Hacia ya muchos años, que un viejecito alzaba sus brazos para lanzar semillas en el huerto de su casa. Cada temporada sus verduras, frutas y hortalizas, crecían con gran fervor de esa madre tierra. El viejecito recogía todas las cosechas entusiasmado por tener tal variedad de verduras, y tan frescas como eran. En la casa del anciano ademas de haber el huerto, había una vaca de la cual podía sacar leche. También había un pozo, pero no tenia agua... así pues, el anciano lo había tapado, para que nada cayera dentro de él.
Pero al anciano no le suponía ningún problema que el pozo estuviera seco, ya que cerca de su casa, estaba el pueblecito donde hacían que por medio de tuberías llegara el agua a cada casa, incluyendo la del anciano.
Así que gracias a el agua que llegaba del pueblo, el anciano podía regar todas sus plantas.
Una noche, entre las estrella una pequeña semilla callo al huerto del anciano.Y fue entonces cuando al día siguiente, los pájaros cantarían una dulce melodía, que haría crecer entre todas las verduras, una pequeña hoja verde.
Al ritmo de la dulce melodía, la pequeña hoja crecía cada vez mas. Y poco a poco, casi sin notarlo, bajo el tallo de esas hojas, una pequeña cebolla nació de la tierra.
Mientras tanto en la pequeña casita estaba el anciano tomando un caldo de ajos, que al oír un sonido extraño,soltó la cuchara y fue al exterior a comprobar que pasaba. El sonido que se escuchaba era un llanto de bebe. El gemido infantil procedía del huerto, así que el anciano se acerco extrañado. Y al ver quien era el pequeño llorica, el anciano aunque perplejo ante tal misterio de la naturaleza, saco una dulce sonrisa y con el abrigo que tenia puesto, arropo al pequeño niño cebolla.
El anciano que siempre había estado solo, no tenia ni la mas remota idea, de como cuidar un bebe, y menos ¡de cebolla!. Pero lo que si sabia hacer el anciano, era cuidar plantas como nadie y ser paciente.
Pasaron los años y el anciano se esforzaba en educar al pequeño cebollino, pero lo que nadie le dijo al anciano era lo complicado que seria educar al pequeño. El niño era muy rebelde y nunca hacia caso al pobre anciano, siempre estaba rompiendo cosas y tenia un peculiar juego en el que el cometido era destrozar todas las plantas del huerto.
Como no era de extrañar, al anciano este comportamiento le hacia estar enojado con bastante frecuencia. Pero no tenia claro que hacer con el ¿regañarle seria lo mas adecuado?¿o tal vez seria mas adecuado castigarle? El pobre anciano no tenia claro que poder hacer para que el niño cebolla fuera un buen niño, y no causara tanto alboroto.
Entonces un día, mientras el anciano limpiaba todas las verduras que había aplastado el niño cebolla, observo que el pequeño alborotador empezó a saltar encima de la tabla que tapaba el pozo seco que había en el huerto. El anciano grito alertando al niño, que bajara del pozo por su seguridad. Pero el niño en vez de hacerle caso, siguió saltando, y saltando con mas fuerza. El pobre anciano, preocupado, corrió para bajar al niño del pozo y dejara de saltar encima de este. Pero antes de que el anciano llegara, el niño cebolla rompió la tabla de un salto y callo en el interior del pozo.
El viejecito grito asustado por el niño, mientras corría hacia el pozo, pero cuando asomo la cabeza dentro de él, descubrió que el niño estaba bien. Tan solo tenia un par de arañazos.
Había que decir que el niño cebolla estaba muy asustado, y al ver la cabeza del anciano asomar por arriba del pozo, el pequeño cebollino empezó a soltar un lloriqueo y a pedirle que le sacara de allí, y que ya nunca mas se volvería a portar mal, el anciano al ver el comportamiento tan diferente al habitual, se sorprendió, se alejo del pozo y pensó si de verdad haría lo que le estaba diciendo o tan solo era una mentira, de otras tanta que ya le había contado otras muchas veces.
El niño gritaba, y gritaba suplicándole al anciano que le sacara de allí. Pero el anciano estaba tan harto de escucharle, que pensó en dejarle allí. Le ignoro durante un par de horas, para así poder pensar que hacer con él ¿tal vez dejarle allí, haría que ya no tuviera que escucharle mas?.
El viejecito para distraer sus mente y sus oídos, se puso a regar el huerto, limpiar el porche de casa, coger frutas de los arboles y ordeñar a su vaca.
Pero mientras sacaba leche fresca de las ubres de su vaca, el anciano observaba como ella se miraba a él.
El animal parecía querer decirle algo con su mirada penetrante, o eso interpretaba el anciano.
Y entonces se dio cuenta... el anciano se echo las manos a la cabeza, y se levanto con rapidez del taburete. Corrió a por una cuerda, y la deslizo por el pozo para que el niño, pudiera subir. Y al llegar el pequeño, a la superficie, el anciano lo abrazo con todas sus fuerzas. Los dos lloraron, se perdonaron, y prometieron que nunca mas ninguno de los dos haría algo que pudiera perjudicar al otro.
Y aunque el pequeño niño cebolla sabia que el anciano pensó por un instante en dejarle allí, nunca se lo tomo en cuenta, ni se lo reprocho. Porque en el fondo sabia que ambos dos se habían equivocado.
Y es que a veces, todos nos equivocamos en pequeñas insignificancias, que pueden tener remedio y solución, pero también debemos asumir nuestra parte de culpa en el conflicto, para así comprender a los demás, y resolver nuestros problemas que algunas veces son meras nimiedades.