Corría el 15 de Septiembre del año de nuestro señor 1066. Mientras en Europa los grandes reyes combatían por Albión, un pequeño conde alemán comenzaba una aventura en el pequeño condado de Argovia, cerca de los Alpes.
Werner, pese a su ya edad, decidió seguir una vida dedicada a la caballería y al código de honor del caballero, pese a no contar con el apoyo entusiasta de su familia y su corte. A pesar de todo, comenzó a tener cierta habilidad en el hacer de la guerra.
También logró aumentar más el control sobre su territorio, sin que ningún vasallo se opusiese...pues ciertamente, no tenía ninguno de prestigio.
Su hijo mayor, Otto, lo prometió a la hija del Duque de Baviera, para garantizar una alianza fuerte que defendiese la independencia del pequeño condado de Argovia.
Su hija, la menor, fue prometida a uno de los hijos del Duque de Suabia, vecino con grandes tierras que amenazaba con absorber Argovia. Aunque la diferencia de edad era notoria, en su corazón Werner esperaba que ese heredero de Suabia falleciese antes de tener que casar su hija con él.
Por el este, estaba todo controlado. Y encima la casa Habsburgo había ganado un par de buenos aliados dentro del Sacro Imperio
La familia Habsburgo desde luego no era la más prestigiosa y grande del Imperio, pero Werner comenzaría a cambiar eso y lograr un destino glorioso.
También mantenía una gran esperanza en Otto, su único heredero. La edad comenzaba a pesarle en los hombros a Werner y confiaba que creciese fuerte para llevar las riendas de su casa
Mientras tanto, el emperador combatía contra la agresión del joven rey francés
La guerra era por el fronterizo condado de Bar, afortunadamente, lejos de nosotros. Esperemos que las tropas del maligno francés no entren en nuestros dominios a saquear.
Finalmente, nuestro obispo logró encontrar en unos papeles una reclamación sobre el vecino condado de Neuchatel. Sin dudarlo, Werner montó en el caballo, reunió a sus escasos hombres y marchó a hacer valer sus derechos.
Poco antes había logrado un hermoso ejemplar, una yegua fuerte y sana...decidió llamarla Bucéfalo, pues nadie le explicó que el mítico caballo de Alejandro Magno era macho.
Nuestro querido Otto avanzaba por un camino de moderación, una gran virtud a ojos de los buenos cristianos.
Varios vasallos del emperador decidieron aprovechar la problemática guerra con Francia para declarar su independencia. No se avecinaban tiempos buenos para el Sacro Imperio.
Por algún motivo que desconocía, las tropas del conde de Neuchatel desaparecieron de sus dominios, dejándonos un asedio tranquilo mientras se rumoreaba que habían ido de marchas militares a los altos Alpes.
No tardó demasiado en terminar con la conquista de Neuchatel. Ahora, el conde de Argovia, expandía sus dominios y empezaba a soñar con crear el Ducado de Transjurania para unir la región y dotar de un título prestigioso a su heredero Otto.
Pero como si fuese una maldición, todo cambió y se derrumbó de repente. Tras conocer la noticia de su médico que su mujer había tenido un niño, comenzó su pesadilla. Comenzó a sufrir bubones por el cuerpo y a sentirse extremadamente mal. Pese a que el médico de la corte intentó todo...
El conde Werner falleció sin apenas ver comenzado sus sueños. Su hijo Otto de 12 años heredaría Argovia y el control de la casa Habsburgo, mientras su otro hijo heredaría el recientemente conquistado Neuchatel.