico. Creo que hay algun enano civil mas herido, pero he guardado la partida para tomar aire.

#57 puedes repetir la pregunta con algo mas de detalle? No he entendido bien que quieres.