Requisitos: cita proveniente de un libro que hayas leido.
Formato: Cita + Libro + Autor.
No se aceptan: ni citas sueltas, ni citas sin el formato indicado, ni tonterias varias.
"Cada hombre —escribe Chateaubriand— lleva en sí un mundo compuesto por todo aquello que ha visto y amado, adonde continuamente regresa, aun cuando recorra y parezca habitar un mundo extraño".
Visto en Tristes trópicos, de Lévi-Strauss.
"Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. "
E.Galeano (Patas Arriba: La Eescuela del Mundo al Revés)
—¿Qué piensa usted de las artes?
—El arte es la ciencia de lo inútil.
El médico frunció la frente, sorprendido. Aquella respuesta no cuadraba con la personalidad que había creído adivinar en su paciente.
—¿Quiere decir que desprecia usted las artes; que las considera algo trivial, y a quiénes las practican gentes desocupadas que no tienen otra cosa mejor que hacer?
—¡Nada de eso, doctor! ¡Considero que el arte es tanto más sublime cuanto mayor es su inutilidad!
—Explíquese mejor.
—El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta comer para alimentarse, sino que condimenta los alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigarse, sino que añade, a esta función tan elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas formas y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su necesidad: lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido de la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted puesta? ¿De qué le sirve al estómago una salsa cumberland o un Chateaubriand a la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o las orlas en forma de signos de interrogación de los hierros que sostienen el pasamanos de una escalera? Pues bien: todo eso que está inútilmente "añadido a la pura necesidad"... ¡ya es arte! La gastronomía, la hoy llamada alta costura y la decoración son las primeras artes creadas por nuestra especie, porque representan los excesos inútiles añadidos a las necesidades primarias de comer, abrigarse y guarecerse.
Los renglones torcidos de dios T. Luca de Tena
"¿De qué se compone un motín? De todo y de nada. De una electricidad que se desarrolla poco a poco, de una llama que se forma súbitamente, de una fuerza vaga, de un soplo que pasa. Este soplo encuentra cabezas que hablan, cerebros que piensan, almas que padecen, pasiones que arden, miserias que se lamentan y arrastra todo. ¿Adónde? Al acaso. A través del Estado, a través de las leyes, a través de la prosperidad y de la insolencia de los demás."
Victor Hugo en "Los miserables"
#543 Me estoy leyendo justo ahora ese libro y no hace mucho leí esa escena. Es besial, me encantó justo esa parte de la conversación. Iba a escribirlo después de leermelo en este hilo. Te me has adelantado
"Alguien que conocí escribió que abandonamos nuestros sueños por miedo a poder fracasar, o peor aún... por miedo a poder triunfar."
William Forrester.
"El dolor es temporal, el honor eterno"
" De creer a crear, solo hay una letra de diferencia" - Libro:El mundo Amarillo
"Ella cerró los ojos y se sumergió en sus recuerdos. En ellos ya no había dolor. Alguien había succionado, para siempre, todo el sufrimiento que contenían. El círculo volvía a cerrarse. Ella abría la puerta de una habitación lejana donde encontraba dos hermosos acordes que dormían, con la forma de dos lagartos, en la pared. Toca suavemente los lagartos. Puede sentir su sueño apacible en las yemas de los dedos. Sopla la brisa. Lo comprende por una leve oscilación de las viejas cortinas. Una oscilación llena de significados, como una metáfora. Ella lleva un largo vestido de color azul. Un vestido que llevó hace mucho tiempo en alguna otra parte. Al andar, los bajos del vestido hacen un suave frufrú. Al otro lado de la ventana está la playa. Se oye el rumor de las olas. Se alza la voz de alguien. El viento huele a mar. Es verano. Siempre es verano. En el cielo flotan unas pequeñas nubes blancas de nítidos contornos"
Kafka en la orilla del mar, Haruki Murakami.
Tengo una duda sobre si puedo postear algo o no, y prefiero asegurarme antes de hacerlo, por tanto, ¿quién es actualmente moderador de este hilo??
:wtf:
#551 Muchas gracias, voy a contactar a ver qué me dicen!
#550 Van cambiando,así que no sé si estará actualizada o que xD
http://www.mediavida.com/foro/mediavida/todo-necesitas-saber-para-moverte-mv-378531
Libros y cómics
Txentx0
urrako
darkavm
"Se transmite la ilusión, la impresión, de que todo pasa en la ciudad, sin embargo la periferia, el campo, lo que no promocionan los institutos del turismo, también es el país: también es historia, es vida, es un lugar que no conoces. Quizá la diferencia es que no te han prometido nada respecto a él".
El viaje imposible, de Marc Augé.
- ¿Qué edad tiene el mozalbete? —inquirió Barceló, mirándome de reojo.
· Casi once años —declaré. Barceló me sonrió, socarrón. - O sea, diez. No te pongas años de más, sabandijilla, que ya te los pondrá la vida.
La sombra del viento.
Las mayores estupideces se han cometido por religion, las siguientes por orgullo.
JLCR - Guia para la vida
"Beauty is mysterious as well as terrible. God and devil are fighting there, and the battlefield is the heart of man."
- Fyodor Dostoevsky
"Entre el 5 y el 10% de la población sabe hacer 'algo' mas o menos bien" G.H. Hardy, Apología de un matemático.
Al estilo de M0E en #25, aunque bastante más breve, aquí dejo este ladrillo recién copiado. Tarea digna de un amanuense, como diría el propio autor del fragmento siguiente:
"Algunas veces me quedo dentro de unos servicios públicos, aseos los llaman en algunos sitios, aseos pone encima de la flecha indicadora. Hay que quedarse así, quieto, en un inodoro conocido o desconocido, en el baño de casa o en los servicios de una cafetería, en el ataúd vertical y acondicionado del retrete hasta que la palabra water se disuelva en el aire, sintiendo cómo la vida se detiene. Paredes de azulejo muy menudo, tres azulejos caídos en algún sitio, tres cuadraditos de cal y yeso y pared y tiempo, por donde asoma la crudeza de la construcción, tres huecos de una simetría casual y natural, Klee y Mondrian sentados en la taza, el uno o el otro encarnados en mí mirando el juego de cuadraditos, buscando más huecos, más cuadraditos caídos, la geometría deficiente, gris y vivida de la pared, en un clima de nalga, orín, silencio, y rumor, y las cañerías, las tuberías que tragan agua de vez en cuando, como un reptil dormido que respira o hace la digestión, ese buche de agua negra que pasa por la garganta de la tubería cada cierto tiempo y afuera el rumor de la ciudad, se llena uno de beatitud y de pronto comprende que no está oyendo nada, que la ciudad se apaga, que ya no existe, pero a lo mejor perdura el rumor del bar, el escándalo de la barra, gritos y gambas, o la conversación de dos parroquianos, ahí fuera, mientras dan suelta a su ácido úrico, vamos a ver si nos dan de comer, y que llevo un hambre que no veas, y yo aquí, sentado en la taza, o de pie, mirando la bombilla negra, el rollo de papel higiénico, tan soso, tan servicial, tan maltratado, un grifo cerca del suelo, que no cierra ni abre nada, el polvo y la puerta.
En la puerta hay inscripciones, roturas, nombres, marcas de bolígrafo, manchas marrones, quemaduras pequeñas, crueldades, el rastro de toda la tribu defecadora que ha pasado por aquí. Una sexualidad elemental, la torpeza de unos órganos genitales que parecen pintados, efectivamente, con los órganos genitales, alguna alusión política, confusa, directa, un nombre de mujer, Petri, una pe demasiado grande, el tipo empezó con entusiasmo, con grandiosidad que luego desfallece en las otras letras, terminadas de cualquier manera. Qué poco dura el amor.
O hubo algo más urgente. Petri. Alguien ha querido perfeccionar la tarea grabando otro nombre a navaja, trabajando la madera de la puerta, pero también se ha cansado y se ha ido, y al final se ha limitado a dibujar ligeramente letras con la punta del arma, sin ahondar, uno quisiera llevarse estas puertas de retrete, estos relieves, qué exquisitez, el gusto decadente por lo popular, por lo espontáneo, por lo enigmático, ese arte que ahora se ha puesto de moda, todos juegan a imitar la casualidad de la vida, ya es bastante haber visto, haber sabido ver el arte que hace la vida, la emoción que tiene el tiempo fragmentario de la gente, llevarse la puerta, salir cargado con ella, transportar el tablón por las calles, como un carpintero o un antropólogo, si le pones una firma puede valer mucho dinero en una sala de exposiciones, pero todo eso ha quedado fuera, la cultura, la vida, mi vida, aquí sólo es una puerta de verdad, un aglomerado de realidad, madera artificial sintética contrachapada que me separa del mundo, me aísla, me entierra, que constituye mi soledad, instaura una individualidad que no tengo, divide el tiempo, mientras el mundo desaparece afuera y sólo me envía olores de guiso, de distancia, de mediodía, de gente. Puedo desencadenar la caída de las aguas, la catarata ruidosa, una catástrofe de cisterna que todo se lo lleva y echa de nuevo sobre mí la actualidad."
Mortal y rosa, de Francisco Umbral.
"Reír es arriesgarse a parecer un tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer un sentimental.
Recurrir a otro es arriesgarse a comprometerse.
Exponer los propios sentimientos es arriesgarse a desnudar el verdadero yo.
Exponer tus ideas y sueños ante la multitud es arriesgarse a perderlos.
Amar es arriesgarse a no ser correspondido.
Vivir es arriesgarse a morir.
Tener esperanza es arriesgarse a desesperarse.
Intentarlo es arriesgarse a fracasar.
Pero hay que corer riesgos, porque no hay peor riesgo en la vida que no arriesgar nada."
Arthur Ward (aunque hubiera podido escribirlo cualquiera que haya salido al mundo, eso sí, aplicarlo... eso ya es harina de otro costal!)
Mientras actuamos tenemos una finalidad; una vez terminada, la acción no tiene más realidad para nosotros que el fin que hemos perseguido. Nada consistente había, pues, en todo eso, salvo el juego. Pero hay quienes tienen conciencia de ese juego durante la acción misma: viven la conclusión en las premisas, lo realizado en lo virtual, minan lo serio por el hecho de existir.
La visión de la no–realidad, de la carencia universal, es el resultado combinado de una sensación cotidiana y de un brusco temblor. Todo es juego.: sin esta revelación fulminante, la sensación que uno arrastra a lo largo de los días no tendría ese sello de evidencia que necesitan las experiencias metafísicas para distinguirse de sus imitaciones: los malestares. Pues todo malestar no es sino una experiencia metafísica abortada.
Del inconveniente de haber nacido, de Cioran.
Sobrepasa las cuatro líneas, por lo que no se lo va a leer ni Dios pero aquí lo dejo.
“ En efecto, no hay nada más irritante que ser, por ejemplo, rico, de buena familia, de aspecto decoroso, bastante bien educado, nada tonto, hasta un poquitín bondadoso, y al mismo tiempo no tener talento alguno, ninguna cualidad especial, ni siquiera una excentricidad, ni una idea propia, ser, en fin, “como todo el mundo”. La riqueza está ahí, pero uno no es Rothschild; la familia es buena, pero nunca se ha distinguido en nada; el aspecto es decoroso, pero muy poco expresivo; una educación razonable, pero sin saber a qué aplicarla; talento, pero sin ideas propias , buen corazón, pero sin magnanimidad, etc., etc.
Hay en el mundo una multitud de individuos así, muchos más de los que parece; se reparten, como todas las gentes, en dos categorías principales: unos son mentalmente más cortos de alcance, otros son “mucho más listos”. La primera es la más feliz. Para un hombre ordinario de corta inteligencia nada hay más fácil, por ejemplo, que imaginarse que es un hombre excepcional y original y gozar de esa creencia sin el menor titubeo. Basta sólo con que algunas de nuestras señoritas se corten el pelo, se pongan gafas azules y se llamen a sí mismas “nihilistas” para que queden convencidas de que con gafas azules han adquirido sin más ni más “convicciones” personales. Basta sólo que con que Fulano de Tal sienta en su corazón una gotita de emoción humanitaria y benévola para que al momento quede persuadido de que nadie tiene sensaciones tan profundas como él y de que se encuentra en la vanguardia del progreso general. Basta sólo con que otro individuo adopte una idea de que ha oído hablar, o haya leído una página en alguna parte, para creer que ésa es su “idea personal” engendrada en su propio cerebro. La arrogancia ingenua - si así cabe llamarla- llega en tales casos a extremos nada comunes; todo ello es inverosímil, pero se encuentra a cada instante. Esa arrogancia ingenua, esa completa confianza del hombre estúpido en sí mismo y su talento ha sido admirablemente representada por Gogol en el tipo maravilloso del teniente Pirogov. Pirogov no tiene la menor duda de que es un genio, más aún, superior a otros genios; hasta tal punto no lo duda que ni una sola vez hace cuestión de ello; pero la verdad es que no se hace nunca cuestión de nada.
El gran escritor se vio obligado finalmente a propinarle una paliza para dar satisfacción a los maltrechos sentimientos morales de su lector; pero viendo que su gran hombre no hizo más que sacudirse y comerse un pastelillo de hojaldre para recobrar las fuerzas después del correctivo, levantó los brazos asombrado y dejó que los lectores opinaran de su personaje lo que les viniera en gana. Yo siempre he lamentado que Gogol diera al gran Pirogov un grado militar tan bajo, porque Pirogov queda tan fácilmente satisfecho de sí mismo que nada le sería más fácil que imaginarse –a medida que aumenta de tamaño y se complican sus charreteras con los años y los ascensos- que es un gran soldado, o, mejor dicho, no imaginárselo, sino sencillamente no dudar de ello; había sido ascendido a general; por lo tanto, ¿cómo no habría de ser un gran caudillo militar? ¡Y cuántos guerreros como ése no habrán fracasado horriblemente en los campos de batalla más tarde! ¡Cuántos Pirogovs no habrá habido entre nuestros literatos, nuestros eruditos, nuestros publicistas! Digo “ no habrá habido”, pero, por supuesto, los hay hoy todavía.
Nuestro personaje pertenece a la segunda categoría, o sea, a la de aquellos que son “mucho más listos”, aunque estuviese dominado de pies a cabeza por el deseo de ser original. Pero esta categoría es mucho más desafortunada que la otra. Lo que ocurre es que el hombre ordinario inteligente, aun si se imagina de vez en cuando (o quizá durante toda su vida) que es persona de genio y originalidad, siente, no obstante, que en su corazón le roe el gusanillo de la duda, que a veces acaba por empujarle a una absoluta desesperación. Si se abandona a esa creencia, es sólo porque ha sido totalmente empozoñado por una vanidad que se ha vuelto contra él. Sin embargo, nos hemos valido de un caso extremo.
En la inmensa mayoría de los ejemplos de esta categoría inteligente, las cosas no suceden de una forma tan trágica; hacia el final, el hígado se resiente, poco más o menos, y eso es todo. Pero, en cualquier caso, antes de calmarse y resignarse, estas gentes pasan a veces mucho tiempo haciendo el tonto, desde su juventud hasta la edad de la resignación, y siempre por su afán de originalidad.
Se dan incluso casos extraños. Por afán de originalidad un hombre honrado está dispuesto a cometer una bajeza, ocurre incluso que uno de estos desgraciados no es sólo un hombre honrado, sino un hombre bueno, que mantiene con su trabajo no sólo a su propia familia sino a otros extraños a ella. ¿Y qué cree usted? ¡Pasa toda la vida sin poder calmarse! A él no le calma ni consuela el haber cumplido tan loablemente sus deberes como hombre; al contrario, eso le irrita:
¡En esto he malgastado mi vida entera: esto es lo que me ha tenido atado de pies y manos; esto es lo que me ha impedido inventar la pólvora! ¡De no haber sido por ello, de seguro que hubiera descubierto algo – la pólvora o América-, no sé precisamente lo que hubiera sido, pero de seguro lo hubiera descubierto!
El rasgo más saliente de estos señores es que, efectivamente, durante toda su vida nunca llegan a saber precisamente lo que tienen que descubrir: la pólvora o América. Pero lo que han sufrido por su anhelo de descubrir algo hubiera bastado para satisfacer a un Colón o a un Galileo ".
El idiota
Dostoyevski
Bonasera cerró los ojos durante un segundo y luego empezó a hablar. Su voz
era apenas audible, la misma que empleaba para consolar a los familiares de
los muertos.
– He dado a mi hija una educación americana. Creo en América. Este país ha
hecho mi fortuna. He concedido a la chica absoluta libertad, pero le he
enseñado siempre que no debía hacer nada que pudiera avergonzar a su
familia. Se hizo amiga de un muchacho no italiano. Iba al cine con él, regresaba
a casa muy tarde... Pero el muchacho nunca vino a saludarnos, como padres
de ella que somos. Lo acepté todo sin protestar; la falta es mía. Hace dos
meses, él y otro chico se la llevaron a dar un paseo en coche. Los dos hicieron
beber whisky a mi hija y luego trataron de abusar de ella. Mi hija resistió, supo
guardar su honra. Entonces le pegaron como si fuera una bestia. Cuando acudí
al hospital, tenía los ojos morados, la nariz rota, la mandíbula destrozada. La
pobre no cesaba de llorar. “¿Por qué lo han hecho, papá? ¿Por qué tenían que
hacerme esto?” No pude contenerme; yo también me eché a llorar.
[...] – ¿Por qué lloré en el hospital? Ella era la luz de mi vida, era una hija muy
cariñosa y muy hermosa. Confiaba en la gente, pero ahora nunca más confiará
en nadie. Ya nunca volverá a ser hermosa.
[...] – Acudí a la policía –prosiguió–, como todo buen americano, y los dos
muchachos fueron arrestados. Las pruebas eran abrumadoras. Se confesaron
culpables y el juez los condenó a tres años de cárcel, pero suspendió la
sentencia. Salieron en libertad el mismo día. Yo estaba de pie en la sala del
tribunal, y comprendí que había hecho el ridículo. Al pasar, esos dos me
sonrieron con sorna. En ese preciso instante le dije a mi esposa: “Debemos
acudir a Don Corleone, si queremos que se haga justicia”.
El Padrino, Mario Puzo
Empezó a preguntarse si podríamos hacer nunca de la psicología una ciencia tan absoluta que pudiera revelarnos cada uno de los pequeños resortes de la vida.
Nunca nos comprendemos a nosotros mismos y raramente comprendemos a los demás. La experiencia no tiene un valor ético. Es simplemente la manera que tienen los hombres de llamar a sus propias faltas. Los moralistas generalmente la han mirado como un aviso y han afirmado que tiene una verdadera eficacia ética en la formación del carácter, y la han adorado como si nos mostrara el camino a seguir y nos dijera lo que tenemos que evitar. Pero la experiencia no tienen ningún poder. Tiene tan poco de causa activa como la conciencia misma. Todo lo que realmente está demostrado es que nuestro futuro podrá ser lo mismo que nuestro pasado, y que el pecado que cometemos una vez con asco lo cometemos después muchas veces con alegría.
El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde
De estas veces que te cuestionas muy fuerte eso de refugiarse en la lectura.