HAZ CINCO MINUTOS DE EJERCICIO
No seas haragán y sal de la cama. El ejercicio matutino impulsará tu energía hasta el infinito y más allá (y puede doblar el número de calorías que quemes a lo largo del día). No hace falta que corras ocho kilómetros a las cinco de la mañana. Con cinco míseros minutos es suficiente. Aprovéchalos para hacer algunas flexiones o unos saltos a la comba y elevar tu ritmo cardiaco.
CORTA CON LOS CAFÉS MATUTINOS
Supera tu adicción a la cafeína y espera a acabar de comer para tomarte el primer café del día. En ese momento, tus niveles de adenosina (la sustancia química responsable de la sensación sueño) están tan elevados que pueden convertirte en un koala narcoléptico. Para obtener un efecto más duradero, opta por dosis pequeñas y regulares (tómate un par de solos a lo largo de la tarde).
LEVÁNTATE y COGE EL TELÉFONO
Y huye como del demonio de las frases tipo “¿te importa pasarme...?”. Mejor, levántate y anda. Contribuirás a estirar los músculos tensos y lograrás que tu respiración sea más profunda y que la sangre renovada (rica en oxígeno) invada tu cerebro.
ASPIRA HONDO
Según un estudio presentado recientemente por la Fundación para el Gusto y el Olfato de Chicago (EE.UU.), oler determinadas sustancias naturales provoca una descarga instantánea de energía en el organismo. Toma nota del Top 3: romero, menta y jengibre.
ACUÉSTATE UNA HORA ANTES
Según apuntan diversos estudios, dormir 60 minutos más equivale al excitante efecto provocado por dos tazas de café. Eso sí, este truco sólo funciona si te tienes que levantar temprano.
GIMNASIA Y PIJAMA
Un reciente estudio japonés ha demostrado que practicar ejercicio por la noche hace que al día siguiente el organismo se encuentre mucho más descansado. Los Investigadores han descubierto que hacer gimnasia cuando cae el sol aumenta los niveles de testosterona, una de las hormonas que influyen en la metabolización de la energía.
DUÉRMETE EN EL SOFÁ
Si ella te envía a dormir al sofá, dale las gracias. Una noche fuera de tu cama puede obrar maravillas y enviar al limbo a ese insomnio que lleva meses robándote energía. “En realidad, mucha gente acaba identificando su habitación con el insomnio, por lo que, simplemente cambiando de espacio, consigue darle esquinazo”, afirma el investigador del sueño norteamericano Max Hirshkowitz. Además, según una reciente encuesta realizada por Ikea, el 72% de los hombres afirma dormir mejor en el sofá que con su pareja.
BEBE MÁS AGUA
No te descubrimos la pólvora. La deshidratación acelera el cansancio, ya lo sabes. En cuanto te despiertes, y en ayunas, bébete un gran vaso de agua fresca.
SÁLTATE LA ÚLTIMA COPA
De acuerdo, el alcohol te conduce rápidamente a lo que te puede parecer un plácido sueño. Pero, en tu interior, la cosa no está tan clara. Esa última copa interfiere en la fase REM, la del sueño profundo. Evita beber durante las tres horas previas a meterte en la cama (o de tirarte en el sofá).
DISFRUTA DEL DESAYUNO
Mientras duermes, tu organismo sufre un descenso importante del nivel de glucosa en sangre. El depósito se vacía y hay que volverlo a llenar. “Desayuna una pieza de fruta o un zumo, que te aportarán fructosa, fibra e hidratos de carbono simples, un lácteo (un yogurt o un vaso de leche), pan con aceite de oliva y embutido o huevos”, recomienda José Manuel Ávila, nutricionista de la Fundación Española de Nutrición. El embutido y los huevos te proporcionarán una buena dosis de proteínas. Diversos estudios han demostrado que desayunar correctamente (de forma que esta comida te aporte el 25 % de la energía que necesitas a lo largo del día) ayuda a reducir los índices de masa corporal.
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