Parece que fue ayer cuando aún estábamos con los diskettes y la Sound Blaster 16, cuando sin darnos cuenta estamos hablando sin tapujos de la alta definición y los filtros aplicados sobre las texturas de nuestros juegos.
Wolfenstein 3D (5 de Mayo de 1992), cumpleañero hoy, no entendía de estos términos, pero tampoco le hizo falta para suponer un antes y un después en un género ya existente por aquel entonces: el FPS.
Técnicamente, los FPS existían ya desde los años 70, aunque ningún juego mereció la atención del gran público. Con Wolfenstein 3D, id superaba a otro FPS marca de la casa (Catacombs 3D) y distribuía un adictivo juego en versión shareware por todo el mundo.
El juego, que fue censurado en Alemania por el uso no educativo de la svastika y demás elementos nazis, reinventó el PC para convertirlo en el estandarte de un género y dio el empujón necesario a una compañía que nos premiaría más tarde con las sagas de Doom y Quake.
Y es que, como dijo en su día Todd Hollenshead, de id, el resto de FPS han ido modificando con mayor o menor éxito una misma fórmula, la de Wolfenstein 3D.