El ex pistolero de ultraderecha Mehmet Alí Agca salió ayer de la cárcel casi tres décadas después de haber intentado acabar con la vida de Juan Pablo II en el Vaticano. El hombre que disparó e hirió al Papa el 13 de mayo de 1981 en plena plaza de San Pedro proclamó en un hotel de lujo de Ankara, poco después de su excarcelación, que "el fin del mundo se acerca" y "todos los seres humanos desaparecerán este mismo siglo".
Los médicos castrenses que examinaron a Alí Agca, de 52 años, tras su puesta en libertad le declararon inútil para el servicio militar, que en Turquía es obligatorio y sin límite de edad de cumplimiento, por presentar "desequilibrio mental" y "personalidad antisocial", según reconocieron sus propios abogados. "No soy Dios ni el hijo de Dios, sino el eterno Cristo", declaró a la prensa en la capital turca.
Relacionado con bandas juveniles de delincuentes, Alí Agca perteneció a la organización terrorista de ultraderecha los Lobos Grises, responsable de numerosos ataques contra intelectuales y militantes de izquierda en los turbulentos años que precedieron al golpe de Estado militar de 1980 en Turquía.
Una corte de abogados vela hoy por sus intereses. Quiere capitalizar los derechos de su historia personal en forma de entrevistas exclusivas, libros o películas a cambio de sumas multimillonarias. Mañana mismo ha convocado en Ankara la primera conferencia de prensa que ofrecerá tras su puesta en libertad. Por el momento, ya se sabe que el antiguo pistolero turco ha prometido visitar la tumba de Juan Pablo II, fallecido en 2005, y que desea también ser recibido por su sucesor, Benedicto XVI.