Imagino que no conoceréis la página de narrador.es, pero en ella hay bastantes artículos interesantes sobre literatura y autores noveles que publican. He leído este artículo y creo que tal vez a más de uno os interese, así que copio y pego:
Ya lo vivimos en 1989. Salman Rushdie, escritor indio nacionalizado inglés, fue condenado a muerte por medio de una fatua (fatwa) emitida por el Ayatolá Jomeini desde Irán. Además esta condena viene acompañada de la recompensa de dos millones y medio de dólares que la organización Fundación de los Mártires (quienes han renovado la fatua en el 2006) ofrece por la cabeza del denominado apóstata del Islam.
El delito de Rushdie fue escribir el libro titulado “Versos Satánicos” en el que dos actores de origen hindú, después sufrir un accidente de avión en las costas inglesas y sobrevivir, se transforman uno en un ángel y otro en un diablo. El problema surgió cuando sectores fanáticos musulmanes, encontraron parte de la obra blasfema lo que ha obligado al escritor a vivir desde entonces bajo protección policial.
Ahora le toca el turno al turco Orhan Pamuk, premio Nobel de literatura de 2006, y que ha tenido que hacer las maletas a toda prisa y escapar de su país natal para refugiarse en Estados Unidos. Incluso ha cancelado varias conferencias en Alemania y Bélgica donde le iban a hacer Doctor Honoris Causa en la Universidad Libre de Berlín y en la Universidad Católica de Bruselas.
Pamuk ha ofendido a los sectores ultranacionalistas de Turquía, acusando al ejército turco que participó en la Primera Guerra Mundial de genocidio, ya que según él, fueron los responsables del asesinato de 30.000 kurdos y de más un millón de armenios. Y el miedo del escritor no es que se le juzgue (en Turquía, las acusaciones que ha hecho son delito) sino que le maten, como ya ocurrió con Hrant Dink, periodista asesinado a tiros, hace pocas fechas, por expresar los mismos pensamientos.
Y tengo la sensación que mientras no aceptemos (todos) que existen ideas diferentes de las nuestras; que hay creencias que nada tienen que ver con nuestra fe y que la violencia no es el camino para que se escuchen las voces de las minorías, seguiremos hablando de escritores escondidos y de periodistas muertos.
(http://narrador.es/2007/02/07/asesinos-de-las-palabras/#more-156)
Es triste que a uno le persigan por lo que piensa, por lo que escriba... Me sigue sorprendiendo que en el siglo XXI sigan pasando estas cosas (y las que quedan, claro).