Hola amigos consolegas, bienvenidos a la Torre del homenaje vol. 3 v.MV6:
Tras haber homenajeado hasta el momento las virtudes de Tombi! y Kid Icarus, hoy le toca el turno al mejor juego de NES. Pensaréis mal si se trata de Super Mario Bros. 3 o Metroid, pero también pensaréis mal si creéis que me refiero al mejor juego jamás aparecido en la consola de Nintendo. Concretamente me vengo a referir al mejor juego editado para NES que no llegó a nuestras fronteras, lo cual fue un putadón de dimensiones cataclísmicas ya que el título en cuestión es un juegazo de los pies a la cabeza. Hoy toca el turno de homenajear a… METAL STORM.
Menudo juegazo encierra esta portada
Metal Storm posiblemente sea uno de los títulos más adelantados a su tiempo de la historia del sector. Desarrollado por una desconocida por nuestros lares, Irem, Metal Storm marcó un antes y un después en la industria de los shoot’em’ups, y os voy a explicar en este artículo el porqué.
Metal Storm heredaba lo mejor de títulos de Metroid o Contra, y multiplicó el valor técnico y jugabilidad de estos por mil. Pero no sólo eso, también títulos como R-Type ayudaron a gestar la obra maestra de Irem, porque… ¿Qué podía salir de una mezcla de todos estos juegos? Pues un shooter lateral, con montones de plataformas y frenetismo a raudales. Y sí, habéis oído bien, “plataformas”, porque no sólo debemos afinar nuestra puntería sino también eludir obstáculos en forma de pinchos y demás lugares desagradables donde caer.
Todo un reto para vuestros pulgares
El argumento se podría decir que es el típico de un juego de estas características (a priori, ya veréis por qué), pero se basta y se sobra para dar solidez a un título de estas características. Manejaremos a un robot de nombre técnico M-308 Gunner diseñado especialmente para infiltrarse en una nave espacial con apariencia de planeta y de nombre Cyberg que se ha situado sobre la Tierra con el fin de destruirla. El dato original de la historia es que la nave fue construida por los propios terrícolas como bastión de batalla contra ataques alienígenas, pero debido a un mal funcionamiento en el ordenador de a bordo de la nave, ésta se ha vuelto loca y ha fijado su punto de mira no sólo en la Tierra sino también en los demás planetas del Sistema Solar. Por lo tanto, nuestro androide protagonista molón debe infiltrarse en la susodicha nave y activar un mecanismo de autodestrucción para que ésta se vaya al garete. Pero la nave espacial, muy lista ella, ha activado el protocolo de emergencia alpha y nos va a poner las cosas muy difíciles. Muy, muy difíciles.
Si digo que nos lo pondrá muy difícil es porque el juego también hereda algo de lo más característico de sus compadres de género: la dificultad. A no ser que cojamos el power-up del escudo de fuerza, moriremos al primer impacto que recibamos. Afortunadamente, tendremos miles de recursos para solventar las situaciones más peliagudas, y aquí es donde el juego empieza a brillar por luz propia, porque el M-308 Gunner, cuando se siente acorralado por decenas de disparos de enemigos o no puede atravesar una zona plagada de pinchos mortales, puede hacer uso de una técnica que dejó boquiabierto en su día al sector: el cambio gravitatorio. Porque resulta que no hay suelo ni techo, ya que el M-308 Gunner puede intercambiar suelo y techo cuando más le convenga, añadiendo un toque extra a la jugabilidad que lo hace inigualable. Imaginaos la situación: estáis a punto de morir porque unos disparos os apuntan a una zona electrificada, pues rápidamente cambiáis la gravedad y, ¡tachán! Pegamos nuestros pies en el techo y solventamos el problema.
Más te vale no resbalar...
Este recurso jugable, como decía, impresionó al más pintado, y poco después juegos como Megaman V “copiarían” esta posibilidad. Pero no sólo la jugabilidad se veía destacada por el cambio gravitatorio, sino también por la cantidad de situaciones insólitas y tremendamente divertidas que el juego proponía, como el estar encerrado en una jaula y tener que aguantar cómo podemos mientras el escenario se mueve a su antojo, facilitando así la invasión de enemigos a la misma, o escenarios con caídas en bucle sin fin (cayendo hacia abajo y apareciendo por arriba para acceder a plataformas de otra manera inaccesibles). Además, aunque retome el tema de la gravedad, las peleas contra los bosses son impagables, siendo un recital de cambios gravitatorios para atacar y evitar los láseres y golpes.
Una de las peleas contra bosses más intensas que he tenido el placer de jugar
La susodicha jaula de la muerte
Técnicamente, como también decía, es una joya en bruto. A destacar quedan los gráficos, con unas animaciones y unos efectos de luz que quitan el hipo, además de unos diseños muy logrados y sin apenas parpadeos de sprites, algo que la NES no vio mucho. Pero donde Irem dio otra lección fue en la creación de su scroll, pues consiguió hacer mover un scroll parallax en una consola que no lo soportaba y que jamás lo volvería a ver por sus circuitos. Gracias a este scroll parallax, de movimiento muy suave por cierto, pudimos ver al M-308 Gunner moverse por escenarios de cuatro capas de profundidad y movimiento propio en algunas ocasiones, algo que, como ya explicaba, la NES por sí misma no soportaba.
Fue una pena que el título no obtuviera el respaldo del público en cuanto a ventas, a pesar de que recibió buenas críticas. Y peor fue todavía que no llegara a nuestro país, algo por lo que debemos estar eternamente agradecidos (...) a Spaco, distribuidor oficial de Nintendo en España por aquel entonces.
Por lo tanto, y en conclusión, os lo digo desde ya: si tenéis oportunidad de jugar a este título, HÁGANLO. Y si no, buscad un hueco en vuestra apretada agenda guiño guiño y dedíquenle unas horas, porque VAIS A FLIPAR.
Avisados quedáis.
Os recomiendo que sólo veáis este vídeo si no vais a jugar