En octubre de 2010, un estudio español pequeño y poco conocido (MercurySteam), apoyado por un peso pesado de la industria (Kojima), sacaron a la venta el reboot de una de las franquicias japonesas más brillantes de todos los tiempos, Castlevania. Pese a todo el revuelo que se montó sobre todo con la fanbase más fiel a los juegos clásicos, Castlevania: Lords of Shadow fue un juego bien acogido por la crítica y que además tuvo buenas ventas. En Konami estaban contendos.
A raíz de este éxito, al desarrollador y productor de MercurySteam Dave Cox le fue asignada la tarea de seguir creando más Catlevanias en la línea de Lords of Shadow. Tenemos la aventura en 2D para Nintendo 3DS que salió en 2013, Mirror of Fate, y la secuela del primer Lords of Shadow que salió en 2014 y que recibió en líneas generales críticas bastante pobres. Esto no moló nada en Konami, compañía que además empezaba a situar su estrategía empresarial en el mercado móvil, y básicamente mandaron a MercurySteam a paseo.
No ayudaba nada el morbo que supuso conocer que Lords of Shadow 2 estuvo lleno de problemas en su desarrollo, problemas que apuntaban a Enric Álvarez, el director y guionista de los 3 juegos citados previamente así como co-fundador de MercurySteam.
Tanto Cox como Álvarez habían estado callados hasta ahora: