Es impresionante lo que hay que hacer para tener un bugatti veyron:
◊ Cuando se firma el contrato, el cliente debe abonar 300.000 euros como paga y señal. No hay que olvidar que estamos hablando de un coche que cuesta 1.200.000 euros, así que, hasta aquí, todo normal. Pero, según esta cláusula, “esta cifra no es reembolsable, excepto en caso de no disponiblidad del vehículo”. Parece que por Mosheim, la pequeña localidad francesa donde se ha levantado la planta de Bugatti, no quieren ver compradores indecisos.
◊ Únicamente los mecánicos de Bugatti pueden tocar el Veyron. La marca ha dispuesto un servicio de atención 24h con dos técnicos siempre preparados a volar a cualquier parte del mundo. Para una reparación de importancia, el cliente debe estar dispuesto a que su preciado juguete sea enviado a la planta de Mosheim.
◊ Los propietarios tampoco tienen todos los derechos sobre una posible reventa de su coche. Si piensan desprenderse del Veyron, primero deben informar al fabricante y procurarle un derecho de preferencia en la operación “para no poner en peligro la reputación ni la integridad de la marca”.
◊ Un Gran Hermano Bugatti vigilará que el Veyron esté en perfecto estado. Está permitido “vía satélite o por cualquier otro medio generar información técnica, sobre todo del motor o de los neumáticos”. Aunque tanta atención no parece algo desorbitado en un coche que guarda más parecido con un Fórmula 1 que con cualquier otro superdeportivo del mercado.
No olvidemos que...
El Veyron, un coche construido para la desmesura se mire por donde se mire
◊ Es el vehículo “de calle” más potente jamás construido: desarrolla 1001 CV, gracias a los cuales también es el coche más veloz del mundo. Aunque la velocidad máxima oficial es de 407 km/h, casi todas las unidades alcanzan los 420 km/h.
◊ El motor está compuesto por 16 cilindros en dos bloques VR8 y tiene 64 válvulas. Para lograr que desarrolle su descomunal potencia, el aire es empujado hacia los cilindros por cuatro turbos Mitsubishi, refrigerados por dos intercooler.
◊ Con semejante mecánica se logran las aceleraciones más brutales que se puedan imaginar. El Veyron consigue acelerar de 0 a 100km/h en 2,5 segundos. Alcanza los 200 km/h en 7,3 segundos y puede llegar hasta los 300 km/h en 16,7 segundos.
◊ La refrigeración del motor se logra por medio de dos circuitos de agua. El mayor de ellos contiene 40 litros y el más pequeño, otros 15. En total, el Veyron tiene 10 radiadores y múltiples tomas de aire a lo largo de toda la carrocería.
◊ Los frenos son de un un compuesto carbocerámico y sus medidas son 400 mm/380 mm. Las pinzas monobloque son de titanio y la bomba de freno ejerce 180 bares de presión. El Veyron puede decelerar de 400 km/h a 0 en menos de 10 sg.
◊ Michelín desarrolló unos neumáticos específicos para el Veyron. Se trata de unas gomas Tech Pilot Sport Pax de gigantescas dimensiones: 265/680 ZR500 delante y 365/710 ZR540 detrás. Cuestan 1.800 euros la pieza y sólo duran 20.000 km.
Fuente: http://www.autobild.es/index.php?module_load=19&bloque=ce1&id=150
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