La conspiración de los Beatles.

MirloRojo

El investigador británico John Coleman sostiene en su impactante obra sobre el Instituto Tavistock que los Beatles fueron un complot cuidadosamente elaborado y diseñado por un conjunto de conspiradores "desconocidos"y "no identificados" como parte de un experimento social para provocar una catástrofe cultural. Y es que ninguna banda ha provocado ni provocará una revolución musical y cultural como la que hicieron y desempeñaron los Beatles.

Recordemos que a comienzos de la década de 1960, Londres era el centro mundial de la rebeldía y la cultura juveniles, que se manifestarían y encarnarían principalmente a través del denominado Swinging London, término que se aplicó a la escena de la moda joven y hedonista que floreció en los años sesenta y que quedarían vívidamente reflejados y diseccionados en el galardonado largometraje “Darling” (1965) del director judío John R. Schlesinger, una descripción de la vida urbana y moderna de la capital británica.

Por su parte, el escritor judeobritánico Shawn Levy en su obra The smashing rise and giddy fall os Swinging London (2020), comenta al respecto entusiasmado sobre ese periodo: "Llegó un momento en que Londres se sacudió por primera vez las ataduras de la sociedad británica retrógrada, la obediencia a las normas que la habían convertido en un lugar aburrido en los años de la posguerra. Como ninguna otra ciudad lo ha hecho, Londres repentinamente se apoderó de toda una década y se convirtió en sinónimo de cultura, de insurrección cultural y social que transformó toda idea de lo que era permisible en la sociedad".

No obstante, el fenómeno de la "baetlemanía" no constituye en estos momentos ningún enigma indescifrable e impenetrable, sino que responde a la audaz apuesta subversiva pilotada por cierta minoría étnica enquistada y agazapada desde hace siglos en el llamado centro del occidentalismo. Así, en la sección de Cultura, el portal judío "Forward" (08.10.2020) levantaba sutilmente el velo: "La cantidad de judíos que desempeñaron un papel importante en la carrera de los Beatles, tanto creativamente como detrás de la escena, fue bastante destacable". Y otro medio digital hebreo —"The Jewish Press" (13.12.2015)—, concluía de la siguiente manera con las reveladoras palabras de Sam Krisfeld: "Lo que mucha gente no sabe es la fuerte influencia y orientación que los judíos tuvieron sobre los Beatles […] quienes tienen una conexión indudable con los Hijos de Israel".

Vayamos, pues, a los hechos consumados.

Los Beatles, como ya sabrá nuestro informado y documentado lector, estaban formados por cuatro jovenzuelos marginales de Liverpool conocidos inicialmente entre la bohemia nocturna de los burdeles y antros de mala muerte de Londres y Hamburgo (Alemania).

Pero en noviembre de 1961, todo cambió, pues este conjunto de mozalbetes, ídolo de millones de muchachas histéricas y enloquecidas que se desmayaban sobre los escenarios, tuvieron la sorprendente fortuna de ser «descubiertos» en el famoso y clandestino Cavern Club de Liverpool por Brian Samuel Epstein (a) “Eppy”, un judío británico maníaco-depresivo y de tendencias homosexuales. El gerente del club, Alan Sytner, era miembro de la sinagoga Greenbank Grive, la misma a la que asistía la familia Epstein, en la que se hablaba yidish, y en la misma donde se asegura, llegaron a actuar los Beatles.

Gracias a su olfato comercial, Epstein reconoció inmediatamente su inmenso potencial, y dos meses después, se convirtió en gerente de la banda hasta su prematura muerte en el apogeo de su popularidad por sobredosis de somníferos y alcohol en agosto de 1967. Tenía tan solo 32 años, aunque el periodista musical Chester Flippo recoge los rumores que circularon inmediatamente después en los que se apuntaba a un posible asesinato fruto de los muchos negocios y tratos turbios que involucraron a mucha gente. En su testamento, firmado en 1956, Epstein había decretado que “toda mi ropa se enviara directa e inmediatamente al Estado de Israel”.

Fue este empresario de la música conocido como el «quinto beatle», quien no solo les recomendó enmendar su atuendo escénico característico con sus melenitas y su “yeh-yeh”, sino que aseguró el primer contrato de grabación de la formación, logrando que sus carreras se convirtieran en superestrellas imparables y en la banda de pop-rock más icónica de la historia musical.

El acuerdo se firmó en mayo de 1962 con la discográfica EMI Records, presidida entre 1954-1974 por Sir Joseph Lockwood, un adinerado industrial estrechamente conectado con las altas esferas de la inteligencia militar británica. No en balde había trabajado durante la II Guerra Mundial para el Cuartel General Supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada, el SHAEF, según su denominación en inglés. Lockwood, tras asociarse con el banquero judío Sir Edward Stein, se hizo cargo de la compañía discográfica a lo largo de dos décadas, supervisando su expansión y la firma y comercialización de los Beatles. A partir de entonces los Beatles se convertirán de la noche a la mañana en uno de los fenómenos musicales y económicos más importantes del siglo XX.

A mediados de 1962 los Beatles y los hermanos Clive y Brian Epstein ya eran millonarios. Los primeros con sus Rolls Roice y sus mansiones de lujo, y los segundos a través de su compañía de gestión musical NEMS Enterprise, una poderosa industria artística que llegó a representar a los principales grupos de Liverpool, flor y nata del pop inglés de su tiempo.

Dicha compañía estaba compuesta casi en su totalidad por empresarios judíos, entre ellos Nat Weiss, Don Black, Bernard Lee, el fotógrafo David Magnus, Victor Lewis, conocido agente comercial y músico de jazz, así como Philip Solomons, poderoso empresario musical y productor discográfico. David Jacobs fue el principal abogado de Epstein, y el hombre que negoció los acuerdos que pusieron la imagen de los Beatles en todo tipo de productos lanzados al mercado. También canalizó considerables negocios de los Beatles en EE.UU. al famoso y controvertido abogado hebreo de Los Ángeles, Marvin Mitchelson, entre cuyos clientes han figurado conocidas celebridades del séptimo arte como Robert de Niro y Sylvester Stallone.

Entre los amigos cercanos de Epstein que figuraban siempre entre los primeros invitados a las lujosas cenas de celebridades y pesos pesados del mundo del espectáculo que organizaba en su piso londinense de Belgravia, se encontraban otros hebreos como el compositor Lionel Bart (nacido Begleiter, autor de muchas de las canciones de la estrella del rock Cliff Richard), la cantante pop Alma Cogan (nacida Cohen), la artista Helen Shapiro así como el promotor musical Maurice Kinn, propietario de la publicación “New Musical Express”, el periódico musical más importante del mundo que promocionó las carreras de muchos artistas (Frank Sinatra, etc) y responsable de organizar los primeros conciertos de jazz en el Royal Albert Hall.

La compañía NEMS, que acabaría en 1969 en manos de otro empresario hebreo, Leonard Richenberg, de Triumph Investment Trust, estaba asociada con la Dick James Music (posteriormente Northern Songs), propiedad de Dick James, en realidad Reginald Leon Isaac Vapnick, hijo de inmigrantes judíos polacos que se hizo con los derechos de las canciones de los Beatles, y con la compañía cinematográfica Pickfair Films, que los hermanos Epstein fundaron junto a su hermano de raza Bud Ornstein, jefe ejecutivo de la United Artists Pictures (UK), responsable de producir las películas de los Beatles. Una tarea de la que se encargaron los cineastas judíos Walter Shenson y Richard Lester, el “padre” de los vídeos musicales, quienes ayudaron a dar forma a la imagen del conjunto tras llevar a la gran pantalla sus dos grandes éxitos —«Help!» y «A Hard Day’s Night»―, título que hace referencia al tercer trabajo de la formación grabado en 1964.

Sus primeros éxitos incluyeron también muchas letras escritas por compositores judíos, entre ellos Carole King, Gerry Goffin, Burt Bacharach, Bert Berns, Jerry Leiber y Mike Stoller. Mientras sus fotografías más icónicas fueron tomadas por el judío eslovaco Dezo Hoffman, un hombre al que McCartney llamó “el mejor fotógrafo del mundo”, y su conracial Gered Mankowitz Seligman, uno de los fotógrafos más famosos de la historia del rock que ejerció también de fotógrafo “oficial” de los Rolling Stone entre 1963-1967. Ambos se encargaron de inmortalizar el nacimiento de la banda, contribuyendo a forjar su imagen. Gered era hijo del crítico y escritor hebreo Cyril Wolf Mankowitz, guionista de la primera película de James Bond y acusado de ser espía del KGB,

La BBC, en manos del sionismo (Jenny Abramsky, Alan Yentob, Kenneth Bloomfield, Anthony Reuber, David Aaronovitch, Danny Cohen, etc, todos ellos directivos de la cadena), se encargó de darles una amplia cobertura mediática a través de sus programas musicales. En noviembre de 1964, otro importante magnate judío de la TV británica, Sir Lew Grade (a) Louis Winogradsky, fallecido en 1998, intentaría hacerse con el control del catálogo completo de las canciones de los Beatles. Sin embargo, no fue hasta después de la muerte de Brian Epstein en 1969, cuando Dick James le venderá finalmente los derechos de las canciones. Un acuerdo polémico que enojó a los cantantes pues lo consideraron una traición. Su hermano, Boris Winogradsky (a) Bernard Delfont (1909-1994), con quien Brian Epstein tenía “buena comunicación”, fue presidente de la discográfica EMI entre 1979-1980 y uno de los principales magnates de la escena del espectáculo londinense.

La banda había logrado rápidamente un importante éxito comercial, y 1963 fue un año repleto de giras y conciertos. El inicio de su popularidad en los Estados Unidos, a comienzos del año siguiente, se caracterizó por la intensa demanda del sencillo “I Want to Hold Your Hand”, precipitando la llegada de la banda en febrero de 1964. Un promotor musical judío norteamericano, George Pincus, obtuvo originariamente los derechos sobre las seis primeras grabaciones originales de los Beatles después de que su hijo Leonard Pincus los viera actuar en 1963. Estas canciones aparecieron en el sello Vee-Jay Records durante los primeros meses de la “beatlemanía” en Estados Unidos convirtiéndose rápidamente en grandes éxitos.

No obstante, quien tuvo la original ocurrencia de catapultar a la formación británica a los Estados Unidos fue otro miembro del “pueblo elegido”, Sid Bernstein, empresario neoyorquino dedicado a organizar conciertos de estrellas latinas y afroamericanas. Este personaje era el principal promotor musical de la ciudad de los rascacielos y, tras asociarse con Brian Epstein, supo aprovechar la inmensa popularidad de los Beatles para reservarles un lugar en el Washington Coliseum donde ofrecieron su primer concierto el 11 de febrero de 1964. Este hecho le reportó a Bernstein un enorme estatus y categoría, permitiéndole fundar su propia agencia.

Por su parte, fue Brian Epstein quien, mientras la banda conquistaba Gran Bretaña, aseguró a los Beatles durante su primer viaje un espacio en The Ed Sullivan Show, la puerta de entrada de la formación musical en su gran avance en los Estados Unidos. El programa, donde rompieron récords de audiencia televisiva durante sus dos apariciones, estaba dirigido por el legendario periodista Ed Sullivan, cuya esposa, Sylvia Weinstein, era judía.

Tras una conferencia de prensa después de su llegada al aeropuerto de Nueva York, entablaron inmediatamente amistad con un judío llamado Murray Kaufman Greenblatt, conocido profesionalmente como Murray the K, sobre quien ya habían oído hablar, un influyente disc jockey de televisión y empresario neoyorquino responsable de organizar espectáculos multirraciales de rock and roll entre los años 1950 y 1970. Tras subirse en su limusina, fueron llevados a la ciudad de los rascacielos después de convencer a su estación de radio (WINS) para poder trasmitir su programa de horario estelar directamente desde la suite del Hotel Plaza donde se alojaban los Beatles. En 1966 Kaufman publicaría su autobiografía con un prefacio escrito por George Harrison.

En el lanzamiento de su popularidad inicial en el país de las barras y estrellas antes de su primer viaje también contribuyó otro respetado judío de la radio de Nueva York: Bruce Morrow (nacido Meyerowitz), el DJ estrella de la WABC, la principal emisora de la ciudad, una estación de radio que introdujo, junto con KHJ de Los Angeles (dirigida por el circunciso Ron Jacobs) el modelo Top 40 que tanta influencia ejerció desde su popularidad en los años cincuenta a la hora de eliminar los llamados “prejuicios” hasta entonces predominantes contra los cantantes y bandas de rhythm & blues y country & western.

Los Beatles fueron acompañados en esa primera ocasión por su «fotógrafo oficial», Curt Gunther, también judío, responsable de documentar todos los aspectos más destacados de su gira y el frenesí del viaje. Otro periodista hebreo, Ivor Davis, fue el único corresponsal de nacionalidad británica que cubrió íntegramente la gira de 34 días de principio a fin. Davis no solo llegó a reportar los principales eventos de Norteamérica, sino que en 1969 coescribió el primer libro publicado sobre los asesinatos de Sharon Tate y Charles Manson. En 2014 publicó otro libro titulado “Los Beatles y yo” donde resumió los altibajos de la histórica gira en el que narra la presión, las emociones, el alcohol, las drogas y las chicas en la vida del grupo. Un tercer israelita, Larry Kane (Kanowitz), periodista norteamericano considerado uno de los principales especialistas en la vida de John Lennon, fue el único reportero televisivo que viajó y cubrió todas las giras estadounidenses de los Beatles entre 1964 y 1965. Mientras el escritor e historiador judeobritánico Mark Lewisohn, ex empleado de EMI, es tenido por el mayor experto y la principal autoridad mundial del conjunto de Liverpool.

Tras su segunda gira por Estados Unidos en agosto de 1964, la banda se reunió el día 28 por primera vez con Bob Dylan (nacido Zimmerman), quien “inició” a los músicos británicos en el consumo de la marihuana y que tanto influjo ejerció en la música de los Beatles, especialmente en gran parte de la carrera de John Lennon. La reunión había sido concertada a instancias de otro periodista hebreo, Al Aronowitz, redactor del "The Saturday Evening Post", quien arregló que el “padre” de la canción protesta los visitara en su lujoso hotel Delmonico en Manhattan antes de regresar al Reino Unido.

Pero 1965, Sid Bernstein, autoproclamado por entonces “padre” de la invasión británica de grupos de los sesenta, decidió nuevamente ir un paso más allá, volviendo a contratar al grupo para organizar el 15 de agosto de ese año en el Shea Stadium el concierto más glorioso y memorable de la banda, con oferta millonaria incluida, lógicamente. Su presentación ante un auditorio repleto y rebosante corrió a cargo de Bruce Morrow, el mismo que en 1965 otorgó personalmente en el mismo escenario la medalla The Order of the All American a cada uno de los Beatles.

En 1969, Sid Bernstein ideó un plan para que los Beatles actuasen en Nueva York, El Cairo y Jerusalén, con el que calculaba recaudar unos 500 millones de dólares, algo que finalmente no fraguó. Bernstein había empezado su carrera artística como manager de la estrella del mambo Esy Morales, uniéndose en la década de 1950 a la General Artist Corporation, cuyo presidente y vicepresidente eran los también judíos Norman Weiss y Sandy Gallin, abiertamente homosexual, quien más tarde se convirtió en administrador de la carrera de numerosas estrellas, como la de Michael Jackson y Barbara Streisand.

Posteriormente a la actuación en el Shea Stadium, su conracial Harvey P. Spector (nacido Spekter), el autor y productor más importante de la primera mitad de los años sesenta, producirá a George Harrison y John Lennon en solitario, convirtiendo la conocida canción «Imagine» de este último, en una especie de himno pacifista de resonancia universal. Después de la muerte de Lennon, quien en 1969 terminó cantando en hebreo durante una transmisión de radio para Voice of Israel, otro agente judío, Elliot Mintz, actual publicista de París Hilton, fue durante años portavoz de la entonces esposa de J. Lennon, Yoko Ono.

Inmediatamente después del asesinato de Lennon, su asistente personal Frederic Seaman y su “viejo compañero de cuarto de universidad”, el periodista y traficante de diamantes judío neoyorquino Bob Rosen, establecieron una red (denominada “Proyecto Walrus”), para comercializar los diarios robados de Lennon y otros recuerdos como ropa y efectos personales. Seaman también proporcionó información al autor judío Albert Goldman, quien la utilizó para escribir la biografía “The live of John Lennon”, probablemente uno de los esfuerzos más conocidos de difamación póstuma del ex beatle.

Por su parte, el promotor de conciertos David Fishoff (cuyo hermano Joe era rabino), se encargó de organizar entre 1989-2003 numerosas giras de conciertos para Ringo y su All Star Band. Ringo Starr tenía un padrastro judío, Harry Graves, y se rumoreó que su madre biológica, Elie Gleave Starkey, era de ascendencia judía, aunque nunca se pudo demostrar nada definitivo. En 1981, Ringo Starr se casaba con la actriz Bárbara Bach (nacida Goldbach), hija de padre judío y madre católica irlandesa.

La firma de abogados judía de Nueva York Eastman & Eastman se convirtió en consejera legal de los negocios de los Beatles. Linda Eatsman (nacida Epstein), una ávida vegetariana y consumada fotógrafa de celebridades contraería matrimonio en 1969 con Paul McCarney. Esta neoyorquina rubia rojizo fue la primera esposa del cantante británico. El abuelo materno de Linda, Max J. Lindner, nacido en Rusia, había sido fundador de la Lindner Company, la tienda de ropa para mujeres más grande de Cleveland (Ohio).

El padre y un hermano de Linda, Lee y John Eastman, representaron a McCarney tras la muerte de Brian Epstein. Más tarde se enfrentarían a su hermano de raza Allen Klein en una polémica disputa sobre quien sería el nuevo gerente de los Beatles. La balanza se decantó finalmente por Allen Klein, un hombre de negocios controvertido y poco escrupuloso descrito por un periódico inglés como “el mayor intrigante de la selva del pop”. Ordinario y gordinflón, tenía la costumbre de peinarse al estilo de los años 50 ―pelo aplastado y grasiento—. De él corrió el rumor que tenía conexiones con la mafia. Llegó a tener bajo su control a numerosos artistas, incluidos los grandes nombres del momento como los Animals y Herman’s Hermits. También supo colocar en el mercado norteamericano el mayor número de productos de los Stone a través de las oficinas de ABKCO, que gestionaba su sobrino Ron Schneider, y de la compañía Stone Productions, que ambos administraban conjuntamente con el aristócrata y financiero judeo-alemán nacionalizado inglés, Rupert Ludwig Loewenstein-Wertheim-Freudenberg (1933-2014), asociado del banco Leopold Joseph & Sons. También la firma bancaria S.G. Warburg intentará rentabilizar las ganancias del grupo musical.

No obstante, la primera mujer en la vida del cantante fue una joven actriz judía norteamericana de 23 años llamada Francie Schwartz, con la cual había mantenido anteriormente una relación sentimental. En 2011, traicionando nuevamente a su raza, McCarney se volvió a casar con otra adinerada hebrea, Nancy Shevell, un día después de que la pareja observara los servicios de Yom Kippur en la Sinagoga Liberal de St. John’s Wooods en Londres. Nancy es prima de la conocida e influyente periodista Bárbara Walters Seletsky, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR).

El abogado y peluquero personal de MacCarney eran respectivamente Charles Corman, un judío ortodoxo, y Leslie Cavendish, un joven hebreo de 19 años que trabajaba en el gran salón de belleza de Vidal Sassoon, el peluquero de las estrellas de Hollywood, quien, siendo joven formó parte del Group 43, un violento grupúsculo antifascista inglés de excombatientes judíos que inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial se dedicó a reventar actividades de organizaciones nacionalsocialistas, antisemitas, etc, y agredir a sus simpatizantes. Cavendish pronto ascendió a “estilista oficial” de la banda. Incluso tras su disolución, siguió asesorando a los Beatles, para terminar siendo uno de los primeros proveedores oficiales de botas Dr. Martins.

Sospechosamente estos cuatro inconformistas fueron nombrados «Miembros del Imperio Británico» por la Reina Isabel II de Inglaterra en 1965 y armados caballeros, precisamente por quien ostenta la máxima categoría de la masonería en la pérfida Albión: la Monarquía Británica. Y toda la iconografía y el merchandising al uso de los Beatles está repleta de simbolismo masónico, secta judaizante a la que indudablemente fueron iniciados.

newfag

Me fumo un porro y leo

1 respuesta
josepginer

5
icetor

mucho texto

MirloRojo

#2
Deja los malos hábitos.

Akiramaster

En españa fueron las disqueras propiedad de miembros del opus quienes motivaron y apoyaron al heavy metal. Seguro que eran herejes.

tute07011988

Conspiración y The Beatles, igual fue lo primero que se publicó en internet.

1
STILES

en 3, 2, 1, ...los masones
¿la época de Hamburgo tb estaban los judíos de por medio?

St3in3R

CTRL + F y no encuentro nada de MK Ultra. Pasando.

1
17 días después
MirloRojo

Up

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