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¿Empieza a ser Elon Musk un problema para Tesla?
El CEO de la compañía lleva meses protagonizando polémicas en Twitter, y ya se ha enfrentado a algunas peticiones de sus inversores para relevarlo.
Musk solo posee ya el 22% de Tesla, una situación accionarial que no le impide ejercer un control férreo.
La empresa parece estar en un punto de inflexión hacia la rentabilidad tras lograr producir 5.000 vehículos a la semana.
Elon Musk ha sido durante los últimos diez años el rostro de la innovación. Si hoy tuviéramos que contarle a un extraterrestre quién es Musk le podríamos narrar el relato romántico de un visionario que a lomos de su fortuna de 21.000 millones de dólares surgida en gran medida tras su primer gran proyecto -PayPal- se ha propuesto cumplir sueños futuristas para un mundo mejor.
Musk es el dueño de Tesla, una empresa que ha conseguido hacer vehículos eléctricos atractivos con un plan maestro para que la automoción sea sostenible con el medio ambiente, también ha fundado Space X, que se dedica a hacer trabajos privados para la NASA, Hyperloop, un medio de transporte que promete romper todos los récords de eficiencia y velocidad, The Boring Company, una loca idea que quiere acabar con los atascos haciendo túneles bajo nuestros pies y, por último, Neuralink, con la que pretende conectar nuestros cerebros a las computadoras. “¿Algo más?” nos podría preguntar nuestro amigo extraterrestre, a lo que tendríamos que responder que “sí”: también ha participado de forma activa hasta adquirir con sus empresas SolarCity, una subsidiaria también soñadora que quiere revolucionar la energía fotovoltaica.
Seguramente para cuando acabemos de contarle esto nuestro extraterrestre se haya convertido ya en un nuevo seguidor de Musk. Su carisma ha sido durante mucho tiempo el mayor activo de su grupo de empresas, y especialmente de Tesla, una compañía que nunca ha conseguido dar beneficios anuales pero que en el segundo trimestre de este año ha logrado -por fin y tras muchos retrasos- cumplir su objetivo de producir 5.000 vehículos Model 3 a la semana, el objetivo marcado para la rentabilidad y viabilidad de la empresa. Tesla está ahora mismo, por tanto, en un punto de inflexión para pasar de ser una empresa de ensueño para muchos a tener una contabilidad en números verdes, paso imprescindible para cumplir su verdadera misión: hacer del vehículo eléctrico un útil para todos los bolsillos y todo el mundo.
Las críticas a Musk se han avivado con sus polémicas en Twitter
Su camino hasta aquí no ha sido desde luego fácil, y menos en los últimos meses. En primer lugar por sus retrasos en los periodos de entrega que han hecho, según información de CNN, que hasta un 24% de las reservas del Model 3 se hayan anulado por la larga espera superior a un año y la aparición de alternativas en la competencia. En segundo por sus pérdidas, las cuales se triplicaron en 2017 hasta los 2.240 millones de dólares y que solo se mantenían a raya precisamente por las reservas de nuevos vehículos. Y en tercer lugar, por las idas y venidas de su CEO Musk, encorsetado en una serie de polémicas en Twitter, contra la prensa, y contra algunos de sus inversores que pueden indicar que además de su compañía, también puede ser él quien esté pasando un punto de inflexión.
Musk se enfrentó el pasado mes de junio, durante la última junta general de accionistas de Tesla, a una votación que pidió que fuera relevado de cargo como Presidente de la firma para poner a alguien independiente. El consejo de administración la rechazó tajante considerando que su doble cargo como presidente y consejero delegado permite a la compañía adaptarse rápido a los nuevos retos. Hasta ahora al menos, ha sido siempre así. Musk ha conseguido dotar a Tesla, además de nombre propio y de titulares en la prensa que le han hecho competir con firmas que gastan millones en publicidad, de eficacia para salir al paso de crisis y problemas. Lo que ha cambiado en los últimos meses es que para algunos la visión idílica de Musk como soñador se ha polemizado.
En los últimos meses la compañía ha tenido que enfrentar críticas por la seguridad laboral de sus fábricas -que tiene mayor número de accidentes laborales en proporción que el resto de automovilísticas-, pero sobre todo ha llamado la atención la relación de Musk con la prensa, tras criticar las preguntas de varios periodistas cuando en mayo, durante la presentación de resultados, le inquirieron sobre los retrasos del Model 3 y las pérdidas, y, sobre todo, tras llamar pedófilo en Twitter a un miembro de los rescatistas del grupo de niños de la cueva de Tailandia. Musk, en un acto que se ha asimilado como una mezcla de publicidad y de parte de su labor filantrópica, mandó construir un pequeño submarino para las labores de rescate. El artilugio fue descartado, generando el encontronazo de Musk, que acabó pidiendo perdón en un tuit posterior por sus palabras.
"Musk debería tomarse un año sabático", dicen los analistas tras sus últimas polémicas
A ello se han sumado las críticas de varios analistas e inversores de Tesla. Gene Munster, analista de inversiones de riesgo, publicó hace unos días una carta abierta a Elon Musk donde decía que "su comportamiento está alimentando una percepción poco útil de su liderazgo: sin fuerza y de mal genio", donde también le recomendaba tomarse un año sabático. Al hilo también de la polémica, James Anderson, socio de Baille Gifford, cuarto inversor de Tesla señalaba a The Guardian sería preferible que Musk tomara un perfil más discreto. “Se necesita un momento de silencio y paz para trabajar en los problemas”, señala el inversor, “sería bueno que se concentrara”. Musk, que aglutina más de 22 millones de seguidores en Twitter, parece que no se ha tomado en serio estas recomendaciones, tuiteando hasta 29 veces, aunque con un perfil más calmado, desde el altercado del rescate. Una media de 2 tuits por día.
Con estas tiranteces y una petición para su relevo ya vencida, nos preguntamos: ¿está en juego el puesto de Musk al frente de Tesla? Lo cierto es que hace mucho tiempo que el sudafricano ya no controla la compañía accionarialmente, aunque sí que lo sigue haciendo en la práctica, una situación de debilidad que ahora se hace más importante que nunca.
Aunque no lo parezca, Musk solo posee ahora mismo el 22% de Tesla
Como decimos, Musk ha sido en gran medida el gran activo de Tesla durante los últimos años, una compañía que no invierte en publicidad, dado que ya se la da su líder. A Musk, el hombre en el que se fijó Robert Downey Jr. para interpretar a Tony Stark en el rol de millonario agresivo y bocazas pero comprometido, le han seguido siempre una horda de geeks, creyentes en la tecnología como solución de todo, y nostálgicos de inventores-genio de otra época.
Y lo cierto es no faltan motivos para seguirlo, pero también hay que poner a Musk en su contexto. Y quizá remontarnos a la protohistoria de Tesla sirva para ejemplificar cómo el actual CEO de Tesla protege la compañía como si fuera suya, aunque hace tiempo que ya no lo sea completamente. Musk es sin lugar a dudas una mente creativa extraordinaria, pero sus primeros pasos como fundador de Tesla se dieron desde el campo de la inversión, dejando a sus socios JB Straubel como CTO (hoy sigue en la compañía) y al ingeniero Martin Eberhard como CEO. Musk ponía su imaginación a través del diseño del primer prototipo Tesla (el Roadster), mientras que Eberhard y Straubel se enfocaban en la gestión y la técnica. Eberhard acabó saliendo de la compañía en 2007 tras el primer aviso de bancarrota, cuando Musk era el máximo inversor a la vez que socio, y acabaría demandando al sudafricano por calumnias e intentar disminuir su peso en la historia primigenia de Tesla. Eberhard y Musk acabaron llegando a un acuerdo en 2009 para dejar la demanda a un lado. Sobre quién tenía más cuota de verdad en esta historia hay muchas versiones, pero preferimos pensar que ambos tenían su parte de razón: Musk protegió su inversión en Tesla presionando para la marcha de un Eberhard con quien la compañía estaba en serios problemas, mientras que a este último seguramente no se le reconozca a día de hoy tanto como se merece como parte primigenia de la empresa.
Musk acabó poniéndose completamente al mando tras invertir millones de dólares en las rondas de financiación de su propia compañía, que creció exponencialmente a la vez que su fama, pero hoy su capital accionarial solo se remite a un 22%, tras la salida a bolsa de la firma en 2010 y la entrada de capital por parte de Daimler, el fondo inversor AABAR, Toyota o Panasonic, aunque sigue siendo el accionista mayoritario.
¿Cómo es posible que mantenga el control con menos de una cuarta parte de la compañía? El ejecutivo sigue contando con una supermayoría en los derechos de voto de la junta de accionistas que le siguen permitiendo ejercer su control férreo. Esto se vio especialmente en 2016, cuando Musk impulsó la compra por parte de Tesla de SolarCity, empresa en la que ya invertía, y que investigó una corte de Delaware como parte de las instrucciones que se llevan a cabo en la absorción de empresas. Según se supo entonces, los estatutos de Tesla contienen requisitos de votación que requieren la aprobación de dos tercios de las acciones para aceptar cambios importantes en el fabricante.
Musk conserva todo el poder de decisión en Tesla a pesar de solo tener el 22% de la compañía
El 22% de los derechos de participación y voto en la empresa no parece demasiado comparando con por ejemplo Mark Zuckerberg, que controla el 60% de los votos en el gigante de las redes sociales. Además, uno de los inversores de Tesla que más guerra ha dado a Musk en los últimos años, James McRitchie, contó en una entrevista que las acciones de socios fundadores tienen mayor peso, obligando a unirse casi el 90% de los votos externos para ganarles una pugna. En la práctica, esto se resume en que Musk sigue ejerciendo todo el poder, un mecanismo que para Tesla es importante porque evita movimientos ajenos que puedan desviarlos de su plan a largo plazo, surgido de la mente de Musk.
¿Afectan de verdad a Tesla las polémicas de Musk?
Con Musk bien aferrado a su sillón a pesar de no contar con más de la mitad de las acciones, la otra pregunta que cabe responder es hasta qué punto sus desaires en Twitter lastran a la compañía. La respuesta es que, a largo plazo parece que no, aunque sí que ha tenido algunos puntos dramáticos.
Elon Musk
✔
@elonmusk
En respuesta a @elonmusk
Elon was found passed out against a Tesla Model 3, surrounded by "Teslaquilla" bottles, the tracks of dried tears still visible on his cheeks.
This is not a forward-looking statement, because, obviously, what's the point?
Happy New Month!
0:02 - 2 abr. 2018
120 mil
24,7 mil personas están hablando de esto
Tesla llegó a cotizar en bolsa durante 2017 por un valor que superaba a GM y Ford. En 2018, cuando Musk hizo su broma de April Fools' al hilo de los retrasos de Tesla, apareciendo en Twitter con un cartel que decía que la compañía estaba en bancarrota, sus acciones cayeron un 5%. Sin embargo, su insulto al rescatista de Tailandia y su posterior petición de perdón apenas parece que tuviera impresión en bolsa. El patrón es, según un análisis llevado a cabo por The Verge, que las acciones de Tesla tienden a la baja cuando Musk se pasa de la raya, pero vuelven a recuperarse en el momento que echa marcha atrás o hace algún anuncio importante.
Tesla sigue siendo en gran medida Elon Musk, para lo bueno y para lo malo, aunque las voces que cuestionan su liderazgo cada vez son más notables. Habrá que ver si la compañía mantiene sus niveles de producción como en las últimas semanas y el boca-oído de los primeros Model 3 en las calles hace que su plan de escala se dispare en el camino a la rentabilidad. El punto de inflexión está ahí, pero no solo es para Tesla, también lo es para su CEO.
https://hipertextual.com/2018/07/elon-musk-problema-tesla
Elon Musk pierde el control
Los analistas advierten de que los excesos del fundador de Tesla en Twitter y sus críticas a la prensa puedan terminar afectando al negocio
Elon Musk debería tomarse un sabático de Twitter. El consejo es de Gene Munster, uno de los analistas que más cree en la visión del fundador de Tesla. No es el único que se lleva las manos a la cabeza en Silicon Valley y Wall Street al ver como la imagen de uno de los empresarios más relevantes del momento se desploma a la velocidad con la que cuelga sus mensajes en las redes sociales. La gota que colmó la paciencia de los inversores fue cuando llamó "pedófilo" al buceador británico que lideró las labores de rescate de los niños atrapados en la cueva en Tailandia.
“La culpa es mía y solamente mía”, decía Musk tres días después de desatarse la polémica. Trataba de disculparse por la acalorada respuesta que dio a las críticas que recibió por su iniciativa de sacar a los 12 niños utilizando un minisubmarino, que ideó su equipo. La carta abierta del analista de Loup Ventures trataba, sin embargo, de responder a un problema de conducta por parte del ejecutivo que empezó a escalar durante la última presentación de resultados de Tesla.
El empresario cortó en seco a los analistas cuando cuestionaron su viabilidad. La carga de fondo la amplió atacando la labor informativa de los medios de comunicación, por destacar las cuestiones negativas. “Musk no es lo que era”, insiste Munster. El analista no cuestiona que use Twitter –tiene 22,3 millones de seguidores- como plataforma para dar visibilidad a su proyecto. Por eso mismo le pide que se controle su temperamento y se centre en ejecutar su misión.
Elon Musk, de 47 años, aparece desde hace años en lo más alto de las listas de grandes emprendedores junto a Mark Zuckerberg (Facebook), Jeff Bezos (Amazon), Reed Hastings (Netflix), Bob Iger (Disney) o Warren Buffett (Berkshire Hathaway). Es un ejecutivo persistente, directo y sin miedo. Pero pese a su edad, las empresas que controla (Tesla, SpaceX y Boring) y su fortuna -valorada en 21.000 millones de dólares-, muestra poca madurez y nada de contención.
El analista Gene Munster no cuestiona que Musk use Twitter –tiene 22,3 millones de seguidores- como plataforma para dar visibilidad a su proyecto. Por eso mismo le pide que se controle su temperamento y se centre en ejecutar su misión
El ejecutivo no es ajeno a la controversia. Rebecca Lindland, analista de Kelley Blue Book, una consultora especializada en automoción, advierte sin embargo de que sus comentarios pueden afectar al negocio de Tesla si espanta a los interesados por sus coches. Explica que la fase de compañía emergente ya pasó, hay más competencia y su éxito depende de que pueda llevar la innovación a un mercado de masas. “Debe actuar como un consejero delegado”, insiste.
Tesla es una compañía única por múltiples motivos. Uno de ellos es precisamente que no hace publicidad. La imagen de la marca, por tanto, depende de la de su fundador y la necesita para vender. El momento en el que Musk protagoniza esta escalada verbal coincide, además, con una fase crítica. El fabricante de coches eléctricos debe demostrar que es capaz de sostener la producción del utilitario Model 3 por encima de las 5.000 unidades semanales. Es el umbral para ser viable.
Ese ritmo se alcanzó durante la última semana de junio, tras un esfuerzo titánico. Elon Musk es el primero que admite que escalar la producción del Model 3 es un “infierno”. Le dedica tanto tiempo que comenta que puede tirarse cinco días seguidos sin cambiarse de ropa y duerme en la planta de ensamblaje en Fremont (California) para dar ejemplo. Esta intensidad está haciendo aflorar también denuncias de empleados sobre las condiciones de trabajo.
Tesla es una compañía única por múltiples motivos. Uno de ellos es que no hace publicidad. La imagen de la marca, por tanto, depende de la de su fundador y la necesita para vender
Gene Munster ya fue muy crítico cuando Elon Musk colgó una foto en Twitter tirado en el suelo con un cartel anunciando la quiebra de Tesla. El problema, insiste, “es que su comportamiento alimenta una percepción que cuestiona su liderazgo”. James Anderson, socio de Baille Gifford, cuarto inversor en Tesla, le pide que evite meterse en líos. “Se necesita un momento de silencio y paz para trabajar en los problemas”, señala, “sería bueno que se concentrara”.
Tesla también es única por su estructura de mando. Los inversores en Wall Street se preguntan, de hecho, quién controla a Elon Musk desde el consejo de administración y si la sociedad tiene un código de conducta que garantice que actúa de una manera correcta en Twitter. El ejecutivo tiene solo un 22% del capital de la compañía que fundó y que gestiona, pero ostenta una supermayoría en los derechos de voto que le permite tener un control férreo del negocio.
Hay inversores activistas, como James McRitchie, que propusieron en el pasado cambiar la estructura que gobierna Tesla porque sin el apoyo de Elon Musk es prácticamente imposible hacer prosperar cualquier iniciativa. La compañía responde que esta regla de la supermayoría es necesaria para que el fundador pueda seguir llevando adelante su misión y protegerse de operaciones hostiles de compra que dañarían sus objetivos e intereses a largo plazo.
El pasado junio, durante la última junta general de accionistas, se presentó además una iniciativa para retirar a Elon Musk el cargo de presidente para colocar en su lugar a una persona independiente. El consejo de administración la rechazó tajante al considerar que el doble casco de presidente y consejero delegado permite a la compañía adaptarse rápido a los nuevos retos. “El éxito de Tesla hasta la fecha no habría sido posible con otro líder”, defiende.
“Se necesita un momento de silencio y paz para trabajar en los problemas. Sería bueno que se concentrara”
Pero como señala Rebecca Lindland, a una compañía del tamaño y la relevancia de Tesla, que produce al año cientos de miles de coches, no se le valora solo por sus resultados trimestrales, también por el comportamiento de su consejero delegado. Por eso le aconsejan que sea más disciplinado. Esta tensión se refleja en la valoración de Tesla, que tradicionalmente acosa una fuerte volatilidad. Pierde un 3% en el conjunto del año y un 8% en el mes.
La firma de inversión Needham acaba de rebajar su valoración al señalar que los retrasos en la producción están provocando que las cancelaciones de reservas progresen más rápido que los pedidos. “La espera es de un año”, señala el analista Rajvindra Gill, al tiempo que cita el fin de los incentivos fiscales y la mayor competencia para los Model S y X. En este escenario, señala, su estructura de capital es “insostenible” por la rapidez con la que quema efectivo.
Elon Musk ya libró crisis similares en el pasado. Estuvo, incluso, al borde de la bancarrota. El empresario en serie de origen sudafricano insiste en que dispone de liquidez para expandir la producción del Model 3 y admite que debe tomar distancia de las redes sociales. Pero Michael Bapis, de HighTower Advisors, le recuerda que en el mundo de los negocios “ser superinnovador no basta”. Solo volverá a creer, dice, cuando demuestre es que capaz de ejecutar su plan.
https://elpais.com/tecnologia/2018/07/19/actualidad/1532018941_932426.html
Parece que Elon Musk anda haciendo cosas raras que perjudican a su empresa de coches Tesla, incluso lo acusan de posible estafa y está siendo investigado por retirar la empresa de bolsa... spacex y boringcompany pueden verse afectadas. Aunque esta última acaba de recibir el proyecto de trenes en Chicago.
¿Espionaje industrial, le están haciendo un Tesla, quiere marcarse un Steve Jobs,...?