Esto me pasó el sábado por la noche. Era como la 1 de la madrugada y habíamos entrado un amigo y yo en un bar para quedar con el resto del grupo mientras tomábamos algo. El sitio estaba abarrotado, con la barra hasta arriba y todas las mesas llenas salvo una. En ella sólo estaba sentada una chica, que miraba su móvil con cara de aburrimiento. Le preguntamos si le importaba que nos sentáramos allí mientras esperábamos a unos amigos y nos contestó que no le molestaba y que se iba a ir pronto, ya que estaba esperando a una amiga que estaba al llegar.
Pasaron los minutos y su amiga no aparecía. La gente empezaba a irse y el ruido de la televisión empezaba a triunfar sobre el del gentío. Mi colega y yo habíamos estado hablando de chorradas y recordando anécdotas, mientras la chica de al lado nos ignoraba sin quitar la vista de su teléfono. Intentamos entablar conversación con ella en un par de ocasiones, pero la fuerza raviólica era demasiado fuerte y sólo intercambiamos un par de frases cada vez antes de darnos por vencidos.
Finalmente llegó su amiga. Era bastante más lanzada y nada más llegar nos saludó a los 3. En lugar de llamar a su compañera e irse pidió algo y se sentó con nosotros a charlar. En unos minutos estábamos hablando los 4 entre nosotros como si fuéramos amigos de toda la vida. Al cabo de un rato apareció el que debía ser el dueño del bar con el café que había pedido y una bolsa negra. Nos explicó que había una promoción y que con cada consumición podíamos sacar un papel de la bolsa, entre los que había premios interesantes. En mi papel había escrito un "quinto premio - 35€, enhorabuena!", pero no era nada comparado con el "tercer premio - 150€, enhorabuena!" de la chica que acababa de llegar.
Realmente no le prestamos demasiada atención a los premios, ya que estábamos demasiado entretenidos los 3 escuchando una anécdota de la chica nueva y queríamos saber como terminaba. Entre anécdota y anécdota se hizo el silencio entre nosotros un momento y me di cuenta de que estaban dando una peli que había visto por la tele.
-Buah tíos, están echando Birdman por la primera. Menudo peliculón, muh plano secuencia, hurrdurrdurrhurr...
En la pantalla aparecían dos mujeres con una armadura similar a la de Xena, dos tíos cachas con martillos a medio caracterizar entre trolls y orcos y un Michael Keaton que no parecía entender muy bien que hacía ahí en medio. Le pedí al dueño del bar que le diera más volumen para poder apreciar con más detalle la >banda sonora. En lugar de coger el mando o ir hacia la tele se acercó a nosotros y nos avisó medio cabreado de que era la hora de cierre y éramos los únicos que no se habían largado todavía. Como nos lo estábamos pasando bien y queríamos quedarnos un rato más le enseñamos nuestros boletos premiados y le pedimos de broma si nos podía dejar un rato a cambio de no cobrar los premios. No aceptó la propuesta, pero nos dejó quedar allí mientras terminaba de limpiar el bar.
Seguimos viendo la película. Los dos orcotrolls, las dos Xenas y Michael Keaton se peleaban por un anillo en una especie de caverna. En ese momento Michael se dio cuenta de que todo estaba en su imaginación y que en realidad los orcotrolls, las Xenas y él estaban sentados pacíficamente en los bancos de una iglesia escuchando un sermón. Todos nos quedamos impresionados por el fantástico giro de guión salvo la chica que llevaba ahí más tiempo. Al preguntarle si había entendido el giro agachó la cabeza, se echó a llorar y fue corriendo hacia el dueño del bar.
Resulta que el dueño del bar también era oftalmólogo y, sospechando que la chica ocultaba algo, la ató a una silla y le hizo la típica prueba de visión de reconocer letras. Ella recitó una tras otra lo que había allí escrito sin inmutarse, pero justo antes de terminar pude ver como guardaba un papel en el bolsillo. Cuando el oculista la soltó me levanté de mi sitio y me acerqué a ella para preguntarle sobre la nota que había guardado. Me respondió:
-Parece que conoces mi secreto. Pero yo también conozco el tuyo.
Acto seguido me entregó la nota que acababa de guardar. Me fui a una esquina del bar a leerla solo, lejos de miradas ajenas. Decía algo así:
"Me has descubierto. Tengo problemas graves de visión y pronto me quedaré ciega. Toda mi vida he tratado de ocultárselo a los demás, pero sólo he conseguido hacerles sufrir y engañarme a mí misma. No sabes lo duro que es tratar de llevar una vida normal sin poder hacer algo tan sencillo para los demás como ver. Todos los días me levanto y pienso en lo fácil que debe ser la vida de los demás. Poder hacer lo que quiera sin pensar en cómo o en las consecuencias que pueda tener. Poder mantener una conversación con alguien sin miedo a que te descubran. El mero hecho de andar por la calle me supone un esfuerzo increíble, tengo que andar despacio y con cuidado para no golpearme con cualquier cosa, pero a la vez de forma natural para no levantar sospechas. Sé que tú eres igual y pasas por lo mismo cada vez que juegas con Makoto."
Mientras la leía se me nublaban los ojos al pensar en el infierno que debía ser su vida y en lo mal que lo estaría pasando día tras día, pero fue al llegar al final cuando me rompí directamente, soltando la nota y echándome de rodillas a llorar como no lo había hecho nunca, mientras la cámara se alejaba hasta el cielo para darle más dramatismo.
Sueño patrocinado por Combofiend.