Hasta hace bien poco mi modus operandi a la hora de comprar y jugar juegos había sido la misma desde prácticamente mis inicios en el medio. En su día, con mis primeras consolas compraba el juego de turno con el dinero que ahorraba de la paga y con ese normalmente aguantaba meses, entretanto alquilaba otros un fin de semana para jugar sólo o con amigos.
Con el paso del tiempo he ido funcionando más o menos igual, me llaman pocos juegos que comprar realmente de salida y entre estos puntos de referencia suelo rellenar con juegos a los que tenía ganas y que están de oferta. Nunca he tenido un backlog realmente serio, eran juegos que si los pillaba a buen precio bien, y si no pues tampoco pasa nada.
Lo más parecido que me pasaba era mirar la estantería con mis juegos y "cabrearme" por estar ahí habiéndolos jugado una vez y estar ahí muertos de risa sin sacarle ningún rendimiento más. Pero los juegos que no tenía y quería no me presionaban de ninguna manera, como se suele decir ojos que no ven... hasta que probé Game Pass (sí, otra vez hablando del servicio de Microsoft).
A partir de ese punto mis prioridades han empezado a cambiar porque ahora si que "tengo" los juegos (al menos disponibles) y empiezo a sentir la presión en la que se acumulan mi actual juego a medias (Resident Evil 2, segunda partida con Claire ahora mismo) con el próximo de los que me llaman de salida (Sekiro) sumándole a eso el nuevo Tomb Raider que acaban de meter en Game Pass. Y rizando el rizo los casos de juegos menores (We happy few, lo tengo a medias pero no me gusta dejarlo sin terminar) o segundas partidas (Alien Isolation) que me llaman como Sirenas a la perdición.
Así que sí, recientemente he descubierto lo que es sufrir de backlog. La parte buena es que entre Sekiro y Fire Emblem voy a tener unos meses donde encargarme de este asunto de una manera más tranquila... espero.