La luz Fantástica (Terry Pratchett)
con tanta educación como es posible cuando se está sonriendo como un necrófilo en un depósito de cadáveres.
De Que hablo cuando hablo de correr (Haruki Murakami)
«continuar es no romper el ritmo». Para los proyectos a largo plazo, eso es lo más importante. Una vez que ajustas tu ritmo, lo demás viene por sí solo. Lo que sucede es que, hasta que el volante de inercia empieza a girar a una velocidad constante, todo el interés que se ponga en continuar nunca es suficiente.
De Que hablo cuando hablo de correr (Haruki Murakami)
Lo importante es ir superándose, aunque sólo sea un poco, con respecto al día anterior. Porque si hay un contrincante al que debes vencer en una carrera de larga distancia, ése no es otro que el tú de ayer.
El gran Gatsby (Francis Scott Fitzgerald)
Todo el mundo se cree poseedor de por lo menos una de las virtudes cardinales. La mía es ésta: soy una de las pocas personas honradas que he conocido en mi vida.
El gran Gatsby (Francis Scott Fitzgerald)
No hay fuego ni frío que pueda desafiar a lo que un hombre guarda entre los fantasmas de su corazón.
El gran Gatsby (Francis Scott Fitzgerald)
Gatsby creía en la luz verde, el futuro orgiástico que año tras año retrocede ante nosotros. Se nos escapa ahora, pero no importa, mañana correremos más, alargaremos más los brazos y llegarán más lejos... Y una buena mañana... Así seguimos, golpeándonos, barcas contracorriente, devueltos sin cesar al pasado.
La vida, el universo y todo lo demas (Douglas Adams)
- Me ha dicho el médico que tengo mal formada una glándula del deber social y una deficiencia congénita en la fibra moral - murmuró para sí -, y que por tanto estoy excusado de salvar universos.
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La vida, el universo y todo lo demas (Douglas Adams)
El volar es un arte o, mejor dicho, un don. El don consiste en aprender a tirarse al suelo y fallar. Elija un día que haga bueno - sugiere - e inténtelo. La primera parte es fácil. Lo único que se necesita es simplemente la habilidad de tirarse hacia adelante con todo el peso del cuerpo, y buena voluntad para que a uno no le importe que duela.
La vida, el universo y todo lo demas (Douglas Adams)
Zaphod no quería enredarse con ellos y, decidiendo que, como la discreción era el mejor componente del valor y la cobardía el mejor ingrediente de la discreción, se escondió valientemente en un armario.
American Gods (Neil Gaiman)
Todas las horas hieren. La última mata. —ANTIGUO PROVERBIO
Botchan (Natsume Söseki)
«Sokuten Kyoshi» («Sigue a los cielos, abandona el yo»)
Botchan (Natsume Söseki)
Quizá lo mejor que se pueda decir de mí por el momento es que no he estado en la cárcel.
Botchan (Natsume Söseki)
—A través de la niebla que cubre mil montañas busco mi camino…
Rebelión en la granja (George Orwell)
Si la libertad significa algo, es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír.
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La muerte en Venecia (Thomas Mann)
Pero, en realidad, la grandeza de toda su obra estaba hecha de un minucioso trabajo cotidiano; era la resultante de cientos de inspiraciones breves, y debía la excelsa maestría de la concepción total y de cada uno de los detalles al hecho de que su creador, con tenacidad y energía semejantes a las del héroe que conquistara su provincia natal, supo perseverar años y años bajo la tensión de una misma obra, consagrando a la labor de ejecución, propiamente dicha, sus horas más preciosas e intensas.
erme».
Hasta luego, y gracias por el pescado (Douglas Adams)
Rob McKenna era un despreciable hijo de puta y él lo sabía porque a lo largo de los años se lo había dicho mucha gente y no veía razón para contradecirlo, salvo la evidente de que le gustaba discrepar, sobre todo de las personas que no le gustaban, lo que a fin de cuentas incluía a todo el mundo.
Hasta luego, y gracias por el pescado (Douglas Adams)
En alguna parte había leído que los esquimales tenían más de doscientas palabras para la nieve, sin las cuales su conversación probablemente se volvería muy monótona. Así que distinguían la nieve fina y la gruesa, la suave y la pesada, la nieve fangosa, la frágil, la que cae a ráfagas, la que arrastra el viento, la nieve que desprende las botas del vecino por el limpio suelo del igloo, las nieves de invierno, las de primavera, las nieves que se recuerdan de la infancia, que eran muchísimo mejores que cualquier nieve moderna; la nieve fina, la nieve ligera, la de la montaña, la del valle, la que cae por la mañana, la que cae por la noche, la que cae de repente cuando uno va a pescar, y la nieve sobre la que mean los perros esquimales a pesar de los esfuerzos para enseñarles a que no lo hagan.
Hasta luego, y gracias por el pescado (Douglas Adams)
Es una estupidez. Así no avanza la acción. Vale para los libros gordos con los que prospera el mercado norteamericano, pero que en realidad no llevan a ninguna parte. Resumiendo, no interesan. Pero también hay omisiones, aparte del lavado de dientes y de la búsqueda de calcetines limpios, en los que algunos han mostrado un desmesurado interés.
Informe sobre la Tierra: Fundamentalmente Inofensiva (Douglas Adams)
—Ya sé que la astrología no es una ciencia— prosiguió Gail—. Claro que no. No es más que un conjunto arbitrario de normas como el ajedrez, el tenis o ¿cómo se llama ese extraño juego que practican ustedes en Gran Bretaña? —Humm... ¿El críquet? ¿El desprecio de sí mismo? —La democracia parlamentaria.
Informe sobre la Tierra: Fundamentalmente Inofensiva (Douglas Adams)
A nadie le gustan las personas que silban, sobre todo a la divinidad que configura nuestro destino.
Informe sobre la Tierra: Fundamentalmente Inofensiva (Douglas Adams)
Qué coño, pensó, sólo se es joven una vez, y se lanzó por la ventana. Al menos, con eso mantendría el elemento sorpresa de su parte.
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Demian (Hermann Hesse)
Quería tan sólo intentar vivir lo que tendía a brotar espontáneamente de mí. ¿Por qué había de serme tan difícil?
El Príncipe (Nicolás Maquiavelo)
Ha de notarse, pues, que a los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos, porque si se vengan de las ofensas leves, de las graves no pueden; así que la ofensa que se haga al hombre debe ser tal, que le resulte imposible vengarse.
El Príncipe (Nicolás Maquiavelo)
que el que ayuda a otro a hacerse poderoso causa su propia ruina. Porque es natural que el que se ha vuelto poderoso recele de la misma astucia o de la misma fuerza gracias a las cuales se lo ha ayudado.
Dune (Frank Herbert)
«No conoceréis al miedo. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitirá que pase sobre míy a través de mí. Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Sólo estaré yo.»
El Príncipe (Nicolás Maquiavelo)
Hay que agregar, además, que los pueblos son tornadizos; y que, si es fácil convencerlos de algo, es difícil mantenerlos fieles a esa convicción, por lo cual conviene estar preparados de tal manera, que, cuando ya no crean, se les pueda hacer creer por la fuerza.
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Dune (Frank Herbert)
Intentar comprender a Muad'Dib sin comprender a sus mortales enemigos, los Harkonnen, es intentar ver la Verdad sin conocer la Mentira. Es intentar ver la Luz sin conocer las Tinieblas. Es imposible. Del «Manual de Muad'Dib», por la Princesa Irulan.
Dune (Frank Herbert)
Es horrible pensar cómo tanta gente cree que no puede aprender, y cómo más gente aún cree que el aprender es difícil. Muad'Dib sabia que cada experiencia lleva en sí misma su lección.
Dune (Frank Herbert)
Debo gobernar con el ojo tanto como con las garras... al igual que el halcón sobre los pájaros más débiles.
Dune (Frank Herbert)
No eran más que máscaras baratas aplicadas sobre pensamientos infectos, voces chillonas que se alzaban para intentar dominar el profundo silencio que reinaba en sus pechos.
Dune (Frank Herbert)
«No hay escapatoria... pagamos por la violencia de nuestros antepasados»
Dune (Frank Herbert)
¿Luchar contra los sueños? ¿Batirse contra las sombras? ¿Caminar en las tinieblas de un sueño? El tiempo ya ha pasado. La vida os ha sido robada. Perdida entre fruslerías, Víctima de vuestra locura.
Dune (Frank Herbert)
Debería existir una ciencia del descontento. La gente necesita tiempos difíciles y de opresión para desarrollar sus músculos físicos.
Dune (Frank Herbert)
Arrakis enseña la actitud del cuchillo... cortar lo que es incompleto y decir: «Ahora ya está completo porque acaba aquí.»
Dune (Frank Herbert)
—Los Fremen tienen un dicho que atribuyen al Shai-hulud, el Viejo Padre Eternidad, según la tradición. Dice: «Tienes que estar preparado para apreciar lo que encuentres.»
Dune (Frank Herbert)
- Subrayado en la página 302 | Pos. 4630-32 | Añadido el jueves 23 de febrero de 2012 23H33' GMT+01:02
Mi padre me dijo en una ocasión que el respeto por la verdad es casi el fundamento de toda moral. «Nada puede surgir de la nada», dijo. Y esto es un profundo pensamiento si uno concibe hasta qué punto puede ser inestable «la verdad».
Dune (Frank Herbert)
¿Qué es lo que desprecias? Por ello serás conocido.
Dune (Frank Herbert)
Los Fremen eran supremos en aquella cualidad que los antiguos llamaban «spannungsbogen»... que es la demora que se impone uno mismo entre el deseo de algo y el acto de conseguirlo.
Dune (Frank Herbert)
Dios creó Arrakis para probar a los fieles.
Dune (Frank Herbert)
El concepto de progreso actúa como un mecanismo de protección destinado a defendernos de los terrores del futuro.
Dune (Frank Herbert)
¡Cuántas veces el hombre encolerizado niega rabiosamente aquello que le dice su conciencia!
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
Querer ser feliz es uno de tantos espejismos propios de la sociedad de consumo, un tópico ingenuo de canción ligera, el rasgo complaciente que degrada el final de muchas películas americanas, en una palabra: una auténtica horterada. Y solo hay algo más hortera o más vacuo que querer llegar a ser feliz: dar consejos sobre cómo conseguirlo. Cuanto más desengañado de la felicidad se encuentre un filósofo contemporáneo, más podrá presumir de perspicacia: la energía que ponga en desanimar a los ingenuos cuando acudan a él pidiendo indicaciones sobre cómo disfrutar de la vida servirá para establecer ante los doctos su calibre intelectual.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
O, por ejemplo, observe a las personas que asisten a una fiesta. Todos llegan decididos a alegrarse, con el mismo tipo de férrea resolución con que uno decide no armar un alboroto en el dentista. Se supone que la bebida y el besuqueo son las puertas de entrada a la alegría, así que todos se emborrachan a toda prisa y procuran no darse cuenta de lo mucho que les disgustan sus acompañantes. Tras haber bebido lo suficiente, los hombres empiezan a llorar y a lamentarse de lo indignos que son, en el sentido moral, de la devoción de sus madres. Lo único que el alcohol hace por ellos es liberar el sentimiento de culpa, que la razón mantiene reprimido en momentos de más cordura.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
Para estas víctimas de la «virtud» maternal, el primer paso hacia la felicidad consiste en liberarse de la tiranía de las creencias y amores de la infancia.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
La vanidad, cuando sobrepasa cierto punto, mata el placer que ofrece toda actividad por sí misma, y conduce inevitablemente a la indiferencia y el hastío.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
El poder, mantenido dentro de límites adecuados, puede contribuir mucho a la felicidad, pero como único objetivo en la vida conduce al desastre, interior si no exterior.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
Personalmente, no creo que el hecho de ser infeliz indique ninguna superioridad mental. El sabio será todo lo feliz que permitan las circunstancias, y si la contemplación del universo le resulta insoportablemente dolorosa, contemplará otra cosa en su lugar.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
El hombre que adquiere con facilidad cosas por las que solo siente un deseo moderado llega a la conclusión de que la satisfacción de los deseos no da la felicidad. Si tiene inclinaciones filosóficas, llega a la conclusión de que la vida humana es intrínsecamente miserable, ya que el que tiene todo lo que desea sigue siendo infeliz. Se olvida de que una parte indispensable de la felicidad es carecer de algunas de las cosas que se desean.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
La raíz del problema está en la excesiva importancia que se da al éxito competitivo como principal fuente de felicidad. No niego que la sensación de éxito hace más fácil disfrutar de la vida. Un pintor, pongamos por caso, que ha permanecido desconocido durante toda su juventud, seguramente será más feliz si se reconoce su talento. Tampoco niego que el dinero, hasta cierto punto, es muy capaz de aumentar la felicidad; pero más allá de ese punto, no creo que lo haga. Lo que sostengo es que el éxito únicamente puede ser un ingrediente de la felicidad, y saldrá muy caro si para obtenerlo se sacrifican todos los demás ingredientes.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
El aburrimiento es básicamente un deseo frustrado de que ocurra algo, no necesariamente agradable, sino tan solo algo que permita a la víctima del ennui distinguir un día de otro. En una palabra: lo contrario del aburrimiento no es el placer, sino la excitación.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
Pero los propósitos constructivos no se forman fácilmente en la mente de un muchacho si este vive una vida de distracciones y disipaciones, porque en este caso sus pensamientos siempre estarán dirigidos al próximo placer y no al distante logro. Por todas estas razones, una generación incapaz de soportar el aburrimiento será una generación de hombres pequeños, de hombres excesivamente disociados de los lentos procesos de la naturaleza, de hombres en los que todos los impulsos vitales se marchitan poco a poco, como las flores cortadas en un jarrón.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
- Subrayado en la página 45 | Pos. 689-90 | Añadido el jueves 1 de marzo de 2012 22H35' GMT+01:02
Una vida feliz tiene que ser, en gran medida, una vida tranquila, pues solo en un ambiente tranquilo puede vivir la auténtica alegría.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
Es asombroso cuánto pueden aumentar la felicidad y la eficiencia cultivando una mente ordenada, que piense en las cosas adecuadamente en el momento adecuado, y no inadecuadamente a todas horas. Cuando hay que tomar una decisión difícil o preocupante, en cuanto se tengan todos los datos disponibles, hay que pensar en la cuestión de la mejor manera posible y tomar la decisión; una vez tomada la decisión, no hay que revisarla a menos que llegue a nuestro conocimiento algún nuevo dato. No hay nada tan agotador como la indecisión, ni nada tan estéril.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
Lo que hacemos no es tan importante como tendemos a suponer; nuestros éxitos y fracasos, a fin de cuentas, no importan gran cosa.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
Si hubiera más valor, habría menos preocupaciones y, por tanto, menos fatiga; y es que una gran proporción de las fatigas nerviosas que sufren en la actualidad hombres y mujeres se debe a los miedos, conscientes o inconscientes.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
Para encontrar el camino que le permita salir de esta desesperación, el hombre civilizado debe desarrollar su corazón, tal como ha desarrollado su cerebro. Debe aprender a trascender de sí mismo, y de este modo adquirirá la libertad del universo.
La conquista de la felicidad (Bertrand Russell)
Como regla básica, uno debe respetar la opinión pública lo justo para no morirse de hambre y no ir a la cárcel, pero todo lo que pase de ese punto es someterse voluntariamente a una tiranía innecesaria, y lo más probable es que interfiera con la felicidad de miles de maneras.
Demian (Hermann Hesse)
«Destino y sentimiento son nombres de un solo concepto.»
Demian (Hermann Hesse)
«El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El dios se llama Abraxas.»
Demian (Hermann Hesse)
¿No irá usted a creer que todos esos bípedos que andan por la calle son hombres sólo porque anden derechos y lleven a sus crías nueve meses dentro de sí? Muchos de ellos son peces u ovejas, gusanos o ángeles; otros son hormigas, y otros abejas. En cada uno existen las posibilidades de ser hombre; pero sólo cuando las vislumbra, cuando aprende a hacerlas conscientes, por lo menos en parte, estas posibilidades le pertenecen.
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El cementerio de Praga (Umberto Eco)
—Imaginarse como elemento necesario del orden del universo equivale, para nosotros, gentes de buenas lecturas, a la superstición para los analfabetos. No se cambia el mundo con las ideas. Las personas con pocas ideas están menos afectadas por el error, hacen lo que hacen todos y no molestan a nadie, y sobresalen, se enriquecen, alcanzan buenas posiciones: diputados, condecorados, hombres de letras de renombre, académicos, periodistas.
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El cementerio de Praga (Umberto Eco)
Hace falta alguien a quien odiar para sentirse justificados en la propia miseria. Siempre. El odio es la verdadera pasión primordial. Es el amor el que es una situación anómala. Por eso mataron a Cristo: hablaba contra natura. No se ama a nadie toda la vida, de esta esperanza imposible nacen el adulterio, el matricidio, la traición del amigo… En cambio, se puede odiar a alguien toda la vida. Con tal de que lo tengamos a mano, para alimentar nuestro odio. El odio calienta el corazón.
El malogrado (Thomas Bernhard)
Un suicidio largo tiempo calculado, pensé, no un acto de desesperación espontáneo.
El malogrado (Thomas Bernhard)
Wertheimer no era capaz de verse a sí mismo como alguien único, como todo el mundo puede y tiene que permitirse, si no quiere desesperar, sea quien sea, es alguien único, me digo a mí mismo una y otra vez, y eso me salva.
El malogrado (Thomas Bernhard)
En teoría, comprendemos a las personas, pero en la práctica no las soportamos, pensé, la mayoría de las veces sólo tratamos con ellas de mala gana y las tratamos siempre desde nuestro punto de vista. Sin embargo, no deberíamos ver a las personas desde nuestro punto de vista, sino contemplarlas y tratarlas desde todos los puntos de vista, pensé, relacionarnos con ellas de forma que pudiéramos decir que nos relacionamos con ellas, por decirlo así, de una forma totalmente imparcial, lo que sin embargo no se consigue, porque realmente somos siempre parciales hacia todos.
Viaje al fin de la noche (Louis-Ferdinand Céline)
Viajar es muy útil, hace trabajar la imaginación. El resto no son sino decepciones y fatigas. Nuestro viaje es por entero imaginario. A eso debe su fuerza.
Viaje al fin de la noche (Louis-Ferdinand Céline)
Un Dios que cuenta los minutos y los céntimos, un Dios desesperado, sensual y gruñón como un marrano. Un marrano con alas de oro y que se tira por todos lados, panza arriba, en busca de caricias. Ése es, nuestro señor. ¡Abracémonos!
Viaje al fin de la noche (Louis-Ferdinand Céline)
Aun así, el hombre consiguió pronunciar una frase articulada: «Acaban de matar al sargento Barousse, mi coronel», dijo de un tirón. «¿Y qué más?» «Lo han matado, cuando iba a buscar el furgón del pan, en la carretera de Etrapes, mi coronel.» «¿Y qué más?» «¡Lo ha reventado un obús!» «¿Y qué más, hostias?» «Nada más, mi coronel...» «¿Eso es todo?» «Sí, eso es todo, mi coronel.» «¿Y el pan?», preguntó el coronel.
Viaje al fin de la noche (Louis-Ferdinand Céline)
La gran derrota, en todo, es olvidar, y sobre todo lo que te ha matado, y diñarla sin comprender nunca hasta qué punto son hijoputas los hombres. Cuando estemos al borde del hoyo, no habrá que hacerse el listo, pero tampoco olvidar, habrá que contar todo sin cambiar una palabra, todas las cabronadas más increíbles que hayamos visto en los hombres y después hincar el pico y bajar. Es trabajo de sobra para toda una vida.
Viaje al fin de la noche (Louis-Ferdinand Céline)
El que guía aún mejor es el olor a mierda.
Viaje al fin de la noche (Louis-Ferdinand Céline)
Quien habla del porvenir es un tunante, lo que cuenta es el presente. Invocar la posteridad es hacer un discurso a los gusanos.
Viaje al fin de la noche (Louis-Ferdinand Céline)
La mayoría de la gente no muere hasta el último momento; otros empiezan veinte años antes y a veces más. Son los desgraciados de la tierra.
Viaje al fin de la noche (Louis-Ferdinand Céline)
Mi corazón al calorcito, tras su verjita de costillas, conejo agitado, acurrucado, estúpido. Al tirarte de un salto desde lo alto de la Torre Eiffel, debes de sentir cosas así. Querrías agarrarte al espacio.
Matadero Cinco (Kurt Vonnegut)
Despierto mientras duermo, despierto lentamente. Siento mi destino en lo que no puedo temer. Y aprendo por el camino adonde tengo que acudir.
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Matadero Cinco (Kurt Vonnegut)
—Me atrevería a crear un hombre mejor esculpiendo un plátano.
Matadero Cinco (Kurt Vonnegut)
Entre los dos hablaban nueve lenguas. Primero intentaron hablar a Billy en polaco, basándose en que iba vestido como un payaso (los desdichados polacos fueron los payasos involuntarios de la Segunda Guerra Mundial). Pero el americano no entendió nada.
Los hermanos Karamazov (Fiódor Dostoyevski)
«En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo caído en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, produce fruto.» SAN JUAN 12,
Los hermanos Karamazov (Fiódor Dostoyevski)
De lo que no hay duda es de que es un ser extraño, incluso original. Pero estas características, lejos de conferir el derecho de atraer la atención, representan un perjuicio, especialmente cuando todo el mundo se esfuerza en coordinar las individualidades y extraer un sentido general del absurdo colectivo. El hombre original es, en la mayoría de los casos, un individuo que se aísla de los demás. ¿No es cierto?
Los hermanos Karamazov (Fiódor Dostoyevski)
Las personas, incluso las peores, suelen ser más cándidas, más simples, de lo que suponemos..., sin excluirnos a
Los hermanos Karamazov (Fiódor Dostoyevski)
Para el realista no es la fe lo que nace del milagro, sino el milagro el que nace de la fe. Si el realista adquiere fe, ha de admitir también el milagro, en virtud de su realismo. El apóstol Santo Tomás dijo que sólo creía lo que veía, y después exclamó: «¡Señor mío y Dios mío! [9]» ¿Había sido el milagro lo que le había obligado a creer? Probablemente, no. Creyó porque deseaba creer, y tal vez llevaba ya una fe íntegra en los repliegues más ocultos de su corazón cuando afirmaba que no creía nada que no hubiera visto.
Los hermanos Karamazov (Fiódor Dostoyevski)
Verdad es que este sistema ya milenario de regeneración moral, mediante el cual pasa el hombre, al perfeccionarse, de la esclavitud a la libertad, puede ser un arma de dos filos, ya que, en vez de la humildad y el dominio de uno mismo, puede fomentar un orgullo satánico y hacer del hombre un esclavo, no un ser libre.
Los hermanos Karamazov (Fiódor Dostoyevski)
Al decirme usted hace un momento: «No se avergüence de sí mismo, pues todo el mal viene de ahí», su mirada me ha taladrado y leído en el fondo de mi ser. Efectivamente, cúando me dirijo a alguien, me parece que soy el más vil de los hombres y que todo el mundo ve en mi un payaso. Entonces me digo: «Haré el payaso. ¿Qué me importa la opinión de la gente, si desde el primero hasta el último son más viles que yo?» He aquí por qué soy un payaso, eminente starets: por vergüenza, sólo por vergüenza. No alardeo por timidez. Si estuviera seguro de que todo el mundo me había de recibir como a un ser simpático y razonable, ¡Dios mío, qué bueno sería!
Los hermanos Karamazov (Fiódor Dostoyevski)
Empiece por no mentirse a si mismo. El que se miente a si mismo y escucha sus propias mentiras, llega a no saber lo que hay de verdad en él ni en torno de él, o sea que pierde el respeto a sí mismo y a los demás. Al no respetar a nadie, deja de querer, y para distraer el tedio que produce la falta de cariño y ocuparse en algo, se entrega a las pasiones y a los placeres más bajos. Llega a la bestialidad en sus vicios. Y todo ello procede de mentirse continuamente a sí mismo y a los demás. El que se miente a si mismo, puede ser víctima de sus propias ofensas. A veces se experimenta un placer en autoofenderse, ¿verdad? Un hombre sabe que nadie le ha ofendido, sino que la ofensa es obra de su imagipación, que se ha aferrado a una palabra sin importancia y ha hecho una montaña de un montículo; sabe que es él mismo el que se ofende y que experimenta en ello una gran satisfacción, y por esta causa llega al verdadero odio...
Los hermanos Karamazov (Fiódor Dostoyevski)
«Si no hay inmortalidad del alma, no hay virtud, lo que quiere decir que todo está permitido.»
Los hermanos Karamazov (Fiódor Dostoyevski)
—Lo siento. No sé lo que haría al primer fanático que inventó a Dios. Ahorcarlo me parece poco.
Los hermanos Karamazov (Fiódor Dostoyevski)
En Rusia, los peores borrachos son las mejores personas, y viceversa.
Superviviente (Chuck Palahniuk)
- Subrayado en la página 127 | Pos. 1935-38 | Añadido el miércoles 16 de mayo de 2012 05H22' GMT+02:02
Te das cuenta de que la gente toma drogas porque es la única aventura personal que les queda en este mundo suyo de propiedad inmobiliaria, prisas, ley y orden. Sólo con las drogas o con la muerte veremos algo nuevo, y la muerte es demasiado dominante. Te das cuenta de que no vale la pena hacer nada si no va a haber nadie que lo vea.
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