Este sábado, como cada sábado desde hace ya una considerable cantidad de tiempo, La Sexta emitía uno de sus programas estrella, La Sexta Noche. Un show donde una serie de tertulianos expertos en todas las materias habidas y por haber (algunos de ellos completamente sumergidos en su papel de bufones histriónicos) balbucean como pueden sobre temas políticos de actualidad de un modo generalmente ridículo para la importancia del tema a tratar. Debates que producen vergüenza ajena porque, según algunos, la audiencia manda, y por lo visto a la audiencia le encanta ver peleas de recreo entre señores de traje.
Más allá del bochornoso ring que nos ofrecen, La Sexta Noche tiene también una sección donde suelen contar con algún economista de cierto renombre. Armado con una pizarra, un rotulador y varias estadísticas, nos cuenta los vaivenes de una materia que los trabajadores de a pié no entendemos: la macroeconomía. Movidas de números y datos. “¿Por qué ha bajado la productividad en España?”. No se preocupe, nuestro economista X les explicará todo al respecto. Después de los anuncios, lógicamente.
En el caso que nos ocupa, La Sexta Noche nos presentaba el sábado a dos de estos formales señores con claves para solucionarnos la vida: Jose Carlos Díez y Juan Ramón Rallo.
El debate se centraba en un tema escabroso y complejo: las pensiones por jubilación y su viabilidad futura. Los ilustres participantes discutían encarecidamente sobre dos ejes: Díez defiende de forma bastante tibia lo público, fundamentando sus intervenciones en medidas que giran en torno al socioliberalismo y que parecen guiadas a no enfadar mucho al capital. Ah, y si es posible, que los ancianos no trabajen hasta los 146 años. Por su parte, Rallo mantiene un esfuerzo encomiable en convencer al espectador de que lo necesario es apostar por la cultura del esfuerzo basada en el ahorro privado. Las pensiones públicas para Rallo, todo un catedrático, son insostenibles. Si tienes que trabajar hasta los 146, te jodes. No todos podemos ser Amancio Ortega, baby.
El espectador, asistiendo a este pseudodebate televisivo, no suele ser consciente de que se está comiendo ideología dominante a manos llenas, asintiendo con la cabeza cuando LOS EXPERTOS nos fulminan el cerebro con unas alternativas que presentan escenarios siempre cómodos tanto para el director de la cadena como el jefe de la patronal. Y es que veces caemos en el error de pensar en la economía como una ciencia pura cuyo mayor secreto es desentrañar la fórmula de la riqueza para todos. “Alguno la sabrá” pensamos. Tienen estudios, son inteligentes y llevan corbata. Han ido a la universidad, joder. Tienen masters en Nueva York y son exitosos brokers, alguno tiene que saber porqué cojones soy pobre y arreglarlo. Son ecuaciones, cuando las resuelvan, todo irá bien.
Lo siento por ti, espectador. No existe la neutralidad ni la vía de la felicidad para todos. Dentro de todos esos números y datos supuestamente enfrentados, de esa imagen pulcra de exactitud, tras toda esa fachada perfectamente construida existe un olor insoportable de consenso sobre una idea: sea como sea, el jodido va a ser usted. Y eso, señores, es ideología pura.
¿Pero acaso podíamos esperar otra alternativa de dichos académicos?
Por un lado, Jose Carlos Díaz ha estado siempre muy vinculado al PSOE, colaborando en sus programas económicos. Cabe mencionar uno de los momentos cumbre de su carrera, cuando declaraba que la gran recesión no afectaría a España con la frase “España es un pura sangre inmune a la crisis”. Sin olvidar que afirmó que en este país no existía burbuja inmobiliaria. Supongo que el hecho de que el PSOE, con Zapatero a la cabeza, estuviera en el gobierno (y al cual no dejó de elogiar hasta su salida) tuviera algo que ver. Quién sabe.
Por otro teníamos a Rallo, el boss patrio de la new wave liberal que deja a Von Mises en un simple socialdemócrata. Rallo es de esos que a cualquier tipo de intervención estatal lo definen como socialismo, porque tampoco es plan de ponerse a desengranar conceptos que no le van bien a su discurso. Si por él fuera, se privatizaría la educación, la sanidad y hasta tu esmegma, pues en manos privadas todo funciona mucho mejor (sobre todo para ciertos bolsillos afortunados). Además, Rallo forma parte del Instituto Juan de Mariana, think-tank de la escuela económica austríaca que en su fundación contó con la presencia de la mismísima Esperanza Aguirre entre otros. Rallo tiene un chip non-stop que le permite encumbrar la libertad de mercado para todo, incluido para romper una lanza a favor de la venta de órganos en Liberad Digital. Ya sabe, si no tiene dinero véndale su riñón a alguien con más dinero que usted. ¡Libertad, hijos de puta!
Los economistas tienen un tremendo poder, pues entienden un lenguaje diseñado para que ni usted ni yo lo entendamos. Lenguaje que además repercute directamente en todos los aspectos de nuestra vida. Añádale que los economistas neutrales no existen, pues al igual que usted y yo, tienen ideología e interpretan el tablero de un modo o de otro. Normalmente también tienen dueño, lo cual decanta la balanza de forma drástica.
Hágase un favor, y entienda a quién sirven los economistas prime-time. O al menos, a de donde vienen y a qué defienden antes de tomar sus postulados como los suyos propios.
http://blogs.publico.es/masa/2018/01/20/adopta-un-economista/
Muy de acuerdo en todo. Muchas veces he leido por aquí que gente ha defendido poner a una serie de "expertos" a manejar el país, como si fuesen neutrales o la economía fuese una ciencia que se aplica "bien" o "mal" indistintamente para todas las clases sociales.