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" Cuando las órdenes son razonables, justas, sencillas, claras y consecuentes, existe una satisfacción recíproca entre el líder y el grupo." - Arte de la guerra de Sūn Tzu
Dicebant mihi sodales, si sepulchrum amicae visitarem,
curas meas aliquantulum fore levatas.
(Ebn Zaiat)
En español:
"Decíanme mis amigos que encontraría algún alivio a mi dolor visitando el sepulcro de mi amada"
"Las grandes cuestiones no se decidirán por medio de discursos y votaciones, sino con sangre y hierro"
Otto Von Bismark
"Blasfemar, para esos tipos a la antigua que no están perfectamente convencidos de que Dios no existe, pero, riéndose de él, le sienten de vez en cuando en su interior, es una hermosa actividad. Viene un acceso de asma y el hombre empieza a blasfemar con rabia y tesón: con la precisa intención de ofender a este Dios eventual. Piensa que, después de todo, si existe, cada blasfemia es un martillazo en los clavos de la cruz, y un disgusto que se la da a aquél. Después se vengará Dios –es su sistema–, armará un estropicio, mandará otras desgracias, meterá en el infierno, pero aunque ponga el mundo patas arriba, nadie le quitará el disgusto sentido, el martillazo sufrido. ¡Nadie! Es un buen consuelo. Y la verdad es que esto revela que, después de todo, este Dios no ha pensado en todo. Pensad: es el dueño absoluto, el tirano, el todo; el hombre es una mierda, una nada, y sin embargo el hombre tiene esa posibilidad de irritarle y disgustarle y echarle a perder un instante de su beata existencia. Esto es en verdad el “meilleur témoignage que nous puissions donner de notre dignité”* ¿Cómo no ha hecho nunca Baudelaire una poesía sobre esto?"
*"Mejor testimonio que podríamos dar de nuestra dignidad" (cita del poema Phares [Faros] de Charles Baudelaire).
El oficio de vivir, de Cesare Pavese.
“Das ganze Leben wird dem Glücklichen zu kurz, dem Leidenden nimmt eine Nacht kein Ende.”
Friedrich Jacobs
La vida entera parece muy corta (poco) para alguien que esta feliz, para alguien que sufre una sola noche ya no tiene fin (ya es muy larga).
"-[...] Todos nos contamos una historia sobre nosotros mismos. Siempre. Continuamente. Esa historia es lo que nos convierte en lo que somos. Nos construimos a nosotros mismos a partir de esa historia.
Cronista arrugó la frente y despegó los labios, pero Bast levantó una mano.
–No, escúchame. Ya lo tengo. Conoces a una chica tímida y sencilla. Si le dices que es hermosa, ella pensará que eres simpático, pero no te creerá. Sabe que esa belleza es obra de tu contemplación. – Bast se encogió de hombros-. Y a veces basta con eso.
Sus ojos se iluminaron.
–Pero existe una manera mejor de hacerlo. Le demuestras que es hermosa. Conviertes tus ojos en espejos, tus manos en plegarias cuando la acaricias. Es difícil, muy difícil, pero cuando ella se convence de que dices la verdad… -Bast hizo un ademán, emocionado-. De pronto la historia que ella se cuenta a sí misma cambia. Se transforma. Ya no la ven hermosa. Es hermosa, y la ven."
Dying.
Patrick Rothfuss aka "Perocómolohacesjoderostiailoveu" en "El nombre del viento", Crónica del asesino de Reyes: primer día.
Sobre las 8 cojo un libro que andaba en mi cuarto de Ramiro Calle: A través de la india eterna; lo abro por un par de sitios, y en uno de ellos hay un párrafo que leo que viene a decir que como no hay tiempo en la vida para todo, hay que centrarse en una religión apropiada para cada uno, ir a lo esencial, comprenderlo y meditarlo para llegar a la experiencia directa, a la vivencia. Esto viene dicho, en una entrevista que recoge el libro, por el que era o es director Namgyal Instituto de Investigación de Tibetología P. 105-6. Le pongo un marcador, y cierro el libro. Doy un par de vueltas por la casa, voy a la nevera, un par de lonchas de jamón serrano, y tras mi vuelta al salón veo unos libros de Herman Hesse que había sacado de mi habitación para adecuarla a mi estado mental, necesito espacio físico. Escojo Demian, Shidartha y Mi credo. Me decido por empezar Demian, y en la página 16:
No he sido un hombre que sabe. He sido un hombre que busca y lo soy aún, pero no busco ya en las estrellas ni en los libros: comienzo a escuchar las enseñanzas que mi sangre murmura en mí.
Me da mucha pena que este hilo decayese tanto, así que he cogido el Kindle y aquí van un par de las que tengo guardadas.
Hicimos el amor como locos, ávidamente, vorazmente, codiciosamente, como después de años de celibato, como para acumular, como si hubiéramos de volver de nuevo al celibato. Nos dijimos muchas cosas. Nos dijimos el uno al otro verdades muy triviales. Nos dijimos el uno al otro mentiras muy hermosas. Pero esas mentiras, aunque eran mentiras, no estaban pensadas para engañar.
Hicimos el amor. Y hablamos. Y nuestras mentiras fueron cada vez más hermosas. Y cada vez más falsas.
Geralt de Rivia - La Dama del Lago
Hubo un tiempo en el que el hombre tenía un cielo dotado de una riqueza pletórica de pensamiento y de imágenes. La significación de cuanto es radicaba en el hilo de luz que lo unía al cielo; entonces, en vez de permanecer en este presente, la mirada se deslizaba hacia un más allá, hacia la esencia divina, hacia una presencia situada en lo ultraterrenal, si así vale decirlo. Para dirigirse hacia lo terrenal y mantenerse en ello, el ojo del espíritu tenía que ser coaccionado; y hubo de pasar mucho tiempo para que aquella claridad que sólo poseía lo supraterrenal acabara por penetrar en la oscuridad y el extravío en el que se escondía el sentido del más acá, tornando interesante y valiosa la atención al presente como tal, a la que se daba el nombre de experiencia [Erfahrung]. Actualmente, parece que hace falta lo contrario; el sentido se halla tan fuertemente enraizado en lo terrenal que se necesita la misma violencia para elevarlo de nuevo. El espíritu se revela tan pobre que, como el peregrino en el desierto, parece suspirar tan sólo por una gota de agua, por el tenue sentimiento de lo divino en general, que necesita para reconfortarse. Por esto, por lo poco que el espíritu necesita para contentarse, puede medirse la extensión de lo que ha perdido.
G. W. F. Hegel, Prólogo a la Fenomenología del espíritu.
It was the best of times, it was the worst of times, it was the age of wisdom, it was the age of foolishness, it was the epoch of belief, it was the epoch of incredulity, it was the season of Light, it was the season of Darkness, it was the spring of hope, it was the winter of despair, we had everything before us, we had nothing before us, we were all going direct to Heaven, we were all going direct the other way--in short, the period was so far like the present period, that some of its noisiest authorities insisted on its being received, for good or for evil, in the superlative degree of comparison only.
Charles Dickens, Tale of two cities
PD: Es una pena que este hilo haya muerto, era uno de mis favoritos.
Por mí se llega a la ciudad del llanto;
Por mí a los reinos de la eterna pena,
y a los que sufren inmortal quebranto.
Dictó mi Autor su fallo justiciero,
y me creó con su poder divino,
su supremo saber y amor primero.
Y como no hay en mí fin ni mudanza,
nada fue antes que yo, sino lo eterno...
Renunciad para siempre a la esperanza.
La Divina Comedia, de Dante Alighieri
Tu Cuerpo Está Hecho para Moverse. En cada cosa ha habido un reloj, un cronómetro urgente, estos últimos días. Cada cosa era un reloj de arena que marcaba el tiempo por la disminución visible de su contenido o de su tamaño, un reloj de champú en la ducha, un reloj de gel marcando el final de este tiempo, de este retiro, de mi vida en esta ciudad. El tarro de miel del que cada mañana me he servido una cucharada para el café con leche del desayuno ya está mucho más que mediado. El frasco de las pastillas cada día suena más a hueco cuando lo saco de la estantería de las medicinas. Ya no hay calendarios con cuadrículas numeradas en las que tachar los días. Pero da igual porque todo son relojes. El lápiz con el que he escrito estas últimas semanas ya se ha quedado tan pequeño que me cuesta sujetarlo entre los dedos. Lo primero que he hecho cada mañana al despertarme, y a veces en mitad de la noche, ha sido mirar los números rojos del reloj en la mesa de noche. Hay otro reloj en el horno de la cocina, otro en el microondas, en el lector de DVD en el salón, en la caja de la televisión por cable. Hay un cronómetro en mi pulso y otro en mis globos oculares cuando los froto para aliviar el cansancio, y otro que bate como un péndulo solemne en el interior de la caja torácica. La luz que cada tarde ha durado más en la ventana y en el edificio de enfrente ha sido un reloj de sol. La sombra que asciende poco a poco desde la acera hacia los pisos más altos y termina extinguiendo la última claridad en las cornisas que dan al oeste ha sido un reloj de sombra. Hay un reloj, una clepsidra de palabras vertiéndose al papel desde mi mano y de la punta del lápiz mientras escribo. Mis piernas mientras caminaba a solas durante tantas horas por la ciudad eran las agujas del reloj que mide el tiempo con el ritmo dual de los pasos. A media tarde y a media noche los ruidos metálicos de la calefacción en las tuberías y los radiadores eran otro reloj incrustado en las cosas. Mi respiración era un reloj, el aire que llena los pulmones y un momento después sale con un silbido callado de ellos y vuelve a entrar. Los granos de grafito del lápiz eran granos de arena del reloj de la escritura.
Un andar solitario entre la gente, Antonio Muñoz Molina
"En algún sitio he leído —pensó Raskólnikov siguiendo su camino—, en algún sitio he leído que, una hora antes de su ejecución, un condenado a muerte decía o pensaba que si hubiera tenido que vivir en lo alto de un risco, en un espacio tan reducido que solo le permitiera permanecer de pie, rodeado de precipicios, de tormentas, de un océano, de la eterna oscuridad, y la soledad eterna, y quedarse así, de pie sobre un palmo de roca, toda la vida, mil años, una eternidad, habría preferido vivir así que morir en aquel momento. ¡Cualquier cosa con tal de vivir, de vivir, de vivir! ¡Vivir como sea, pero vivir!... ¡Qué verdad tan grande! ¡Dios mío, qué verdad! ¡El hombre es ruin! ¡Y también es ruin quien así le llama!"
Crimen y castigo, Fiódor Dostoievski
“Si te van a colgar, pide un vaso de agua. Nunca se sabe qué puede pasar mientras te lo traen.”
La dama del lago, Andrzej Sapkowski.
"De las mujeres habla mucho y con ganas, como un novelista francés, pero siempre con esa grosería del campesino ruso que -hasta ahora- me resultaba desgradable. Hoy en Mindalnaya Roscha (Bosque de los almendros) le ha preguntado a Chéjov:
-¿De joven copulaba mucho?
Anton Pavlovich ha sonreido azorado y, mesándose la perilla, ha farfullado algo incomprensible; Lev Nikoláievich, mirando al mar, ha confesado:
-Yo fui un... incansable...
Lo ha pronunciado con aflicción, utilizando una palabra cruda, del vocabulario popular. Entonces por primera vez me he percatado de que la usaba de manera tan llana como si no supiera ninguna otra digna para sustituirla. Y todas las palabras semejantes que salen de su boca velluda, suenan sencillas, naturales, perdiendo por el camino su brutalidad y suciedad cuarteleras. Me viene a la memoria mi primer encuentro con él, nuestra conversación sobre Bárbara Olessova y Veintiséis y una.
Desde el punto de vista habitual, su habla era una sarta de palabras indecentes. Me sentí turbado y hasta ofendido, me pareció que no me consideraba capaz de entender otro lenguaje. Ahora entiendo que ofenderse era estúpido."
Recuerdos de Tolstói, Chéjov y Andréiev, Maxim Gorki
«Al final de todas las religiones y filosofías, en medio de tantos dioses, héroes y sueños, resulta que la vida no es sino un conjunto de chismes y un nudo de aromas, una pequeña costumbre cuyos pilares tan sólidos son de humo y salen de ciertas tazas frente a las cuales uno ha sido feliz.» - Manuel Vicent
También cuando se hace referencia a la nada de la muerte, por ejemplo, se emplea la hábil estrategia de neutralizarla en la conciencia, reduciéndola a un acontecimiento como otro cualquiera, relativamente insignificante; así, la no existencia que se manifiesta en la muerte no dice más que una esquela mortuoria del periódico, viene a ser un anuncio de tantos, que no se diferencia de la publicidad de cigarrillos o películas y tiene, incluso, la misma tarifa. O bien se da la estrategia de difamar la preocupación por la amenaza de la muerte, tildándola de ocupación inútil y de escape de los quehaceres cotidianos. Pero, frente a todas estas tentativas, las moderadas palabras de Pascal conservan su incorruptible verdad: "Corremos descuidados hacia el abismo una vez que hemos puesto ante nosotros el obstáculo que nos impide verlo". El abismo de la nada, que se avecina hacia nosotros y nos amenaza, es una realidad innegable, por muy repulsiva que nos parezca.
Welte, B., Por qué se plantea el problema de Dios, en Ratzinger, J. (ed.), Dios como problema.
Llegué a Zarzahuriel a pie. Caminé por la aldea orgulloso de estar viendo lo que Manuel veía, ufano por estar metido en el escenario en el que un hombre se había construido una vida a la medida. Al olor tiznado del incendio vecino, ahora mis posesiones calcinadas, di con su casa. Allí se alzaba, como un templo pobre, con su masa negra adosada a la chepa, insinuando vagas señales de habitación latente. Encontré la puerta abierta y entré.
Manuel no estaba. Había dejado una nota encima de una mesa. En vez de decir "Llego en un momento" o "Estoy en la fuente", en el papel había escrito "Te quiero mucho".
Entonces entendí de golpe que no iba a comparecer, y que ya no le volvería a ver jamás. Me había faltado viveza para interpretar por qué apenas llamaba, y por qué contestaba poco y flojo cuando conseguía interceptarle. Me había faltado talento para darme cuenta de que él estaba determinado a culminar su encapsulamiento hasta las últimas consecuencias. Pero no anduve listo. No vi que Manuel ya no estaba para nadie. Ni siquiera para mí.
Los asquerosos - Santiago Lorenzo
"Soy de los que opinan que en la historia de los hombres la de su infancia y adolescencia importa mucho, sobre todo cuando se trata de artistas, los cuales casi siempre siguen teniendo mucho de niños y adolescentes. En rigor, ser artista es... seguir jugando. Las mujeres, los adolescentes y los artistas... y algunos locos, entienden de cierta clase de intereses del alma, que son letra muerta para los banqueros, los hombres de Estado y ¡qué lástima!, hasta para los sacerdotes, las más veces."
Benito Pérez Galdós, estudio crítico-biográfico, Leopoldo Alas "Clarín"
"Todos ponen cara seria, pero todos saben que aquello es una caseta de feria, sobre todo los muchachos de la escolta, que tienen mucha menos picardía. En 1945, en la prisión de tránsito de Novosibirsk, la escolta ordenaba a los presos que llegaban llamándolos por sus respectivos artículos: «¡Fulano de Tal, 58-1a, veinticinco años». El jefe de la escolta estaba intrigado: «¿Y a ti por qué te han echado veinticinco años?». «Pues, por nada.» «!Mentira. Por nada, lo que te cae son diez!»
Archipiélago Gulag I - Aleksandr Solzhenitsyn.