ALEMANIA - LOS BACHES DEL CAMINO: BABOSAS Y LAS OVEJAS MAFIAS
La frontera entre Holanda y Alemania me sorprendió mucho. Básicamente porque no hay nada. Cruzas un pequeño puente peatonal y has cambiado de país. Nunca había cruzado la frontera de un país a otro sin ir en coche, pero esperaba un poco más de ceremonia, no sé, una bandera a cada lado o algo así. Que va. Nada. De hecho me enteré por el mensaje de cambio de compañía telefónica.
Ruta
Frontera entre Países Bajos y Alemania
Los días posteriores llovió mucho a ratos. Por suerte si llovía por la mañana, la tarde solía ser soleada. Por el camino, me encontré, decenas, cientos, miles, millones de babosas:
Cúanto amor, y yo que estaba tan solito...
Estoy seguro de que al menos hice 50km adicionales a base de hacer mini desvíos de 20cm para no pisarlas. En serio, no os podéis imaginar cuántas había.
En este tramo, fue cuando conocí a la señora.
Granero de la Señora que nos partió el alma
Durante las siguientes etapas, el clima se endureció. El viento venía desde todas las direcciones, y peor que el viento en contra, puede ser el viento lateral. Con las alforjas, la bici es una vela, y se hace realmente cansado mantener el manillar recto. Te revientas los brazos. Por ello dejé de usar abrigo cuando hacía mucho viento, independientemente de si llovía o no, para minimizar la resistencia (llevaba un chaquetón gordo con una capa como de caucho, en lugar de material técnico ceñido). En la bici, el viento es nuestro peor enemigo, mucho peor que la lluvia.
El climax de esta serie de etapas llegó cuando vi el Mar del Norte. El tiempo estaba encabronado y la visión del mar fue simplemente espectacular. Iba caladísimo y lleno de mierda de oveja, así que me bañé sin más. Fue un subidón. La verdad es que el agua estaba menos fría de lo que esperaba.
Espera...¿Has dicho mierda de oveja? - Sí, gran parte del camino lo hice en el territorio de LAS OVEJAS MAFIAS.
Tras esto, crucé el Elba(impresionante) y me desvié para visitar Hamburgo, ciudad que siempre había querido conocer. Me pillaron las protestas por la visita del G20, por lo que tuve que seguir mi camino sin explorar demasiado para evitar los altercados.
Mis días en Alemania acabaron enbicicletandome al norte, hasta llegar a Flensburgo, acompañado de frecuentes lluvias, aunque cortas y menos intensas, y sin más cosas reseñables que remarcar.